xiii. regrets

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maratón 3/3


Para la decepción de Hayley, Draco Malfoy no había aparecido tan de pronto en la enfermería como ella se lo esperaba, y cuando ella preguntaba por él a Blaise y a Theodore, no sabían darle una respuesta clara. Incluso Theo había comenzado a hacer muecas o evitar el solo mencionar su nombre; a Hayley le aparecía que algo andaba mal entre ellos.

Pero de alguna u otra manera, Draco había dado sus signos de vida, como cuando al día siguiente Roger Davies había sido ingresado a la enfermería con las piernas pegadas, la lengua pegada al paladar, con los dientes casi hasta el cuello y un puñetazo en la mejilla. Hayley no quería suponer... pero era bastante obvio, así que sólo había sonreído y seguido con el libro que su padre había enviado para ella.

Madame Pomfrey había dicho a Hayley que tenía que permanecer al menos una semana en cama y en completo reposo. Al principio le había resultado genial, pero ese ya era su tercer día y estaba aburrida.

A diario le tocaba presenciar cómo Harry y Hermione acompañaban a Ron la mayoría del tiempo y había notado como la última parecía más preocupada de lo normal. También había una chica rubia que acudía a diario y charlaba sola todo el rato, sin embargo Ron fingía dormir y Hayley leer ahogando una risa.

Cerca de las cuatro de la tarde, cuando Ronald dormía y Hayley esperaba con ansías a sus visitas, Draco Malfoy entró a la enfermería.

―Creo que Merlín ha escuchado mis plegarías.―masculló Hayley lanzando una caja de grageas a su cara, sin embargo el platinado la atrapó en el aire sin problemas, rodando los ojos.

―No era lo que esperaba.―dijo Draco mientras acercaba una silla al lado de la camilla de Hayley.

―Yo tampoco esperaba que tardaras tanto en venir a verme, ¡se supone que soy tu novia!

―¿Enserio? Yo pensaba que eras la novia de Roger Davies.―ironizó, logrando que las mejillas de Hayley se tiñeran de un fuerte color rosa.

―No recuerdo nada de eso.―admitió la azabache.

―Pues Blaise y Theodore aún no lo logran.―abrió los ojos en par. Luego se acercó a besarle la frente.―¿Cómo te sientes?

―Como si hubiera tomado hidromiel envenenado.―infló las mejillas, tomando la mano de Draco para entrelazarlas.―Papá quería llevarme a San Mungo.

―Oh, sí.―asintió con una mueca.―Blaise tuvo que convencerlo de que no lo hiciera.

―¿Y qué hay de Theo?

Draco rascó su nuca con incomodidad.

―No he hablado con Nott estos días.―se limitó a contestar.

―¿Vas a decirme que pasa?―bufó Hayley, cruzando sus brazos.

―No aquí.―señaló con el mentón a Ron del otro lado de la habitación. A regañadientes, Hayley asintió, volviendo a entrelazar su mano con la de él.―¿Dónde está el hijo de puta de Davies?

―¿Fuiste tú?―alzó una ceja Hayley con una sonrisa.

―Por supuesto que fui yo.―repuso con brusquedad.―¿Qué pensaba? ¿Darle una poción de amor a mi chica y salir ileso?―bufó, rodando los ojos con evidente enfado.―Puede irse a la mierda.

―Se largó ese mismo día.―dijo finalmente Hayley.―Madame Pomfrey le dio cientos de pociones y lo dejó ir porque no paraba de quejarse.

―Imbécil.―rodó los ojos el platinado.

―¿Estás bien?―preguntó Hayley, incorporándose en la camilla para apoyar su espalda en la pared.

𝒕𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕𝒔, draco malfoyWhere stories live. Discover now