5- Dana y ... - El Cazador de Bestias.

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Cuando el hombre despertó, la luna llena brillaba en el cielo y una cálida hoguera crepitaba a su lado. Un poco más apartada, sentada sobre un tronco caído, había una figura en sombras.

—¿Quién…? ¿Cómo? —preguntó el hombre desorientado, mirando alrededor.

—Yo hago las preguntas —respondió desde la penumbra una voz femenina severa y fría—. ¿Cómo te llamas?

—Rolan —dijo el humano aún desconcertado.

—¿Cómo has llegado hasta aquí, Rolan? ¿Qué te ha provocado las heridas? —preguntó la voz de nuevo.

Rolan miró hacia las sombras con inquietud. El acento de la mujer era melodioso y no se parecía a ninguno que oyese frecuentemente:

—Oye yo no sé quién eres… y con qué derecho…

—Te he salvado la vida. He curado parte de tus heridas, aunque mucho me temo que te quedarán profundas cicatrices en la cara, donde te hirieron con zarpas —replicó la voz—. Sin mí, ahora mismo estarías muerto, así que me parece que tengo bastante derecho a preguntar por qué he tenido que desperdiciar mi magia contigo.

El humano se inquietó bastante ante la mención de la hechicería, pero no tanto como lo hubiera hecho un hombre de a pie.

Se recompuso y trató de vislumbrar el rostro de la silueta, sentada poco más allá.

—Te lo agradezco —dijo incómodo—, te agradezco mucho que te hayas tomado esfuerzo en salvarme. Ya que te debo mi vida, espero poder compensarte con ella y ayudarte en lo que pueda para pagarte la magia que hayas empleado conmigo —indicó cordial aunque con inseguridad.

Desde las sombras, la silueta esbozó una sonrisa afilada:

—Eso sería de lo más adecuado —Shi-Mae se levantó y avanzó hasta quedar iluminada por la luz de la hoguera—. No puedo utilizar la magia a menudo y necesito a una persona que me acompañe y pueda proteger hasta el Reino de los Elfos.

El hombre la observó unos instantes en tenso silencio, parecía debatirse entre la contrariedad porque le habían tomado la palabra y cierta curiosidad y fascinación:

—Eres elfa. Por eso me extrañaba tu acento —dijo al final.

—No es la primera vez que te cruzas con uno de los míos, deduzco —dijo la archimaga mordaz.

—No —respondió con tranquilidad él—. He viajado bastante.

—Y también te has cruzado con bastantes criaturas… —dejó caer ella, mientras se sentaba con elegancia a su lado— ¿Cómo has llegado hasta aquí?

—¿Queréis saber solo por qué me habéis encontrado muriéndome al lado de un camino o toda mi historia? —preguntó mirándola inquisitivamente, se mordió el labio pícaramente y después le sonrió: —Porque lo que querréis saber es si soy vuestro hombre. ¿No?

Shi-Mae esbozó una sonrisa de marcado desprecio:

—¿Si sois mi hombre decís? —dijo despectivamente.

La sonrisa se evaporó del rostro de Rolan:

—Si soy el tipo de hombre que buscáis que os acompañe y proteja —señaló.

Shi-Mae posó en él una mirada fría como el hielo y él desvió la vista y procedió a contar su historia:

—Soy cazador. Bueno, era cazador. Nací como granjero, en verdad. Mi abuelo había sido cazador también, escogió ese trabajo después de que una bestia aniquilase a varios de sus hermanos de niño, y había tratado de instruir a su hijo en el oficio, pero mi padre amaba la vida tranquila y a su esposa y no le gustaban los riesgos —hizo una pequeña pausa—. Yo era diferente, me gustaban los retos, el probarme a mí mismo —suspiró—. Al principio, mi padre se negó. Mi abuelo muriera años antes en una misión, pero al final buscó a un hombre, uno de los mejores, para que me instruyese  —esbozó una sonrisa—. Me fue bien, era peligroso, cierto, vi morir a varios de mis compañeros pero sentía que estaba haciendo un bien al mundo y vengando la muerte de mi abuelo. Me casé con una campesina. Era dulce y hermosa pero yo pasaba muchos meses fuera de casa —suspiró de nuevo y fijó la mirada triste en las llamas—. Enfermó de tuberculosis y aparté mi trabajo para cuidarla. Murió poco después y me quedé solo. Mis padres y mis tíos habían muerto de peste un año antes y solo me quedaba una pequeña prima a la que sentía que debía cuidar así que aparté definitivamente del ejercicio de la caza y me convertí en campesino. Luana era una chica preciosa, se parecía a mi madre. Tenía el cabello del color del sol… era tan tierna…

—¿Y? —preguntó Shi-Mae.

Rolan bufó:

—El otro día salió a tender la ropa, como tardaba fui a buscarla y cuando la encontré… —se le descompuso el rostro de tristeza y rabia—… fue una de esas condenadas bestias así que cogí la poca plata que había guardado y traté de darles caza.

—¿Darles?

El hombre levantó la cabeza desconcertado:

—Sí, eran dos. Un lobo de color pardo y una loba gris.

Shi-Mae frunció el ceño:

—Gris —susurró para sí misma.

—Sí —asintió el hombre—. Maté primero a la loba, el segundo estaba como loco. Parecía totalmente dominado por su hambre e instinto y también era más rápido así que tuve que perseguirlo durante días hasta que logré abatirlo ayer, aunque casi me cuesta la vida. Es raro en esas criaturas —explicó— los hombres-lobo suelen ser más inteligentes que los lobos corrientes. Por el contrario, el hombre-lobo marrón parecía estarse peleando consigo mismo como si tuviese una lucha interna.

—Elfos-lobo, no hombres-lobo —corrigió Shi-Mae ásperamente.

El hombre la miró con suspicacia. Shi-Mae jugueteaba a darle vueltas con la mano a un cuchillo de plata ensangrentado pero no dijo nada más.

—¿Satisfecha, mi señora? —le preguntó, tras unos segundo en silencio, con una sonrisa encantadora.

Ella volvió a dirigirle una mirada fría que le quitó casi todas las ganas de sonreír:

—Descansad, partiréis conmigo mañana al amanecer y así saldaréis vuestra deuda —le contestó antes de levantarse y dirigirse al borde de un risco cercano, donde se sentó abrazándose las rodillas y dándole la espalda.

El humano contempló durante un rato en silencio como la elfa miraba al paisaje nocturno y el cielo. Finalmente se levantó y se acercó lentamente hasta estar a medio metro de ella.

En el firmamento había una luz blanca totalmente redonda ingenuamente hermosa y enigmática.

Los ojos de Shi-Mae estaban fijos en ella, con una extraña expresión en el rostro.

—Plenilunio –dijo Rolan–. La luna está hermosa  esta noche ¿Verdad? –le preguntó con cierto matiz de burla—. Sin embargo, sé que tú no piensas en ello. La odias —afirmó—,  la miras de otra forma, como la miramos todos los que nos ha arrebatado a alguien a quien amábamos—había una sonrisa amarga en su rostro—. A mí me arrebató a mi abuelo, antes a él, sus hermanos. También me quitó a mi maestro y a dos de mis compañeros… y ahora… a Luana —la miró suspicaz—. ¿Y a usted, mi dama? –preguntó.

—A mi prometido —respondió con frialdad Shi-Mae sin dignarse a girarse.

Rolan la atravesó con la mirada:

—Algún día todos esos licántropos se arrepentirán de haber puesto las zarpas encima a nuestra gente —amenazó— . Y juro que si  alguna de esas bestias se cruza en mi camino le haré sentir el mismo dolor que debió sentir Luana antes de matarla  —su voz temblaba entre la rabia y el dolor—. Lo juro —repitió antes de alejarse entre los árboles.

Shi-Mae no se volvió ni movió. Continuó con la mirada fija en la luna. No se molestó en aclarar en que Fenris había sido la bestia  asesina y no la víctima.

Su prometido había sido el lobo.

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Espero que esté gustando el ritmo que va tomando la historia y por favor, quienes leáis esto no os olvidéis de comentar. Dado que me lleva esfuerzo escribir y además lo hago gratis se agradece de verdad a los que os tomáis un momentito para dejar vuestra opinión :)

Tengo mucha curiosidad por saber que créeis que irá pasando con la historia, así que no os olvidéis de contarme que pensáis que sucederá, hipótesis, tonterías o que personajes os gustan o a cuales no tragáis jajaj ;)

El Juego De Las Almas - Crónicas De La Torre VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora