1. Lágrimas de cocodrilo

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—¡JiMin! —los labios de TaeHyung se abultaron en un tierno puchero. Su mejor amigo no le estaba prestando ninguna atención. Dejó el mando de la consola sobre la cama, con la infantil frustración de sentirse ignorado mientras intentaba explicarle algunos trucos del videojuego que le habían regalado los tíos de JiMin por su cumpleaños, un poco adelantado.

JiMin llevaba toda la tarde distraído, mirando por la ventana hacia la calle, y apenas le hacía caso a las reclamaciones de atención del castaño.

—Perdona, Tae —JiMin lo miro con una adorable sonrisa que se esfumó lentamente al ver que la expresión molesta de su amigo no desaparecía. TaeHyung, quien lo miraba con sus cejas fundidas en una delgada línea, era el único al cual no podía manipular con sus encantos. En realidad, era el menor quién siempre terminaba dejándolo fuera de juego y dispuesto a cumplir cualquier capricho y petición que cruzara por su mente.

—¿Ya no me quieres y por eso me ignoras? —JiMin se abría reído por su tonta pregunta, de no ser porque vio como los pequeños ojos del menor se anegaban de lágrimas.

TaeHyung apretó los puños sin mirar al rubio, mientras pequeñas gotas saladas rodaban por sus rojizas mejillas. Los brazos del contrario lo rodearon, apretándolo con fuerza contra su pecho. JiMin nunca dejaría de sorprenderse de la facilidad que tenía el chico para llorar, como si se tratase de un niño pequeño que se había separado de sus padres.

—Claro que te quiero, mucho mucho —el rubio depositó un casto beso en su húmeda mejilla— Eres mi mejor amigo.

Taehyung lo miró en silencio por unos segundos, sus ojitos brillaban por la reciente llorera y JiMin temía que sus palabras no bastaran y volviera a estallar en llanto. Tenía 15 años, pero conservaba ese aura infantil e inocente propia de un pequeño infante. JiMin detestaba que Tae llorara, aunque fuera por cualquier chiquillada.

—¿Entonces qué te pasa hoy, Chim Chim? —TaeHyung se apoyó en el pecho del mayor, haciendo que este se tumbara en la cama con él encima. Los pequeños dedos de JiMin se enterraron entre sus mechones castaños, otorgándole suaves caricias.

—¿Recuerdas a mi primo JeongGuk? ¡Viene de visita! —reveló ilusionado, girando su rostro para mirar de nuevo por la ventana— También vendrá YoonGi hyung, muero de ganas de verlos.

—Ah —TaeHyung mordisqueó su labio. Él había estado enfermo la última vez que el primo mayor de JiMin había venido a la ciudad, así que solo había visto al susodicho primo un par de veces durante sus dos semanas de estancia en Seúl. El castaño lo recordaba como un patán que le había robado completamente la atención de su mejor amigo. El rubio sentía verdadera adoración por el joven, al contrario que TaeHyung. JiMin era su mejor amigo, y no quería compartirlo.

—¿Sabes, Tae? Vamos a jugar un poco —JiMin alejó las manos del lacio cabello de su menor, estirándose para alcanzar los mandos. Era posible que a TaeHyung no le cayera bien JeongGuk. ¿Pero cómo? Guk era perfecto; un universitario guapo, cariñoso, con un humor fresco y una sonrisa jovial. YoonGi, el mejor amigo de su primo, otro tanto. Algo más callado y serio, pero no por ello menos interesante.

TaeHyung asintió a su propuesta, a lo que JiMin se levantó para encender la consola. Solamente se llevaban un año de edad y la diferencia de altura no era demasiada: TaeHyung era apenas unos centímetros más alto que JiMin, pero el cuerpo de este estaba algo más desarrollado y era más ancho.

Se escuchó un claxon fuera de la casa, y JiMin se levantó como si llevara un resorte.

—¡JeongGuk! —JiMin lanzó el mando hacia su cama sin mirar, antes de salir corriendo del cuarto sin percatarse de como el objeto se estrellaba dolorosamente en el rostro de su amigo, haciendo que soltara un sonoro quejido. Las lágrimas se acumularon en sus ojos a causa del dolor, sobando su nariz.

—TaeHyung, cariño, baja a darle la bienvenida a JeongGuk —la señora Park pasó, sin fijarse en el estado en el que estaba el amigo de su hijo.

Taehyung sorbió su nariz, pasando el antebrazo por sus ojos para evitar que las lágrimas cayeran, y se levantó a saludar a JeongGuk.

little & cute boy © kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora