Capítulo 29

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Maratón: 2/¿?

Stella Harrinson

No sabes que anhelas tanto algo, hasta que lo haces, hasta que pasa. Lo supe porque teniendo la lengua de Ares de intrusa en mi boca, sintiendo cada parte de él pegada a mí, no me queda duda alguna de que no importa cuanto pase. Esto. Él, yo y los demás, somos completamente inevitables. Y aunque intentos fingir que no, las ganas estarán ahí, palpables, obvias, vivas.

Aunque nos esforcemos en fingir que no.

Siento como el Dios Griego con la mano que tiene en mi rostro, me pega a él profundizando más el beso, como si quisiera grabarse la rugosidad de mis labios, mi sabor, todo, la otra mano la desliza de mi cadera y la introduce bajo mi vestido. Gimo contra sus labios en cuanto sus dedos comienzan a trazar espirales en mi intimidad, y no puedo pensar en nada más que tenerlo dentro de mí, moviéndose sin parar, mueve mi ropa interior a un lado y cuando esta a punto de introducir sus dedos dentro de mí, escuchamos la voz de Aegan haciendo un anuncio dentro de la casa y yo me separo rápidamente de él.

Sus ojos encuentran los míos y mentiría si dijera que no me pierdo en la profundidad y complejidad de ellos, noto sus labios que lucen levemente hinchados y por instinto me toco los míos, mi respiración continúa un poco acelerada, al igual que la de él, la tensión es obvia, y juro que tengo una guerra interna para no abrazarlo y hacerlo mío aquí, justo ahora.

—Debo irme.

Digo con nerviosismo pasándome las manos por el rostro, tratando de ignorar mis pecaminosos pensamientos.

—Stella... no tienes por qué huir...

—Yo... —dudo que decir— el problema con todo esto es que cuando pasa, simplemente no sé cómo reaccionar.

—Quizás no debas pensarlo tanto y, en cambio, solo dejar que fluya.

—No quiero que esto termine mal.

—No lo hará.

—Yo no sé qué siento.

—No tienes por qué saberlo. Yo también estoy confundido. No voy a juzgarte, solamente quiero, quiero saber si se siente igual que en mis pensamientos, si es igual de perfecto como lo imagino, porque joder Stella, me estas matando...

—Ares...

—Yo no te pido que elijas. —puntualiza— Incluso, yo tampoco lo estoy haciendo. Pero se a la perfección que algo dentro de mí, siempre me lleva a ti, a querer abrazarte y hacerte cosas que es mejor no decir ahora y te juro que no sé qué pasa, y quiero saberlo, pero no tengo respuestas.

Estoy casi perpleja ante sus palabras, Ares está siendo lo suficiente maduro para comprender que hay algo, pero no exclusivamente con él y está bien con eso, no me está forzando, pero continuo sin saber que hacer, aun cuando me dije que esta noche haría todas las locuras posibles.

—También siento eso Dios Griego y juro que tengo unas ganas incesantes de que me quites el vestido y me folles lo más duro que puedas —su rostro se ilumina con una sonrisa torcida— pero la noche recién comienza. —me acerco y pego ligeramente mis labios a los suyos.— Sé perseverante y serás quien me arranque el vestido antes que termine la velada.

Con eso, me doy la vuelta y camino dentro de la casa, me miro en un ventanal antes de sumergirme en el tumulto de personas y compruebo que el maquillaje sigue intacto. La casa de Harry es inmensa, así que sin importar la cantidad de gente que hayan invitado, no está del todo repleta, debo admitir que todo luce perfecto, hay luces de colores, comida en algunas mesas situadas a los costados, fuentes de alcohol y chocolates, globos guindando por todas partes, y música, muy buena música.

La Chica Que Se Enamora De Personajes LiterariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora