Hayley Potter caminaba bajo la capa de invisibilidad hacia el Bosque Prohibido algo bastante común para ella, solo que ahora había una pequeña diferencia: Draco Malfoy la acompañaba. El rubio estaba algo nervioso desde el momento en el que Hayley le propuso acompañarla a sus escapadas de media noche, pero Draco quería saber quién era el patán.
Sin embargo, tenía los pelos de punta pues además de que hacía frío, el Bosque Prohibido se veía bastante lúgubre a esas horas de la noche, en su primer año había estado ahí y no era su mejor experiencia.
No entendía como Hayley salía como si nada.
―Jillian...
―Shhh, ya casi llegamos.
Caminaron un poco dentro del bosque, se quitaron la capa y Hayley comenzó a hacer pequeños sonidos con su boca, como si estuviera llamando a alguien.
―Creo que hay que volver al castillo...
―Lumos.―susurró ignorándolo por completo.―¿Dónde...? oh, aquí estás.
Hayley tomó la mano de Draco y lo arrastró hacia el ser frente a ella.
―¿Ese...?
―Sí. Ven, Canuto.―le silbó al gran perro negro.―¿Tienes el sándwich?
Draco asintió un tanto atónito y se lo tendió.
―Así que...―carraspeó Draco.― ¿escapas en la noche para venir con un perro?
―Sí, ¿esperabas algo más?―Hayley se había arrodillado junto a Canuto y le acariciaba la cabeza mientras este devoraba el bocadillo; la azabache miraba expectante al rubio.
―La verdad es que... bueno...
―Acaricialo.
―No me gustan los perros. De seguro tiene pulgas.―inquirió con una mueca de asco.
En respuesta, el perro gruñó. Malfoy asustado se echó hacia atrás.
―¿Y qué si tiene pulgas?―bufó Hayley. Draco le dedicó una mirada.―Bien, vayámonos.
Sin más regresaron al castillo bajo la capa, pero Hayley no podía quitarse la sensación de que tal vez sería lo más parecido a que uno de sus amigos conociera a su padre, o al menos lo más fraternal que ella tenía.
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―Lo harás bien, ahora largo.―apuró Hayley a Draco antes del partido de Gryffindor contra Slytherin. Esa vez no tenía el brazo quebrado.
―Recuerda irte con Nott o con alguien, no puedes ir sola.―advirtió con la mirada seria. Hayley rodó los ojos.
El rubio bufó y salió del Gran Comedor con su escoba en manos.
―Buena suerte para tu novio.―dijo una voz a su lado.
