7-La Batalla - Muerte a la Corona

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Aparentemente los soldados de la Casa de las Brumas y los del Río estaban aliados y luchaban contra los soldados de la Corona. Ninguna de esas dos casas y tampoco la del Valle habían parecido nada sorprendidas ante el anuncio de traición de Hay-Kar. Por lo tanto, Nawin deducía que habían planeado juntos derrocarla. Sin embargo, los soldados del Valle parecían haber cambiado de idea y estaban peleando junto a la Corona. Sus antiguos aliados parecían tan desconcertados por su cambio de bando como ella.

—¿Pero qué se supone que estáis haciendo? —vislumbró a Shi-Yun, padre de Shi-Mae y duque del río, gritándole a su homónimo del Valle.

El otro noble se encogió de hombros:

—Adelantarme al incumplimiento de un pacto —respondió tranquilamente resguardado detrás de sus soldados, mientras comandaba el combate desde una esquina del salón.

—¿Qué incumplimiento del pacto? —volvió a gritar Shi-Yun.

—Ninguno que yo haya hecho con vos —sonrió él, mirando de reojo a Nawin con cara de no haber roto jamás un plato—. Saben los dioses que jamás osaría conspirar contra la Corona —declaró con falso fervor— pero... en caso de que Hay-Kar llegara al poder... preferiría que desposase a una de mis hijas, en vez de ver como reina a vuestra oportunamente.... reaparecida heredera. Sin duda, esa nueva elección matrimonial aletea por la mente de nuestro querido Hay-Kar desde que tu amada hija ha hecho acto de presencia.

Shi-Yun no contestó pero le dirigió una mirada helada que parecía una letal promesa y dio órdenes a unos de sus soldados de ir a liquidar a otros del valle que se encontraban, en ese momento, peleando contra los de las brumas.

Nawin levantó entonces, la mirada de los traidores para fijarla en el artífice de aquel desastre.

Hay-Kar, estaba también apartado del combate y cerca de la puerta, rodeado de sus soldados y hechiceros dando órdenes a diestro y siniestro. Incluso con el contratiempo de la traición de uno de sus aliados, tenía la expresión confiada de quien se sabe ganador de la victoria.

A duras penas contuvo la tentación de lanzarse a por él. A parte de inútil eso habría sido suicida, pero quedarse allí mirando al elfo que la había engatusado y traicionado no la hizo sentirse menos impotente y estúpida.

En un principio, había pospuesto todo lo posible la elección de marido y después, se había decantado por los nobles más poderosos. Tanto Alistair, hermano mayor de Éressar, como Hay-Kar, habían sido las dos mejores opciones en aquel campo. Cualquiera de ellos era, además, atractivo. Sin embargo, Hay-Kar tenía una alarmante tendencia a saltarse el protocolo y a propasarse con ella, eso sin contar con la mala fama de la casa de las Brumas, por lo que finalmente había escogido a Alistair.

La sorpresa había venido cuando tras hablarlo con el elfo este había rechazado la propuesta de matrimonio:

—Si es lo que me pedís, ofreceré mi vida al servicio vuestro y de la Corona —había respondido con una extraña expresión en el rostro—, pero con todos los respetos, Majestad, creo que hay personas cercanas a vos que podrían brindaros ese servicio mejor que yo. Consideradlo.

Nawin decididamente no iba a obligar a nadie a casarse con ella, por lo que a continuación se había propuesto a Hay-Kar.

Sin embargo, el asunto la había sorprendido.

Llevaba toda su vida rodeada de gente que había tratado de utilizarla o de chuparle la sangre para lograr el poder y le parecía extraño que existiera una persona que no deseara casarse con ella y convertirse en rey.

Por si fuera poco, desde su proposición a su hermano hasta la oficialización del compromiso con Hay-Kar, Éressar había comenzado a actuar de una forma aún más extraña. Apenas le hablaba y actuaba como si estuviese molesto con ella. Eso, cuando no la evitaba o huía deliberadamente.

El Juego De Las Almas - Crónicas De La Torre VWhere stories live. Discover now