xii. third task and a scar

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―¿Sigues molesta?―preguntó Draco mientras veía a Hayley leer un libro. Estaba boca abajo acostada en su cama mientras releía el libro que le había regalado el profesor Lupin la Navidad pasada, se había convertido en uno de sus favoritos.

―Tómalo como quieras.―había contestado Hayley mientras daba vuelta a la página.

―¿Por qué estás molesta?―preguntó Draco harto de la situación.

Quería decir, Hayley juraba estar molesta pero estaba ahí, tirada en la cama del rubio leyendo un libro, pero claro, sin dirigirle la palabra.

―Porque tú siempre quieres decirme lo que tengo que hacer y no me gusta eso.―terminó por decirle. Draco bufó.

―¿Solo eso?―preguntó tumbándose a un lado de ella, pero boca arriba, y le arrebató el libro de las manos. Hayley frunció el ceño.

―Sip.

―Nena, si eso te molestaba, solo tenías que decírmelo.―sonrió coqueto.

―Draco, te lo he dicho un montón de veces.―Hayley rodó los ojos.

―Bien, arreglemos esto.―suspiró el rubio antes de tomarla por la barbilla y besarle suavemente los labios.―¿Mejor?

―Mucho.―suspiró Hayley antes de besarlo de vuelta.

Hayley miraba su zapato de lo más aburrida mientras masticaba su galleta con pereza, ella sin dudas odiaba las clases de Historia de la Magia con el profesor Binns, todo se tornó mal desde que ya no podía hacer chistes de fantasmas o la sacarían d...

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Hayley miraba su zapato de lo más aburrida mientras masticaba su galleta con pereza, ella sin dudas odiaba las clases de Historia de la Magia con el profesor Binns, todo se tornó mal desde que ya no podía hacer chistes de fantasmas o la sacarían de la clase.

Hayley alzó la vista y vio caer con el viento un pequeño trozo de pergamino, lo siguió con la mirada hasta que este cayó al piso. De repente, todo el panorama cambió. Ya no había mesas, ni alumnos, ni el profesor fantasma, ya no era el aula de Historia de la Magia, ni siquiera era Hogwarts.

Ahora era Hayley en una casa de apariencia vacía, caminó por un pasillo lúgubre hasta una estancia que había al final. Atravesó la puerta y entró a una habitación oscura que tenía las ventanas selladas con tablas.

En aquella habitación había un sillón con el respaldo vuelto hacia ella. En el suelo, al lado del sillón, había dos figuras oscuras que se movían.

Una de ellas era una enorme serpiente, y la otra un hombre: un hombre bajo y calvo, de ojos llorosos y nariz puntiaguda. Sollozaba y resollaba sobre la estera, al lado de la chimenea.

―Has tenido suerte, Colagusano.―dijo una voz fría y aguda desde el sillón que estaba espaldas a ella.―Realmente has tenido mucha suerte. Tu error no lo ha echado todo a perder: está muerto.

―Mi señor, estoy... estoy tan agradecido... y lamento hasta tal punto...

―Nagini.―dijo la voz fría.―, lo siento por ti, no vas a poderte comer a Colagusano, pero no importa: todavía te queda Harry Potter.

𝒕𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕𝒔, draco malfoyWhere stories live. Discover now