ix. yule ball

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El día de Navidad había llegado, eso conllevaba a que el baile también. Hayley había despertado con regalos en su habitación y el ululeo de Hedwig desde la ventana.

Había recibido un paquete de parte de la señora Weasley, el cual contenía un jersey -en esa ocasión, blanco- con sus iniciales bordadas en la parte superior derecha en un color dorado, bastante lindo. En el mismo paquete había un montón de pastelitos caseros de Navidad; Charlie había enviado una pequeña figura coleccionable de dragón; Theo había enviado algunos dulces y libros; y por último Draco, quien había enviado más tintas de colores, un paquete con todos sus dulces favoritos y un pequeño collar con dije de guardapelo, era circular y en plata, en la parte frontal parecía tener el detalle de una flor en detalles celestes. Que va, era divino. Lo abrió después de unos cuantos intentos, no había nada más que una pequeña foto de ellos dos riendo, había sido tomada por Blaise.

Bien, Draco Malfoy era un sinónimo de ternura enterrada. Y le encantaba eso.

Hayley suspiró. Aunque el regalo de Draco era precioso, no pudo evitar sentirse decepcionada de no haber recibido algo de Sirius, pero realmente no sabía en las condiciones que él estaba viviendo, así que tenía que calmarse.

Miró de reojo el vestido que usaría para el baile y luego prestó atención a su atuendo de pijama: sweetpants grises con una hoodie a juego. Se encogió de hombros y tomó los regalos que tenía que entregar, tanteo sus anteojos con una mano y a tientas salió de la habitación.

―¡Draco Lucius Malfoy Black! ¡Abre la jodida puerta hijo de...! Oh, hola, Nott.―Hayley sonrió abiertamente y ella misma se dio paso a la habitación. Aunque ella era pequeña y su cara muy apenas se notaba entre tantas cajas que traía en brazos.

―¡Feliz Navi... auch!

―Ten, eso es para ti.―después de arrojarle su obsequio a Theo, buscó el de Draco.

―¡Draquinnn!.―exclamó tirándose sobre él.

―Hayley, quítate.―refunfuñó el rubio.―Déjame dormir.

―Nop. Es Navidad, tus deseos son ignorados.―su cara estaba tan cerca a la de él que podía sentir sus respiración. Draco apenas abrió los ojos y Hayley se encontró a si misma admirando aquellos orbes grises.

―Una foto dura más, ¿sabes?

―¿Para qué querría yo la foto de un hurón?―inquirió confundida. Draco bufó.

Hayley se acomodó hasta quedar a horcajadas sobre él.

―En fin, ¡te compré algo!―exclamó emocionada, dando unos cuantos aplausos.

―¿Ah, sí?

―Ajá, toma, hurón malagradecido.―le arrojó la pequeña cajita de terciopelo y se cruzó de brazos.

Se sorprendió cuando sintió dos brazos rodeándola, haciéndola caer sobre él.

―¡Hey! ¡Un gracias Hayley, eres la mejor sería suficiente!

―Eso nunca.―se burló Draco y por fin se enderezó en la cama. Hayley salió de encima de él, dejó un empaque aparte en la cama de el rubio y volvió a tomar las cajas que llevaba.

―Bien, solo venía a eso, ¡adiós!

Salió de esa habitación y caminó un poco más hasta que llegó a la de Zabini, tocó ruidosamente hasta que un adormilado Blaise le abrió la puerta.

―¡Feliz Navidad!―exclamó y le lanzó el paquete al pecho.

Seguido de eso, bajó a la sala común donde había poca gente, pero entre ellos Crabbe y Goyle.

𝒕𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕𝒔, draco malfoyWhere stories live. Discover now