Capítulo LXVI

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Noviembre 8

Difícilmente podría describir el estado en el que se encontraba mi vida ahora mismo, pero si me obligasen a hacerlo, diría que se trataba de un auténtico tornado. Uno que llegó sin previo aviso y que arrasó con todo lo bueno que había intentado construir desde mi fallida relación. La estabilidad que tenía bajo mis pies se había roto y lo único en lo que podía pensar era en Camila y su paradero. Encontrarla se había convertido en una misión de vida que debía cumplir a toda costa, no importaban las noches sin dormir que acumulase, o los días en clase que pasaban en automático frente a mis ojos. Todo se había convertido en una absurda monotonía. Ya no había emoción por leer un libro nuevo y tampoco temas interesantes para debatir, lentamente estaba perdiendo eso que me diferenciaba de los demás profesores por un tonto sentimiento de culpa que simplemente no podía explicar como es que estaba ahí.

Lo cual me llevaba a cuestionarme una y otra vez el por qué me sentía tan culpable, si yo era una víctima de las circunstancias. Circunstancias que ciertamente no podía entender. Había tantos porqués y cientos de preguntas rondando en mi cabeza que estaba a solo un paso de enloquecer.

Mientras debatía la mejor forma de escapar de la reunión con las chicas mis ojos no se apartaban del teléfono. Revisaba una y otra vez en las notas de sociales buscando una diminuta pista que me llevase hacia ella, pero por más que intentaba no podía encontrarla, me resultaba difícil comprender la ausencia de su renombrada familia en las fiestas más importantes del país a las que sin duda estarían invitados.

Era como si todo el mundo se empeñase en ocultarla y no podía creer que me sabotearan sin siquiera saberlo.

Alguna vez quise llamar a su casa y escuchar su voz de regreso pero mi valentía no llegaba a tanto, entonces debía conformarme con observar las fotografías y reseñas que los periódicos y revistas digitales publicaban sobre los eventos más relevantes de Nueva York y luego decepcionarme al no encontrar nada.

La búsqueda me había mantenido tan absorta de mi alrededor que no noté la presencia de Ally hasta que se situó a mis espaldas y me cubrió los ojos con sus manos. Sonreí con sincera alegría cuando me encontré con su agradable sonrisa y esa mirada que destilaba paciencia y comprensión.

—Pensé que ya estarían todas aquí.—balbuceó deprisa mientras se quitaba la chaqueta y la ponía sobre la silla.—Perdí dos autobuses y justo cuando creí que la pesadilla había terminado me di cuenta que estaba en dirección a Baltimore. ¡¿Puedes creerlo?! Mi agente casi se desmaya cuando le dije que estaba en medio de la carretera haciendo "autoestop". Ni siquiera pasaron veinte minutos cuando ya había enviado un auto por mí. Es una locura.

—Beneficios de ser una super estrella tal vez...—musitó con diversión mientras revolvía el contenido de su copa con la pequeña pajilla.

—No soy una super estrella.

—Las personas a nuestro alrededor no piensan lo mismo. —de manera inconsciente Ally giró su rostro encontrándose con miradas penetrantes que al cruzarse con la suya se volvían ruborizadas.—No puedes culparlos.—añadió en un intento por contener su risa. —Tu presencia es tan abrumadora que con dificultad puedo aguantarla.

—Eres una tonta ¿lo sabías?

—Por supuesto que lo sabe, Ally—dijo una voz a sus espaldas.—Y lo peor de todo es que disfruta serlo.

—¡Dinah! —chillaron ambas y sin más se arrojaron a sus brazos. Se habían visto el domingo anterior pero nunca tendrían suficiente de Dinah Jane.

—¡Basta!—refunfuñó empujando a las dos mujeres lejos de sus brazos.—Aliméntenme o me voy ahora mismo.

Tan rápido como había surgido la emoción en Lauren por ver nuevamente a Dinah, esta decayó al grado de volver su total atención al teléfono. Pensaba que si se apartaba por un segundo perdería información trascendental sobre Camila. Revisó una a una las fotografías que se mostraba en el artículo de sociales y se dio de bruces con la decepción. Sin embargo lo que escuchó decir a sus amigas consumió por completo las ganas que tenía de volver a ver rostros estirados y reseñas de restaurantes a los que seguramente nunca iría, no porque no fuesen buenos, sino porque la clase de gente que allí se reunía no era en lo absoluto de su agrado.

It Will Rain (Camren)Where stories live. Discover now