4-Lamento de Lobos - Un Mago Negro en el Valle

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La noche era oscura y en el bosque, las ramas de los árboles dibujaban sombras acechantes a partir de la luz de la luna. En varias ocasiones, Lis se vio tentada a dar media vuelta pero su orgullo que le impedía ser más cobarde que Angie la impulsó a continuar.

Finalmente la encontró. A la linde del bosque, en una explanada rocosa al pie de las montañas había dos personas hablando.

Lis se ocultó detrás de unos arbustos, a poca distancia y trató de escuchar.

—Dime —distinguió la voz de un hombre joven visiblemente enfadado—. ¿Has descubierto algo ya? ¿Tienes algún plan en mente?

—No he averiguado nada todavía, ni tengo ningún plan —respondió otra voz que solo podía ser la de Angie.

—¿Y qué vas a hacer? —elevó el tono aún más el hombre—. ¿Dejar pasar el tiempo? ¿Esperar a que ella se enfade y tome cartas en el asunto?

—No he recibido noticias.

—Pero las tendrás, te lo aseguro. No sabes con quién estás tratando.

Escuchó una risilla amarga y aguda que solo podía proceder de la niña:

—Sé con quien trato y también sé qué quiero. Quiero a Vanessa libre y de momento ella no puede ayudarme en ese aspecto.

—¿Y qué vas a hacer?

—Ella pretende que los hechiceros se unan  contra un enemigo común, el suyo y de paso matar dos pájaros de un tiro y conservar la vida. He venido a un lugar repleto de magos. Si les cuento mi historia tal vez me ayuden a salvar a mi amiga.

Se hizo un silencio tenso que rompió el hombre con un tono de voz histérico:

—¿Me cortará el cuello si dejo que te pase algo y tú me estás hablando de que vas a jugar a dos bandas?

Lis hizo un hueco en el arbusto, con precaución y se acercó un poco más para poder mirar.

Angie estaba de pie con los brazos en jarras  y mirando hacia arriba a su interlocutor. Él era alto y con buen porte, llevaba ropas de cuero propias de mercenarios o montaraces y de tono oscuro y su larga melena castaña estaba recogida en una coleta detrás de la nuca. Desde allí Lis también podía distinguir que sus rasgos eran atractivos y sus ojos de color claro y, decidió para sí, que no le hubiera importado verlo más de cerca.

—Quiero a Vanessa libre, el cómo no me importa —señaló Angie todavía con las manos en la cintura.

—Ni lo que me suceda a mí o ella, por descontado —intervino el  joven cínicamente—. Te harán preguntas. ¿Vas a contarles todo lo que sabes?¿Nos traicionarás?

—No sé todavía lo que haré  y no he hablado de traición.

—Hiciste un pacto.

—Tampoco he hablado de romper…

Entonces el chico le hizo un gesto y Angie se calló súbitamente. El joven miró alrededor , Angie lo imitó y Lis supo que la habían oído.

—Creo que por ahí debe de haber un pajarito —susurró el joven.

—Yo también lo creo —respondió la niña mirando fijamente a su arbusto—. Lis, sal —añadió—. Sé que estás ahí.

Maldiciendo para sus adentros, la joven se incorporó y se adentró en el claro.

Percibió como el chico la miraba fijamente debatiéndose entre la curiosidad y una suerte de temor.

—Tienes un pelo bonito —comentó de ahí a unos segundos y Lis no supo si lo decía en broma o de veras encontraba bella su enredada cabellera roja.

El Juego De Las Almas - Crónicas De La Torre VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora