Capítulo 11

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Stella Harrinson

Todavía no me acostumbro a verlos físicamente y saber que son ellos, que son reales, que están aquí. A mi lado, como siempre soñé, como siempre lo quise. Es increíble la manera en la cual mi vida ha dado un giro de 180° en solo unos días, como he hecho cosas que, aunque si imaginaba, eran del todo imposibles y hoy ya simplemente no lo son.

Es muy probable que, las decisiones que he tomado no hayan sido precisamente las correctas, pero mi intención jamás ha sido hacerle daño a ninguno, es solamente que estar enamorada de muchos personajes literarios es fácil —cuando ellos están atrapados en sus páginas—pero no cuando superan la ficción, cuando dejan de ser solo tinta en papel y se vuelven reales, de carne y hueso.

Y eso es con lo que toda lectora sueña. Pero... ¿Qué haces cuando tienes frente a ti cinco chicos que te salvaron de manera inimaginable, aunque no puedas saberlo? Porque si, ellos me salvaron, me acogieron, me hicieron sentir segura.

Cuando giré mi rostro ligeramente antes de irme, los encontré con la mirada sin siquiera buscarlos, estaban al otro lado del pasillo hablando entre sí, mientras las chicas alrededor tenían orgasmos visuales con nada más verlos. En el momento en que la mirada de esos cuatro chicos que conozco a la perfección se posó en mí, sentí mi corazón detenerse abruptamente por unos segundos y luego empezar a latir, más rápido de lo normal.

Verlos siempre me hará bien, me hará feliz, no obstante, esta vez se siente un poco extraño y aunque no debería—porque soy una adolescente calenturienta, que puede besarse y hacer quien sabe que cosas con quien le plazca—me siento mal por lo que pasó, por lo que hice hace algún rato, por todas esas confusiones que he creado en ellos sin darme cuenta.

Cuando los vi empezar a acercarse con esa caminata épica, imponente, segura y causante de orgasmos visuales— tan cliché de esas películas de adolescentes— mis alarmas se encendieron en su totalidad, y lo primero que pensé fue en salir corriendo, pero además de lo ridícula que me vería haciéndolo, hacerlo sin tener ropa interior bajo esta falda de monja que cargo puesta, definitivamente no era la mejor opción.

Ya me veo cayendo de culo y enseñando hasta el alma.

Así que no hay otra opción más segura que, la de arreguindarme con fuerza las pantaletas que no tengo puestas y esperarlos de pie, mientras llegan a donde estoy. De manera sorpresiva todo el ruido abundante que había en el pasillo cesó, las chicas alrededor casi caen desmayadas y yo me doy la oportunidad de detallarlos uno por uno de manera cuidadosa, ya que, aunque traen el mismo uniforme cada uno emana y transmite algo completamente diferente.

Mi vista cae primero en Heist, quién trae sus profundos ojos grises puestos en mí, como si yo fuera una caja fuerte y estuviera descifrando mi contraseña, buscando en mi interior, rasgando en mi oscuridad. La camisa blanca con el logo del instituto adorna su musculatura y se pega ligeramente a ella, su cabello rubio cae sin problema a los lados de su perfilado rostro, una sonrisa torcida forma sus suaves y rojos labios.

Esos labios que ya probé.

Ares es el que está a su lado, su caminar es de película, de vez en cuando mira hacia los lados y sonríe porque él sabe perfectamente que está bueno—y para qué negarlo—el respectivo pantalón negro del uniforme, se pega perfectamente a sus definidas piernas y marca partes de su cuerpo de las cuales no daré detalles. La camisa le queda bastante ajustada en sus brazos y pechos, su tonalidad de piel es muy blanca, por ende, que algunos rayos de sol se topen con ella, realzan sus pómulos marcados, su perfilada nariz y lo hermoso que es su rostro, pero nada se compara con lo hermoso del color de sus ojos, con esa tonalidad de azul mezclada con verde que enloquecería a cualquiera.

La Chica Que Se Enamora De Personajes LiterariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora