36. Tormenta

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Le daba vueltas la cabeza, sin poder asimilar todo lo que acababa de suceder. Lo que ahora no entendía, era el que JeongGuk se viera increíblemente guapo. Definitivamente no podía entender como alguien podía lucir así de bien en semejante situación.

Llovía, como en las escenas dramáticas de las películas, ahora deberían ir corriendo —o tal vez solo él— a los brazos del otro y besarse bajo la lluvia. Entonces saldría un gran "The End" en pantalla, y los créditos. Su historia quedaría ahí, y él repetiría una y otra vez la escena final, en la que se daban el famoso y cliché beso bajo la lluvia con el que tantas veces había fantaseado, y cuyo otro protagonista ahora tenía un rostro y nombre definidos; Jeon JeongGuk.

Pero... la vida no era una película, y menos la suya.

—¡TaeHyung! —escuchó el grito de su padre a sus espaldas.

A diferencia de JeongGuk, él no se veía bien, como si fuera un actor. Temblaba como un perrito abandonado, llovía a chuzos y aún habiendo acabado de salir de la casa ya estaba empapado de pies a cabeza, incluso sus calcetines chapoteaban dentro de las zapatillas de tela.

Tenía el rostro hinchado y rojo tras la discusión, y la mano de su madre marcada, dedo por dedo, en su mejilla derecha. Por si fuera poco, el flequillo se le pegaba a la frente y le cubría los ojos. Seguramente se veía patético. Realmente se sentía patético, la mayor escoria del mundo.

Escuchó a su padre llamarlo otra vez, con tono de advertencia; aún podía dar la vuelta. Su madre no sería dura con él, conseguiría calmar a su padre. Lo castigarían sin salir, sin móvil ni internet, pero en unas semanas se les pasaría parte del enfado, se obligarían a olvidarlo, porque su hijo solo estaba confundido y aquel hombre pervertido lo había embaucado y se había aprovechado de él.

Cerró los puños con fuerza, pudiendo imaginarse el rostro decepcionado de su padre tratando de ocultar su repulsión. Sabía que no denunciarían a JeongGuk, por mantener la reputación de la familia, la buena relación con la familia Park, por no convertirse en el punto de mira del barrio, ¡de todo Busan!

JeongGuk se alejaba cada vez más, corriendo, escapando, huyendo lejos de él. La noche se lo tragaba, y él lo único que hacía era temblar, saboreando la mezcla de sus lágrimas calientes y la gélida lluvia de octubre.

Giró su rostro hacia la casa de su mejor amigo. Su padre cubría con un paraguas a su madre, que lloraba y le llamaba para que volviera junto a ellos, que no quería que se enfermara. Sin embargo su padre lo miraba con expresión dura, como si lo acusara y culpara... como si lo repudiara. La familia Park estaba tras de él, junto a YoonGi, que se aferraba paralizado al brazo de JiMin, y SeokJin con las manos sobre sus hombros impidiento que saliera corriendo a por ellos.

Pero no se detuvo a mirarlos. Se recompuso como pudo, aferrándose a los pedazos de su corazón que estaban por desprenderse y romperse, y echó a correr tras él, tras JeongGuk; su primer beso, su héroe, que le había salvado en tantas ocasiones y que había entrado en su corazón sin pedir permiso siquiera. Él quería su final de película, y poder estar a su lado por todo el tiempo que fuera.

Quería besarlo hasta el cansancio, abrazarlo e ir de la mano con él, al parque, al cine, hasta en su casa le valía. Taehyung era un adolescente jodidamente cursi que experimentaba por primera vez lo que era sentir algo así de fuerte por alguien, y no quería que las cosas acabarán así con JeongGuk. Por eso ignoró los gritos a su espalda, el frío en su piel. Guk seguía alejándose, corriendo mucho más rápido que él. Quería gritarle que le esperara, que se detuviera, mas las palabras no salían. Se le había atascado la voz en la garganta.

Y entonces lo perdió.

little & cute boy © kookvWhere stories live. Discover now