26. Lunares

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JeongGuk cerró tras él la puerta de uno de los cuartos de invitados de la casa de los Park. Ese en el que debería dormir si no pasara las noches compartiendo cama con su pálido y peliazul mejor amigo. Por eso el cuarto seguía tal y como hace una semana, cuando su tía les había conducido al piso de arriba.

La diferencia ahora, era el pequeño castaño que se había sentado al borde de la cama y lo miraba fijamente, con la cabeza ladeada como un cachorrito, observándolo curioso.

—Hyung, ¿por qué subimos aquí? —JeongGuk se acercó a él, sentándose a su lado. TaeHyung tenía las piernas cruzadas una sobre la otra, y apoyó la cabeza en el hombro del pelinegro, observándolo desde esa posición. Jeon se mantuvo en silencio, sintiendo la mirada de TaeHyung sobre él.

Ante el penetrante silencio, el pequeño castaño se encontró a sí mismo ajeno a todo mientras contaba los lunares del cuello del mayor.

—Te dije que teníamos que hablar, ¿no, Tae? —JeongGuk susurraba, aún sin mirarlo, observando sus manos como si estuviera en busca de las palabras adecuadas y todas las respuestas se encontraran sobre su propia piel, con sus nudillos aún magullados por aquel... encuentro, en los vestuarios.

—Sí, hyung —las mejillas de TaeHyung tomaron color, apartando la vista de él al notar que se había quedado hipnotizado formando pequeñas constelaciones en su piel.
Le gustaban leer sobre constelaciones, astronomía, también novelas románticas, y observar paisajes y fotografía hermosas. Y a su hyung.

—Pequeño, ¿puedo preguntar... por qué me besaste?

TaeHyung boqueó, abriendo mucho sus ojos. JeongGuk giró su rostro hacia el menor, con una expresión seria que se transformó en una pequeña sonrisa al ver la graciosa mueca del menor.

—¡Hyung! —exclamó completamente avergonzado, con la voz aguda.

—¿Qué pasa? —inquirió, sonriendo de lado. ¿Por qué TaeHyung era tan tierno?
Estuvo tentado a acariciar sus sonrojadas mejillas, deseoso de sentir de nuevo en sus manos ásperas la suave piel que tenía el castaño.

—Perdón... —susurró, con la mirada en sus manos. TaeHyung se sentía como una bomba, a punto de explotar de pura vergüenza.

—¿Por qué? —JeongGuk frunció el ceño, no entendía por qué se disculpaba tanto. Y tampoco entendió el por qué el castaño se levantó de golpe, dirigiéndose a la puerta con prisas— TaeHyung, ¡te dije que no huyeras!

TaeHyung ahogó una exclamación cuando los largos dedos de JeongGuk se cerraron entorno a su muñeca, sintiendo un déjà vu mientras el pelinegro tiraba de él hacia atrás.

Solo que esta vez, en lugar de caer sobre el suelo, aterrizó sobre el regazo del otro.

JeongGuk lo apresó entre sus fuertes brazos, con una sonrisa ladeada surcando sus labios mientras acomodaba al chico sobre sus muslos, obligándole a apoyarse sobre su pecho mientras mantenía sus brazos al rededor de su cintura.

—¿Por qué no me haces caso, pequeño? —JeongGuk acercó sus labios al cuello del menor, riendo suavemente cuando notó como se estremecía a causa de su lenta respiración sobre su piel.

—Perdón —TaeHyung apretó su propia camiseta entre sus dedos. Se sentía nervioso y lo primero que se le había ocurrido había sido salir corriendo. En esos momentos, agradecía estar de espaldas a él.

—Deja de disculparte —acarició la mejilla del chico, sin alejar el otro brazo de su cintura, apegándolo más a él. Hizo que girara su rostro a mirarlo— No pasa nada.

—Hyung, ¿te molestó que… te besara? —se sintió pequeño y tonto nada más preguntarlo, lo mismo le sucedió al besarlo esa tarde.

—¿Molestarme? —JeongGuk frunció el ceño suavemente— No, creo que… no lo hizo.

Es más, estaba deseando volver a probar sus labios.

TaeHyung le regaló una de sus encantadoras sonrisas cuadradas, antes de apartar su mirada. La vergüenza aún no se había evaporado de sus mejillas, que se mantenían pintadas de carmín. JeongGuk se quedó en silencio, inclinándose más hacia él. Parecía que todo lo que se había dicho en el coche no tenía ningún peso en esos momentos. En su mente solo estaba TaeHyung y volver a besarlo.

—Tienes un lunar bajo el labio… —murmuró el castaño.

—¿Qué? —JeongGuk alzó sus cejas, saliendo de su ensoñación. Miró al niño, confuso.

—Tienes un lunar aquí —su índice de posó suavemente bajo su labio, en el lugar donde se encontraba la marca que le había llamado la atención. TaeHyung tenía multitud de pequeños lunares en su rostro también, que JeongGuk se dedicó a memorizar por unos segundos.

—Ah, sí —tomó la mano del menor, alejándola de su rostro mientras le hacía levantarse y le daba la vuelta, con ambas piernas a los lados de sus muslos y sentado sobre su regazo, cara a cara. TaeHyung subió su mirada despacio, desde el pequeño lunar hasta sus labios, posteriormente a sus ojos oscuros.
Se encogió ante su mirada profunda y oscura, apoyando las manos en sus hombros mientras Jeon hacia lo propio presionando su cintura con sus dedos.

Sus narices se rozaron, sus alientos cosquilleando en los labios del otro. JeongGuk deseaba acabar con la distacia de una vez y no dudó en hacerlo, inclinándose vorazmente sobre él, abrazando su cintura y pegando sus cuerpos, obligando al menor a abrazarse a su cuello mientras cerraba los ojos, dejándose llevar por los labios del pelinegro.

 JeongGuk deseaba acabar con la distacia de una vez y no dudó en hacerlo, inclinándose vorazmente sobre él, abrazando su cintura y pegando sus cuerpos, obligando al menor a abrazarse a su cuello mientras cerraba los ojos, dejándose llevar por los ...

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