Capítulo 16

7.6K 793 384
                                    

Maratón 1/3

Vayan despidiéndose de Luke ‐risita malvada-

Luke Howland.

El chico que está roto.

A veces no podemos huir de los dolores internos o de las heridas que nos han marcado durante el camino. No podemos huir de esos hematomas mentales, del dolor. Del destino.

Desde que aparecí de la nada en casa de Stella, hasta el día de hoy, no he podido hacer otra cosa que no sea sobre pensar, y si, quizás sea decisión mía divertirme y dejar de lado el huracán de emociones y sensaciones que azota mi mente, quizás soy yo el problema, pero yo lo intento, juro que lo hago.

Me siento justo como un recipiente de vidrio que está sellado, pero que tiene mucho más líquido del que puede contener. Y hay tanto dentro que necesito sacar, el problema es que no sé cómo hacerlo. Porque dentro de mi hay tantas cosas a la vez, que encontrar la manera de lidiar con cada una, parece una tarea imposible.

Marcas en las muñecas.

Piel demasiado pálida.

Muy flaco.

Ganas desesperadas de consumir... de dejar de sentir.

De escapar.

No todo ha sido color de rosa, y aunque los demás quizás no puedan verlo, en silencio lucho de manera constante tanto interna como físicamente con secuelas que, aun sin poder recordar las razones del por qué están ahí, siguen estando. Sin embargo, me guardo todo eso para mí y lucho para encontrar la raíz yo solo, ¿la razón? Muy obvia, se perfectamente que no soy el único aterrado, confundido o agobiado, cada uno de nosotros tiene sus problemas y todos lidian con ellos de la manera que pueden, sin pedir ayuda, sin verse débiles, y yo no quiero ser la excepción.

Y quizás... ese es el problema, que necesito ayuda.

Necesito dejar que alguien entre y recoja cada parte de mí, que logre ayudarme a salir de este hueco en el que estoy.

Justo como ya una vez alguien lo hizo. Porque, aun cuando mi mente no puede recordarla... mi corazón si lo hace.

Y lleva su nombre grabado.

Me rodeó con mis propios brazos, para darme calor en medio de la fría noche, ya tengo un rato sentado en esta silla playera en el patio trasero de la casa de Harry, sin hacer nada, sin hablar, sin reír, solo yo y el silencio, pero no uno vacío, sino al contrario, uno repleto de palabras, de sentimientos, de miedos.

Estoy muy cerca de la piscina, por ende, mi atención está en ella y en lo limpia y quieta que está el agua. Desvío mi vista rápidamente de ahí cuando escucho los pasos de alguien acercándose, por instinto quiero girarme y ver de quien se trata, pero me obligó a fingir que no los escucho y me quedo inmóvil, como si no me importara el mundo a mi alrededor.

—Luke...

Escucho que alguien me llama y me giro un poco de lado, para saber de quién se trata.

—No estoy para bromas, Aegan.

Le advierto.

—No soy Aegan. Soy Ares.

Me corrige él, y yo me giro de nuevo para darme cuenta que es cierto. Que me he equivocado, y eso no me sorprende, porque le reste tanta importancia a su presencia que no me percate muy bien de quien era, además, equivocarse no es imposible y menos cuando casi todos compartimos facciones y rasgos bastante similares, como si fuéramos el molde de protagonistas perfectos.

La Chica Que Se Enamora De Personajes LiterariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora