Capítulo 12

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Ares Hidalgo

Stella.

Stella.

Stella.

Cuando la vi tratar de defenderse, aunque no estaba en igualdad de condiciones, debido que éramos cinco chicos frente a ella y no tenía siquiera una oportunidad de salvarse, supe que ella no es de las que se rinden sin antes luchar. Supe que ella no es de esas que se dejan intimidar.

Supe que ella sería alguien de quién era mejor mantenerme alejado.

Pero eso se veía como una misión imposible debido a que, cual sea la razón por la que aparecimos aquí, es por ella. Por ella y solo por ella.

La chica de hermosos ojos marrones es más inteligente de lo que cada uno de nosotros se esperaba, ninguno lo ha dicho, pero hay que ser un tonto para no darse cuenta de lo sorprendidos que hemos quedado en diversos momentos gracias a sus repentinas acciones, a su manera nada predecible de actuar en ciertas circunstancias.

A mí, me dejó perplejo con la seguridad que me enfrentó en su habitación, en el caso de Aegan casi lo deja sin dientes y, aunque no sé con exactitud qué fue lo que sucedió en su casa hace unas noches para que Jack regresara horas después empapado por la lluvia y los ojos hinchados, se perfectamente que ella fue la razón.

Cada que Stella está cerca o la encuentro con la mirada, siento de inmediato esas ganas repentinas de pegarla a mí, de sentirla y hacerla mía. Pero lucho contra toda esa sensación y me esfuerzo por encontrar la raíz de eso que nos atrae de ella, aquello que de alguna forma la coloca en el foco de nuestra atención, eso que nos tiene tan deslumbrados y que a la vez puede ser nuestra perdición.

Aunque no recuerdo mucho de mi anterior vida, si hay algo de lo que estoy seguro es de que, en ella, no era el mejor expresando mis sentimientos o abriéndome a las personas. Sin embargo, de alguna forma extraña en mi conversación con Jack haca algunas noches, traté de sonar lo más transparente que pude, creyendo así que quería hacerle entender la gravedad del asunto al chico frente a mí, pero sin darme cuenta estaba diciendo exactamente lo que sentía, lo que pensaba, la razón por la que había decidido mantenerme alejado de ella.

—Solamente quiero que ella esté bien, que no le haga daño.

—Cuidado Jack, porque tú también puedes lastimarla, asegúrate bien de lo que sientes y piensa bien las cosas, porque tú también puedes hacerle daño, puedes romper su corazón sin querer hacerlo.

No obstante, olvidé mencionar un punto bastante importante, porque ahorita nosotros muy fácilmente estamos en una guerra, una peligrosa y repleta de fusiles de alto calibre. Una donde hay balas de aquí para allá y de allá para acá. Una donde todos tenemos el poder de herir, de romper.

Una guerra en la que Stella también tiene el poder de lastimarnos.

—Ares...

Escucho la voz de Harry, y vuelvo de mis pensamientos para toparme con la realidad.

—Ah. —respondo de manera inconsciente.

—Pensé que te había dado una parálisis cerebral. — Bromeó.

Me levanto del sofá y lo veo de pie en el pasillo, justo al lado de las escaleras mientras me mira divertido. Trae una camiseta negra deportiva, que se apega a su cuerpo y resalta su piel blanca, su cabello marrón al igual que sus ojos cae a los lados de su cara apuntando hacía todas partes.

Desvío mi mirada hacia el enorme ventanal que está a mi derecha y veo que ya el día está por terminar, el sol se ha escondido ya casi en toda su totalidad y unos hermosos colores otoñales tiñen el cielo mientras se mezclan entre sí, dándole al mismo una tonalidad única e inigualable. Una que representa el fin de algo, de algo que horas después comenzará de nuevo y en dónde tendrás la oportunidad de mejorar o decidir seguir cometiendo los mismos errores.

La Chica Que Se Enamora De Personajes LiterariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora