Capítulo LXII

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—¿Puedes imaginar lo increíble que sería manipular la mente al cien por ciento y sin la ayuda de algún placebo?

—¿A qué te refieres? —cuestionó Lauren desde el pequeño baño de la habitación.

Con el libro de Arthur Conan Doyle todavía en la mano Tyra sonrió ante la voz pastosa de Lauren. La noche anterior había sido una completa maravilla y aunque no hicieron más que abrazarse y compartir besos y caricias la doctora había determinado aquella velada como un éxito rotundo para sus planes futuros.

—Me refiero a obtener ese poderío del que Dios goza sin ninguna clase de trabajo extra. —Lauren seguía sin comprender, por eso Tyra se apresuró a agregar. —Piénsalo de esta manera. "Dios" es un ser divino que tiene la voluntad del mundo en la palma de su mano ¿cierto? —asomando su cabeza por la esquina de la puerta Lauren asintió. —Ahora imagina eso, imagina que tú como un ser terrenal puedas tener esa posibilidad.

—¿Cómo lo harías?

—Por medio del amor. —respondió con arrogancia para después agregar. —Todo el mundo tiene la creencia de que al enamorarte debes entregar todo de ti sin reservas y eso es falso, sin mencionar que es ridículo también. Solo un tonto daría todo de si a cambio de nada.

— Así es como funciona Ty. Enamorarse es como jugar a la ruleta rusa y esperar que todo salga bien. Nadie tiene el secreto del mañana. Supongo que solo hay que confiar.

—No estoy de acuerdo.

—Está bien no estar de acuerdo, cariño. Así es como las relaciones funcionan. Para que la felicidad sea duradera, de vez en cuando alguien tiene que ceder.

—No entiendo porque tengo que ceder cuando sé que tengo la razón.

—Es que no tienes la razón Ty, solo ambicionas algo que ni siquiera es posible.

—Por supuesto que lo es.

Para evitar una discusión decidió tomar su propio consejo acerca de ceder de vez en cuando y luego de un suspiro resignado, asintió.

—Tienes razón. Es posible doblegar la voluntad de una persona con un poco de amor.

—No es solo un poco de amor. Hay horas y horas de estudio y trabajo duro detrás de esa simple teoría. Incluso hay pruebas que lo sustentan.

—¿Pruebas de la perdida de voluntad?

—No Lauren, del alunizaje. Por supuesto que hablo de la perdida de voluntad.

—¿Y dónde están esas pruebas? —inquirió con un tono juguetón mientras se acercaba lentamente a la cama. La mirada de Tyra la seguía de cerca hasta que inconscientemente se desvió al fondo de la habitación donde se encontraba una imponente y alta repisa con cuadernos gruesos y lo que parecían ser cajas de DVD'S. Lauren siguió la dirección de su mirada pero al encontrar nada contundente decidió volver al juego inicial. —Entonces Diosa super poderosa de la voluntad... ¿Vendrás a la graduación? Voy a dar un discurso de apertura.

—No puedo, lo siento.

—Pero ayer dijiste que lo harías.

—Sé lo que dije pero el doctor Dorsley llamó esta mañana y me pidió un favor.

—¿Y nuestros planes? —masculló haciendo un puchero con sus labios— Las chicas quieren conocerte.

—Tus amigas ya me conocen, Lauren.

—Conocen tu faceta de super doctora pero yo quiero que conozcan a la verdadera tu. La mujer divertida e ingeniosa que me conquistó con algo mas que su linda cara. —el intento de sonrisa de la morena consiguió apaciguarla por unos minutos. —Solo serán un par de horas en Finnigan's y luego podrás irte. Ni siquiera tienes que hablar mucho, lo único que quiero es que Dinah deje su paranoia contigo.

It Will Rain (Camren)Where stories live. Discover now