17. Supermercado

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JiMin iba de un lado para otro por la casa, casi histérico, mientras que YoonGi estaba tirado en el sofá, con el antebrazo sobre los ojos y su pecho subiendo y bajando lentamente. El tranquilo desayuno se había vuelto una locura en cuestión de minutos.

Posiblemente el detonante del caos había sido la llamada de HyeJin, indicando que ella y WheeIn no podrían ir esa noche.

—¡Hyung! —chilló el menor— ¿Quedan palomitas, verdad?

JeongGuk inspiró profundamente, pasando la lengua por sus labios preparándose mentalmente para recordarle a su primo que él y YoonGi se las habían acabado todas el jueves mientras veían una película de terror que YoonGi había elegido y, además, sin dejarle apenas tomar un puñado.

—¡No puedo celebrar una fiesta de pijamas sin palomitas, idiota Jeon! —gritó JiMin, histérico, sentándose en el sofá y ocultando el rostro en un cojín, ahogando su frustración en este— ¿Por qué os he hecho caso y he esperado hasta hoy para organizar todo?

Los lamentos del cumpleañero aumentaron de volumen provocando que el "bello durmiente" se removiera, empujando la pierna de JiMin con sus pies mientras se estiraba bostezando. El rubio ni se molestó en admirar lo adorable que se veía su hyung. Estaba demasiado estresado como para fijarse.

—¿Ya es hora de comer? —preguntó adormilado el mayor, aún sin abrir los ojos.

Algo en la cabeza de JeongGuk hizo clic; sonrió colocándose frente a ambos chicos en el sofá, con la esperanza de tener unos momentos de tranquilidad.

—Mm, ¿Yoonie...?

● ● ●

YoonGi subió su capucha, estremeciéndose por culpa del frío viento costero de Busan en esas épocas del año.

JiMin caminaba a su lado en silencio, con las manos en los bolsillos.

—Hyung... —habló en bajo el rubio, mirando como el pelinegro giraba su rostro hacia otro lado inflando sus mejillas, rosadas por el frío, con molestia— ¡Oh, por favor hyung, no puedes seguir enfadado!

YoonGi guardó silencio mientras seguía caminando, en una actitud que incluso al menor le resultó estúpida e infantil. Abultó sus gruesos labios y sujetó el brazo del chico de piel nívea, haciendo que se detuvieran.

—¡YoonGi hyung, no es mi culpa que tengamos que ir nosotros a comprar! —JiMin tenía el ceño fruncido, mirando el rostro del mayor de cerca. Este apretó los labios, manteniendo su mirada en la expresión (ahora sí molesta) del pequeño.

JiMin solamente tenía que levantar un poco su mirada para encontrarse con la de YoonGi, no era mucho más bajo que su hyung y era bastante obvio que en un par de años alcanzaría su altura; incluso podría llegar a ser más alto que el pálido, aunque fuera por poco. Mantuvieron su vista fija, retándose el uno al otro.

El rubio quedó sin habla ante lo siguiente que hizo su hyung: sus labios temblaron y formó un tierno puchero, acompañado de lo que parecía ser un berrinche.

—¡Si no hubieras sido tan irritante Gukkie no me habría arrastrado al frío tan temprano solo por acompañarte al supermercado! —le chilló, apartándose del menor y cruzándose de brazos, volviendo a caminar ahora más rápido para dejar a JiMin atrás, mientras refunfuñaba e inflaba sus mejillas como un niño pequeño.

JiMin rodó los ojos, siguiendo al pálido. Debería haberle echo caso a su primo en cuanto le avisó de que YoonGi sumado a sueño y frío no podía resultar nada agradable o "adorable", que había sido el adjetivo que el rubio había utilizado al ver a su mayor salir del cuarto para ir al supermercado con cuatro capas de ropa encima y con expresión somnolienta.

No entendía como alguien tan tranquilo y silencioso podía convertirse en semejante monstruo infantil e irritante.

—¡YoonGi! —refunfuñó, apurando el paso para alcanzarlo— Hyung, espérame...

—¿JiMin? —ambos se detuvieron, girándose a la vez al escuchar una voz llamando por el rubio, exclamando felizmente:— ¡Que alegría verte justo hoy!

YoonGi se encontró con un chico alto de cabello castaño y lacio, rostro dulce y hombros anchos abrazando a JiMin por los hombros con uno de sus brazos, ya que en el otro llevaba un par de pesadas bolsas de la compra que dificultaban su movimiento.

—¡SeokJin hyung! —dijo JiMin alegre, devolviéndole al mayor el abrazo, bajo la atenta mirada de YoonGi.

Si la vida real fuera como los dibujos animados, el corazón del pálido habría salido disparado de su pecho y su mandíbula llegaría al suelo ante la visión de semejante príncipe.

little & cute boy © kookvWhere stories live. Discover now