―Te lo dije, Harry.―habló Hayley recargándose en el umbral de la puerta.―Te dije que tendríamos un perro, ¡y justo al lado del hipogrifo!
Harry soltó una carcajada y Sirius los miró mal.
―Muy graciosa, Hayley.―Sirius rodó los ojos y los incitó a salir de su habitación, los tres caminaron hacia la cocina pues era la hora de la cena.―¿Están nerviosos por mañana?
―Por supuesto que no.―replicó Hayley cruzándose se brazos, aunque esa era una vil mentira.―Aunque aún no entiendo porque tiene que ir el cara rajada.―se quejó.
―Porque necesitas un testigo, Hayley.―rió Sirius. Hayley se volvió a Harry y le sacó la lengua.
Aunque las cosas no estaban de lo mejor entre Harry y Hayley, Sirius hacía que ambos se olvidaran de eso. Era como si ambos quisieran disfrutarlo el tiempo que estuvieran ahí, luego ellos ya pelearían en Hogwarts.
―Basura.―Hayley negó antes de tomar asiento en la mesa, a su lado se sentó Sirius.―Tú crees que si me expulsan...
―Hayley, no van a expulsarte.―aseguró Sirius riendo.
―...podría quedarme aquí, contigo.―murmuró jugueteando con sus dedos.
―¿Quieres?―Hayley asintió.―Ya veremos.
Hayley aplaudió contenta mientras Sirius sonreía tristemente. Era algo que él sabía que no pasaría, pero sería maravilloso.
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―Esto debería ser ilegal.―murmuró Hayley cuando la señora Weasley la despertó temprano por la mañana para ir a su audiencia en el Ministerio.
―Ilegal fue lo que hiciste.―se burló George desde la puerta, Hayley le lanzó un calcetín.
George huyó y Hayley caminó hacia el baño para poder darse una ducha. Luego, tomó la ropa que la señora Weasley había escogido para ella. Demasiado formal para su gusto. Era una blusa de manga larga negra y algo suelta en conjunto con un pantalón gris claro a cuadros y como era Hayley, usó tenis negros.
Bajó adormilada a la cocina, apenas saludando a Harry en el pasillo entre bostezos.
―Desayuno.―dijo la señora Weasley sirviendo un plato de tostadas frente a ella.
―Gracias, Molly.―Hayley bostezó una vez antes de comenzar a desayunar.
―¿Cómo te sientes?―preguntó el señor Weasley a Hayley.
―Creo que bien.―Hayley le dedicó una pequeña sonrisa.
―Se educada.―recalcó Sirius. Hayley frunció el ceño.
―No, gracias.
Salieron de Grimmauld Place y caminaron por calles muggles, hasta que llegaron al Ministerio apareciéndose por los retretes de un baño público.
