35. Caos

4.2K 417 36
                                    

—Tae, no llores, por favor... —se giró al escuchar los sollozos del menor, pero sin atreverse a acercarse de nuevo.

¿Qué le diferenciaba de aquella escoria de la que le había salvado, si él también se aprovechaba y le lastimaba? Lo que más le pesaba en el corazón en aquel momento era que TaeHyung llorara frente a él. Y lo que era aún peor, que llorara por su culpa.

—No importa, no te preocupes por mí —balbuceó, frotándose el rostro con las mangas del suéter, tratando de limpiar las lágrimas, que se negaban a cesar—. Tienes razón... yo solo...

Él se había hecho ilusiones, tontas e infantiles. ¡Sentía su corazón latir tan rápido cuando estaba con JeongGuk! Se sentía tan bonito... JeongGuk le robaba el aliento casi desde el momento en que se conocieron, y... se iba a ir mañana.

No podía evitar preguntarse si solo le había besado por pena; al fin y al cabo, los finales felices son solo cosa de las novelas. 

—TaeTae... —JeongGuk trató de decir algo, pero ya no sabía qué. Se mantuvo en silencio, esperando a que TaeHyung se calmara, y no pudo sentirse más inútil. ¿Ni tan siquiera podía consolarlo? Era su culpa y no sabía qué decir, a pesar de que aún quedara mucho por hablar entre ellos.

—No me mires así —murmuró TaeHyung tras larguísimos minutos en los que lo único que podía escuchar en la habitación eran los sollozos del castaño, acompañando a la voz de su conciencia rebotando por cada recoveco de su cabeza. JeongGuk pestañeó con sorpresa porque, pasando por alto su tono débil y su voz rota a causa del llanto, TaeHyung le había vuelto a encarar, mirándolo fijamente.

Un pequeño atisbo de resentimiento se mezclaba entre las lágrimas e ilusiones rotas.

—Soy yo quien no soporta que tú me mires así... —susurró, bajando el volumen de su voz a medida que hablaba. TaeHyung estrujó la almohada entre sus dedos, apretándola contra sí.

Ninguno lograba apartar su mirada, perdidos, una vez más, en la profundidad de sus ojos. JeongGuk se atrevió a acercar su mano al rostro del pequeño, acariciando su pómulo con el pulgar y emborronando los surcos que habían trazado las lágrimas en sus suaves mejillas.

—Lo siento.

JeongGuk estaba completamente confundido; en menos de dos semanas había caído a los pies de un chico que ni siquiera había cumplido los 16, que podía ser tan tímido y adorable como atrevido y cautivador, bailando peligrosamente entre lo inocente y lo prohibido. ¿Qué iba a hacer JeongGuk? ¿Dejarse llevar un poco más? ¿Irse de allí? Se sentía aturdido, sus sentidos estaban saturados por Kim TaeHyung.

El menor se sentía frustrado y dolido, sin poder evitar mirarlo con rabia. ¿Que lo sentía? Podría haberlo apartado aquella vez que le regaló su primer beso, ¿era ahora que lo sentía? Alzó su mano cuando JeongGuk alejó la suya de su mejilla, sujetando su muñeca con fuerza y tirando de él hacia sí mismo. JeongGuk tuvo que apoyar su mano libre sobre el colchón, con TaeHyung a milímetros de su rostro, dedicándole una mirada furibunda. Pero sus pestañas eran tan largas... Murmuró su nombre.

—¡Bastardo!

El corazón de ambos dio un vuelco, girándose hacia la puerta abierta de par en par. JeongGuk se alejó del menor como si este quemara, soltándose bruscamente del agarre que tenía en su muñeca, para luego trastabillar con el borde de la cama y caer de bruces contra el suelo.

TaeHyung, blanco como el papel y con el corazón palpitando contra su pecho con fuerza, sintió que se le escapaba el alma.

—¿P-papá?

● ● ●

Los padres de JiMin habían llegado junto a otra pareja de más o menos su misma edad. SeokJin los conocía de sobra; a pesar de haber pasado su infancia en Anyang-Gwangcheon, su ciudad natal, se habían trasladado a Busan con el nacimiento de su hermana, hacía ya 17 años. Sin embargo YoonGi, obligado a separarse de los brazos del mayor y salir de la cocina a saludar, no tenía ni idea de quienes eran.

Los Park se habían encargado de las presentaciones, y YoonGi había saludado con educación. A partir de ahí, había participado lo menos posible en la conversación, dedicándose a admirar la facilidad que tenía SeokJin para mantener una charla amena con cualquiera, y a su vez, lo guapo que se veía hablando y los gruesos que eran sus labios. En cuanto el castaño se dio cuenta de la causa del desinterés de YoonGi (él mismo), comentando con la señora Park respecto a como les estaba yendo el curso a YongSun y a JiMin, se vio obligado a reprimir una sonrisa.

Despachó a los adultos con asombrosa amabilidad y le recordó a YoonGi que debía de ayudarle con su maleta. El peliazul alzó las cejas, asintiendo cómplice y camuflando de tos una risita.

SeokJin no dudó en entrelazar sus dedos con los del menor en cuanto se encontraron lejos de la vista de cualquiera, gesto que YoonGi disfrutó y le avergonzó a partes iguales. Tiró de él entre pequeñas risas y empujones escaleras arriba, hasta la habitación. A medida que se acercaban a la puerta e iban enredándose en los brazos del otro y sus cuerpos se juntaban peligrosamente.

Al final YoonGi se las apañó para abrir la puerta, con el castaño acorralándolo y el pomo clavándose en su espalda baja, sin notar ninguno de los dos la mirada pesada y amarga que les dirigía el chico rubio que acababa de salir de su habitación, y que pasó bufando frente a la puerta del cuarto de invitados a la que acababan de echar el cerrojo.

En las escaleras, ya lejos de los otros dos, se cruzó con los señores Kim, que le saludaron alegremente.

—¿No está Tae contigo, cariño? —la madre de su mejor amigo le sonrió con dulzura, acariciando su cabello.

—Creo que está en la habitación de invitados de la izquierda —JiMin señaló el cuarto devolviéndole la sonrisa a la mujer mientras su marido le daba una palmada en el hombro y le agradecía, antes de seguir bajando.

El adolescente no había pisado ni el último escalón cuando se desató el caos.

little & cute boy © kookvWhere stories live. Discover now