CAPITLO XLIII

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       Durante un par de segundos Maiya se quedó inmóvil contemplando la escena, y su cerebro solo pudo deducir que aun seguía dormida; lo cual hasta cierto punto tenía lógica. Así que, como que no quiere la cosa y despistadamente, se puso tremendo pellizco en el lugar de su pierna donde su mano derecha reposaba. Acto seguido tuvo que morderse el labio para no gritar de dolor.

        Desafortunadamente no solo le había dolido bastante el maldito pellizco, sino que encima acababa de descubrir que no estaba teniendo una horrible pesadilla; por lo que rápidamente calculo sus opciones. Opción a) salir corriendo despavorida; opción b) desmayarse, eso sin duda le daría tiempo extra; opción c) hacerse la desentendida y fingir que nada estaba pasando… tin tin tin, el sonido de las campanas anunciaron la ganadora.

        Ella entró en la cocina, se sirvió una taza de café, y se sentó en la mesa como si fuese la única persona dentro del lugar. Que empezaran a hablar ellos si se atrevían.

        *************

        Robert escuchó los pasos que provenían de las escaleras, y le hizo una pequeña seña a Alejandro, para indicarle que Maiya ya venía en camino.

        -Entonces,  ¿Estamos de acuerdo en esto?-. Preguntó Alejandro cauteloso. Aun se le hacía muy extraño la forma en que se habían desenvuelto los hechos.

       -Sí-. Robert se encogió de hombros; y aunque tenía una postura relajada, por dentro una vocecilla le gritaba que era un estúpido, y su lobo gruñía desaprobatoriamente.

       Fue justo en ese momento cuando Maiya se detuvo en la puerta; y mientras que Robert tuvo que reprimir una carcajada al notar cómo se pellizcaba, Alejandro se aguantaba las tremendas ganas que tenía de abrazarla.

        Ambos hombres eran consientes de que esta situación no era para nada normal, y que la pobre, ó estaba en shock ó solo intentaba ganar tiempo para descubrir que estaba pasando; pues para empezar, los dos sabían que Maiya jamás tomaba café en las mañanas, y aparte, las tremendas ojeras estilo mapache que  rodeaban sus ojos, eran un claro indicio de que no había tenido una noche fácil. Al igual que ellos.

        Pero como esto solo estaba empezando y Alejandro ya no tenía más paciencia para estar lejos de ella, en ese momento se puso de pie, se acerco sin importarle nada más, y aunque se moría de ganas por besarla en los labios… se conformo con besar dulcemente su mejilla. El corazón de Maiya se detuvo de golpe, y en un nanosegundo comenzó a latir como loco; estaba a punto de darle un infarto, o ya le estaba dando uno. Alejandro acababa de besarla enfrente de Robert… estaban muertos, todos estaban muertos, esto sería una masacre.

        Los instintos asesinos de Robert le recorrieron cada milímetro de su cuerpo al presenciar la escena;  su sangre se puso tan caliente como la lava, y sintió la fuerte necesidad de transformarse y destrozar cada hueso del cuerpo del español. Sin embargo, contrario a todos sus deseos, se mantuvo tan calmado que nadie hubiese sido capaz de descubrir lo que realmente estaba pasando en su interior. Nadie excepto la taza que sostenía en sus manos; la cual se cuarteo y solo por un milagro se mantuvo unida. En cuanto él se dio cuenta de esto, y antes de que la bebida se derramara; se acercó al fregadero, la enjuago, y la colocó dentro del lavavajillas… ya más tarde se encargaría de desaparecer por completo la evidencia.

      -No es necesario que simules nada…-. Alejandro le arrebató la taza de las manos a Maiya, y le sonrío de esa forma que solo hacía para ella. –Ya estoy aquí, y todo estará bien de ahora en adelante….

       Ella escuchó en la lejanía las palabras, y lo que realmente hizo con esmero fue contar el tiempo que le tomo a Alejandro decirle esto. Habían pasado diez segundos y Robert aun no había intentado arrancarle la cabeza, es más, ni siquiera había hecho ese tan característico gruñido suyo de cuando estaba molesto. Maiya rápidamente lo busco con la mirada, y al encontrarlo cerrando como si nada el lavavajillas, lejos de sentirse más tranquila, todos sus sentidos se pusieron en alerta máxima. Definitivamente algo no andaba bien aquí, o ella había viajado cuando se quedó dormida a un universo paralelo; pues esto simplemente carecía de sentido.

PredestinadosWhere stories live. Discover now