3-Más sospechas y... : A-K y S-M

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Cuando todo dejó de dar vueltas y Angie pudo abrir los ojos vio que se encontraba en una especie de prado al lado de un bosque. En la lejanía se distinguían las luces de un pueblo. No debían de haber llegado demasiado lejos.

Se giró para mirar a sus espaldas.

Morderek se había soltado de la elfa y se encontraba encogido sobre la tierra, gimiendo como si fuese a echar los intestinos por la boca. A su lado, estaba la archimaga que pareció reparar en ella en ese mismo instante:

—¿Tú, otra vez? –masculló irritada —¿Qué quieres?

—Ya te lo he dicho —indicó Angie dirigiéndole una mirada desafiante —. Ser tu aprendiz.

Esta vez Shi-Mae no pareció burlarse de ella. La observó con ojo crítico durante un segundo antes decir:

—Hablaremos ese asunto.

El tono había sido áspero y frío y Angie no supo si identificar esto como muestra de desagrado o como señal de una amenaza.

La archimaga se giró hacia Morderek:

—¡Levántate! –le ordenó.

El chico lo logró a duras penas, no sin trastabillar en el intento.

—¿Qué… qué… quieres que… haga? –logró pronunciar.

La elfa ignoró su intervención:

—Supongo que ni te habrás preguntado por qué estás vivo. Bien, no voy a darte detalles porque no los necesitas saber –comenzó con soberbia—. Estás vivo gracias a mí, si yo muero tú mueres, que te quede claro. Así que, aunque no irías a ninguna parte de todas formas, ni se te ocurra intentar ninguna tontería –le advirtió mientras Morderek la contemplaba entre el desconcierto y un mal disimulado odio—. Realicé un pacto con un nigromante —continuó la hechicera—, gracias a él volví a la vida, pero a cambio, debía de cumplir una serie de condiciones las cuales no estaba dispuesta a acatar…

—Para variar –másculló el chico.

—¡Cállate! Tú tampoco cumples tus tratos, traidor –le gritó ella, repentinamente irritada—. Al escapar de su morada y por el incumplimiento de mi parte del pacto la otra se anula también —continuó más tranquila—. Mi vida y mi cuerpo se debilitan y llegará un momento en el que se extingan. —Morderek no pareció demasiado triste con la idea —. Sin embargo, como acabo de puntualizar, mi muerte traerá la tuya así que eso no te interesa —señaló la elfa al ver su expresión.

—¿Y qué pretendes que haga? –preguntó él.

—Yo me dirigiré al reino de los elfos de incógnito para contactar con mis apoyos del consejo de magos y de la nobleza e informarlos de la situación. Quiero que tu vayas a la torre y mantengas a esos magos vigilados y a mí al corriente de lo que hacen. —lo informó.

—¿A la torre? –se asustó Morderek —¡No! ¡Ni de broma!

Shi-Mae alzó la mano hacia él pero no llegó a hacer nada.

—Yo lo haré —la interrumpió Angie antes de que lograse pronunciar el hechizo.

—¿Tú? –la cuestionaron  volviéndose al unísono los dos.

Angie fijo sus ojos oscuros en ellos con seriedad:

—Yo me ofrezco. No me supone ningún problema y a mí no me conocen. Puedo introducirme en la escuela como aprendiz –explicó. La archimaga la miró pensativa. Angie se preguntó si consideraba matarla por incordiosa o pensaba en aceptarla como alumna—. Es más, os seré mucho más útil que él — añadió refiriéndose a Morderek el cual no la miró precisamente con amor—.  Tengo el don de la visión. Puedo ver el pasado, el presente y el futuro. Puedo profundizar en una persona más incluso de lo que lo haría un mentalista. Así que lograré averiguar más cosas que él.

El Juego De Las Almas - Crónicas De La Torre VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora