CAPITULO XXXVI

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  13 de octubre del 2013

     Iban a ser las cuatro de la tarde, cuando Maiya se encontraba en su habitación teniendo serios problemas para elegir su atuendo. Robert le había dicho que esto iba a ser una reunión importante… los lideres asistirían… ¡¿Cómo diablos se supone que tenía que vestirse?! No tenía ni idea.

      En ese momento, Maiya habría dado cualquier cosa porque Jaky estuviera a su lado, ella siempre elegía la mejor opción y tenía un sentido de la moda impresionante, desafortunadamente su amiga no podía sacarla de este problema; y aunque sabía que Logan hubiese sido incluso más feliz que ella si Jaky pudiese ir a esa reunión, Jaky les había dicho que era imposible por los tiempos, ya que tenía una sobre carga de trabajo.

      Durante al menos otros veinte minutos la ropa no dejo de salir del armario, ya era imposible distinguir la cama con todo el montón de prendas que tenía encima; y el piso estaba cubierto por zapatos en diferentes direcciones. Pero lo peor no era eso, sino que todavía estaba por decidir que ropa utilizaría el enano, pues esa noche sería presentado como Mark McAvoy… si las cosas seguían de este modo, la famosa reunión empezaría y ella todavía iba a estar allí tratando de decidir que ponerse; necesitaba hacer algo y pronto.

     Con una toalla sostenida en su cadera que cubría  lo estrictamente necesario, Robert salió del baño para comenzar a vestirse; aun era temprano, pero quería revisar que todo estuviera en orden antes de que los demás llegaran, y también quería pasar algo de tiempo con Mark para explicarle algunas cosas y que no tomaran por sorpresa al niño. De pronto, dos golpes débiles sonaron en la puerta que daba hacia el balcón, y luego de unos segundos un tercero aun más débil les siguió.

     -Un minuto…-. Gritó en respuesta, mientras tomaba el pantalón de la cama. Entonces, su traviesa sonrisa lobuna curvó sus labios… esto se podía poner divertido… -y aun tenemos tiempo de sobra…-. Dijo en un susurro para sí mismo cuando vio el reloj. –Adelante…

      Cuando escuchó el permiso para entrar dentro de aquella habitación, todas las fuerzas que había reunido se le escaparon en un suspiro. En todo este tiempo, la única vez que entro en ese lugar, fue cuando él le mostro la casa, y desde entonces jamás se había atrevido siquiera acercarse a lo que sería su parte del balcón; y ahora estaba aquí para pedirle concejos de moda… la idea era ridículamente estúpida; pero tomando en cuenta que ya se estaba haciendo tarde y seguía sin decidir que ponerse, no le quedó otra opción más que preguntarle cual sería el mejor atuendo para la ocasión.

     -Hola Robert… disculpa que te moleste pero…-. Maiya se quedó de pie en la puerta, estática, incapaz de dar un solo pasó más, o siquiera moverse. Si días antes había alucinado por verlo sin camisa, ahora tenerlo allí solo con esa toalla, era como mandarla directo al centro de un volcán.

      -Descuida. ¿Qué necesitas?-. Todo en él se había vuelto un contraste. Ciertamente estaba aprovechando muy bien el no traer ropa puesta, sabía que la última vez Maiya se había alterado por verlo sin camisa; así que mostraba más orgulloso que nunca su bien marcada musculatura; y mientras que su rostro mostraba una estudiada inocencia, su voz era profunda y provocadora. Él maldito era un maestro en el doble sentido.

     -Ropa…-. Respondió ella tragando saliva e intentando con todas sus fuerzas no balbucear.

     -¿Ropa?...-. Él ladeo un poco su cabeza, y siguió conservando su fingida calma; aunque la comisura de sus labios ya comenzaba a revelar un atisbó de sonrisa. –Claro, lo siento… solo dame un minuto y ahora me visto…

      -¡No!-. Para cuando quiso detenerse ya era tarde, había gritado aquellas dos letras con demasiada fuerza y evidente desesperación. Un intenso calor comenzó a recorrerle el cuerpo a través de sus venas, aunque no estaba muy segura si era solo por la vergüenza o algo más. –Quiero decir…-. Luchar por ocultarse era inútil, estaba segura de que se había puesto tan roja como un maldito tomate. –Solo… solo necesito que me digas….-. Maiya lo intentaba, en verdad intentaba con todas sus fuerzas apartar la vista de Robert, pero no podía, estaba como idiotizada ante ese hombre. –Me des alguna pista… de cómo debo vestirme….

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