Capítulo 17

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Maratón 2/3

Luke Howland.

Hoy es un buen día para cambiar la historia.

Para ser mejor.

Para tratar de ser feliz.

¿El cambio no empieza conmigo pues? Empecemos entonces.

Pensé mucho en si hacerlo era buena idea, y aun no estoy seguro de que lo sea, pero ya estoy aquí, ya no hay vuelta atrás. Estoy justo frente de la casa donde aparecí de la nada hace unos días, aún recuerdo lo confundido que estaba cuando en un abrir y cerrar de ojos aparecí aquí, frente una chica que yacía dormida en su cama y rodeado de cuatro chicos que se veían igual de perdidos que yo.

Sin embargo, esta vez, no llegué de manera misteriosa, sino que yo lo quise así, porque es justo aquí en donde comienza mi proceso, con en ella.

Con esa chica con la que empezó esta nueva vida.

Con Stella.

Con mi imán, ese que me arrastró hasta aquí, a este mundo donde solo soy un personaje ficticio, donde soy solo palabras, donde no soy real.

O al menos, no físicamente.

Porque espero que, como personaje literario, haya dejado una huella en cada lectora o lector que me conoce.

Doy unos cuantos pasos que me llevan directo a la puerta principal, y solo me falta tocar el timbre. Pero los nervios y las inseguridades de cómo reaccionarán Stella o su papá me inundan, tanto así que estoy a punto de arrepentirme, pero lo hago, lo toco, y solo pasan unos segundos cuando abre la puerta y aparece en mi campo de visión.

—Hola, patética.

La saludo, con una sonrisa de boca cerrada en cuanto mis ojos y los suyos se encuentran, su rostro adquiere una tonalidad carmesí en cuanto escucha mis palabras, y mientras ella procesa mi presencia decido detallarla. Luce soñolienta, con el rostro un poco hinchado, unas pronunciadas ojeras adornan sus hermosos ojos mientras los mechones de su cabello apuntan hacia todas partes

—Hola, sticker de piso.

¿Qué? ¿Por qué me dice así?

¿Alguien me explica?

—Eres rara, Stella. —Le digo, ignorando la confusión generada por su saludo y le volteó los ojos.

—¿Un alago o una ofensa? —me pregunta, para seguidamente subir su rostro y mirarme fijamente a los ojos.

—Una ofensa. —le respondo casi de inmediato, y ella me saca el dedo grosero —¿No vas a preguntarme a qué vine?

—No. —sonríe, mientras menea su cabeza.

—Arréglate, para que salgamos. —Lo digo tan rápido antes de que pueda arrepentirme.

— ¿Ah?

La confusión es obvia en su rostro.

—Si Stella, escuchaste bien. —me paso las manos por el cabello, para manejar los nervios. —Ya sabes, algo para pasarla bien... solos tú y yo.

Pero por favor, di una palabra ya, porque se me va a salir el corazón.

—Acepto. —Accede sin problema.

—Solo si quieres, claro. —le aclaro, porque no quiero que se sienta obligada a hacerlo o algo por el estilo.

La Chica Que Se Enamora De Personajes LiterariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora