Capítulo 33

3.5K 347 186
                                    

Stella Harrinson

Hay momentos y situaciones de nuestra vida que despiertan al animal que llevamos dentro, es como si perdiéramos el control, como si se nublara la razón, como si dejáramos de ser nosotros mismos, o peor aún, como si siempre fuimos eso y todo lo que hemos mostrado al mundo ha sido una vil mentira. La noche que mamá murió, yo descubrí una parte de mí que no sabía que existía, y me he odiado desde entonces por ello, no exactamente por convertirme en un monstruo, sino por sacarlo de las profundidades de mi ser cuando ya era lo suficientemente tarde.

Clavo mi vista en Heist, en ese chico que tanto quiero, y verlo ahí, tirado en el suelo, sangrando, actúa como combustible para mí irá. Siento la ira burbujeando dentro de mi pecho, Es como si estar ante esta situación, en peligro, y pegada contra las cuerdas del ring, activara mi instinto de supervivencia y con el, una fuerza inhumana. La última vez que pasó, la última vez que exploté fue tarde, pero ahora no será así, no puede suceder otra vez...

No quiero perder a Heist.

Este no es mi final. Yo puedo hacerlo. Yo misma puedo salvarme.

Salvarlo.

Y mi mente comenzó a trabajar con mayor rapidez, comencé a ver todo en cámara lenta mientras mi cerebro pensaba a toda velocidad. Y aunque era obvio que Ryand era más grande y musculoso, por ende su fuerza era mayor a la mía, yo llevaba cierta ventaja y era que él estaba golpeado y eso lo debilita un poco más, así que no era tan descabellado que pudiera vencerlo.

Después de todo, la vida nos sorprende.

Ryand comenzar a acercarse a mí, victorioso, pero a la vez cuidadoso, sintiéndose sobradamente ganador puedo verlo en sus ojos, la navaja que trae en su mano gotea sangre de Heist, y supongo que cree que nada puede detenerlo, que ha ganado. Dejo que me tome por el brazo de forma brusca, que piense que se la pondré fácil, que estoy rindiéndome ante él.

Ya quisiera.

Soy lectora. Lloro por la muerte de los personajes, pero no pierdo las esperanzas hasta que es extremadamente oficial.

Miren lo que pasó con Lujuria.

Y aún hay muchas voces en mi cabeza que me piden que me atenga, que no hay salida, que estoy perdida, yo como puedo me las ingenio para silenciarlas y animarme a mi misma, porque si no confiamos en nosotros mismos y en aquello que somos capaces hacer ¿Quién lo hará? La vida es así, aunque el apoyo de los demás es importante, más, sin embargo, no sirve de nada si tú no lo haces, si tú no te apoyas.

Uno mismo, debe ser su principal apoyo.

La lluvia sigue cayendo sobre nosotros, el cielo se hace pedazos, me parece muy loco la manera en la que todo se descontroló, tanto que hasta el clima lo hizo. Mi pecho sube y baja con cada respiración, tengo el pelo pegado a los lados de la cara, un escalofrío inundó mi cuerpo cuando sentí la mano de Ryand enrollarse en mi brazo y comenzar a jalarme, trato de clavar los tacones en el barro para resistirme y ponérsela difícil, pero eso no parece un inconveniente para él, porque utiliza su fuerza y de un solo jalón me arrastra y me pone en pie, como si no pesara, y solo fuera una muñeca de trapo. Él está mojado y lleno de barro, igual que mis piernas, que mis tacones, que mi vestido, que toda yo.

Levanto la mirada y sin buscarlo, ambos encontramos la mirada del otro sin buscarlo, Ryand es alguien apuesto, solo... solo que quizás, nació en el lugar equivocado, o no, me corrijo, porque el lugar en el que nacemos, no es culpable de nuestras desgracias, somos nosotros mismos y las decisiones que tomamos, los limites solo están en nuestra cabeza. Su mirada es oscura, no hay brillo, no hay emociones, luce perdida, muerta, sin alma y por un fragmento de segundo, me pregunto ¿Cuánto tiene que pasar para dejar que el odio nos consuma por dentro? ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar solamente por una venganza?

La Chica Que Se Enamora De Personajes LiterariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora