Capítulo XXXVIII

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¿Jugo, leche, o tal vez agua mineral? Se preguntó mientras la fila de la cafetería avanzaba lentamente. Algunos de sus estudiantes por respeto y educación le cedían su sitio, pero la profesora no sabía que iba a pedir, por lo que agradecía con una sonrisa amable y esperaba otra vez su turno. ¿Sándwich de pavo, ensalada, o un delicioso bagel de jamón y queso? respiró profundamente y confundida miró las bandejas que había encima del mostrador mientras que recorría el camino hasta la caja.

Decisiones, a eso se resumían últimamente los días en su vida desde que Camila salió del hospital. A primera hora de la mañana se levantaba y se cuestionaba así misma si debía ducharse o simplemente vestirse, luego tenía que decidir si quería beber té o café para despertar de buena forma, y más tarde su madre le preguntaba que almuerzo quería para llevar al trabajo, si ensalada, algún guiso caliente o las sobras de la cena del día anterior. Todo estaba tan confuso dentro de su cabeza mientras frente al mostrador observaba todo y a la vez nada. Si permanecía un minuto más en aquella posición iba a volverse loca.

—Ni siquiera tengo hambre— dijo para sí misma mientras abandonaba la fila y dejaba la bandeja vacía sobre el montón que había en una esquina.

Sus pasos la llevaron hasta la máquina expendedora donde compró un pequeño cartón de leche y un paquete de galletas de avena y miel, tomó ambos productos entre sus manos y buscó el sitio más alejado de la cafetería, lo encontró junto a una gran ventana y lo agradeció porque de esa manera sería más fácil para ella continuar con la lectura de una Breve historia de Estados Unidos escrita por , su más reciente pasatiempo. Abrió el libro y en solo un instante se perdió entre las letras que lo componían. Estaba fascinada con los hechos y las descripciones del autor hasta que sintió como una bandeja era puesta en su mesa y después notó la presencia de alguien sentándose justo a su lado. No hacía falta ser un genio para adivinar que quien se había atrevido a interrumpirla era alguien que carecía de sentido común, respeto y afecto por los demás.

—¿Qué quieres Nicolette? —inquirió mientras colocaba el libro boca abajo y se llevaba un trozo de galleta a la boca. Los ojos azules de Nicolette Daddario la seguían en cada movimiento de su mano. Sus ojos eran intensos y escrutadores por lo que supo que, si estaba sentada frente a ella, era con un motivo especifico.

—Hablar, es lo único que quiero. —Kelsey asintió resignada a terminar el almuerzo sin avanzar un poco más en su lectura. Por el nerviosismo en las manos de Nicolette supo cuán difícil estaba siendo para ella hablar así que decidió ser amable y hacer las cosas más fáciles para las dos.

—Quieres hablar sobre Lauren ¿no es así? — la castaña rápido levantó la mirada de su plato y asintió agradecida. —Se que hay algo entre ustedes. —Nicolette iba a replicar, pero nuevamente la profesora se adelantó. — No tienes que explicarme nada, lo entiendo de verdad. Lauren es muy bonita y tu eres increíblemente sexy, así que son algo así como la pareja perfecta.

—Estamos tomándolo lentamente. —confesó y sin poderlo evitar esbozó una sonrisa tierna y nada habitual en su siempre frío rostro.—Lauren quiere mantenerlo privado por un tiempo.

—¿Y tú? — Nicolette se encogió de hombros con actitud despreocupada mientras sus manos desbarataban la galleta que le había robado a la rubia. —¿Estas bien con eso? Al final no están haciendo nada malo y ambas son libres de relaciones por lo que esconderse no me parece algo muy normal.

—La situación es diferente porque ambas enseñamos en este lugar y sería todo un drama que alguno de los profesores llegara a enterarse y usara lo que tenemos en nuestra contra. No quiero esa clase de problemas justo ahora que va a llevar su proyecto al departamento de educación. —suspiró jovialmente— Lauren esta tan ilusionada con esto que, si algo por diminuto que sea, llegara y lo arruinara todo, yo no me lo perdonaría.

It Will Rain (Camren)Where stories live. Discover now