Capitulo LIX

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        A raíz de la llamada, el ritmo de las cosas se aceleró de manera considerable. Robert entendió al instante, que el papel de Maiya en la historia de James, estaba por llegar a su final; pronto ya no la necesitaría con vida y estaba bastante seguro, que él no iba a dudar un segundo en deshacerse de ella.

       Durante el tiempo que pasó después de que pidieran el rescate, el alfa empezó a ver  fríamente la realidad que ahora lo golpeaba. James era un enemigo que había estado subestimando de forma estúpida. A lo largo de su vida, justificó sus acciones escudándolo bajo la premisa de que fue la víctima; cuando el único error que su padre había cometido, era dejarlo seguir estando a su lado. Tal y como había hecho él.

      Sin embargo, ahora que todas las cartas estaban sobre la mesa, no pretendía volver a dejarse engañar; menos teniendo la certeza de que se trataba de él.

      Con la llamada, los cinco puntos de los cuales Logan sospechaba, se habían reducido a dos. Si bien el lugar donde habían acordado hacer entrega del dinero que pedían por Maiya, estaba considerablemente cerca de una de las propiedades dentro de la ciudad; Robert y Keyla se inclinaron hacía la pequeña cabaña en las afueras.

       El lugar había llamado la atención de todos desde el principio; no porque fuera el más sospechoso en ubicación, sino por el esfuerzo que había puesto James en ocultarla. En sí, la cabaña ni siquiera estaba a su nombre; pero gracias a que Logan realmente había hecho bien su trabajo de investigación (un gruñido amenazante hacia las personas correctas) y había seguido la pista tras las compras de la propiedad, logró enterarse que quien había puesto el dinero para adquirirla  no era otro más que James McKidd.

       Robert se detuvo antes de subir al jeep, y giró sobre sus talones para enfocar su vista en la casa; la luz de la habitación de Mark aun estaba prendida, y estaba bastante seguro que el único modo en que su hijo se dormiría, sería porque el sueño le venció, y no por voluntad propia; pues de ser por él, también estaría incluido en el rescate de su madre.

       La idea de su pequeño hijo enfrentando cualquier riesgo por Maiya, hizo que cierta calidez invadiera su corazón. En verdad el destino había hecho un gran trabajo, al permitir que esos dos se conocieran primero; y aunque aun no tenía idea de lo que había ocurrido con Alexia, agradecía fervientemente al cielo por la familia que ahora tenía.

       -Nadie pondrá un pie adentro de esa casa…

       La voz de Tessa le regresó a la realidad; la joven estaba parada a unos cuantos pasos suyos, y aunque físicamente tenía una complexión similar a la de su esposa, era bien sabido por todos la fuerza que tenía, y su gran habilidad en tácticas de combate. Al igual que Maiya, era una guerrera consumada.

        -Lo sé…-. Replicó el alfa con una sonrisa de agradecimiento, para después marcharse.

        Faltaban cinco minutos para que dieran las dos de la madrugada. Entre todos habían llegado a la conclusión que resultaría el mejor momento para comenzar con la operación de rescate, tomando en cuenta que la “hora” acordada para entregar el dinero que pedían por liberar a Maiya, era al medio día.

       12 de  noviembre del 2013

      El jeep salió de la carretera, y Robert apagó el motor. Muy pronto el sol comenzaría a dar sus primeros rayos sobre el cielo; y aunque probablemente las nubes tormentosas que ahora lo cubrían, le impedirían el paso… el tiempo no dejaba de correr.

      Habían pasado al menos dos horas desde que él, Alejandro, Logan y Keyla, salieran de la casa en busca de Maiya. Aunque la mayoría coincidía en que la cabaña era el mejor sitio de todos, prefirieron no dejar nada a la suerte, y revisar otros dos lugares antes de llegar a este. Se tardaron más de lo que planearon, pero aun tenían unas horas antes de que tuviesen que recurrir a esperar por la reunión.

PredestinadosWhere stories live. Discover now