Capitulo 54: El rostro del terror.

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Capitulo 54: El rostro del terror.

Han pasado tres semanas. Nunca se presentó de nuevo conmigo y nunca se disculpó. Nisiquiera me llamó nuevamente y su silencio me preocupa, más de lo que me gustaría. No me envía textos insultantes o melancolicos, y no aparece como una persona diferente.

Lo único que hace, al menos yo creo que es él quien lo hace, es moverse en silencio y se que aparecerá lo tengo claro y me estoy preparando.

Yo sigo existiendo, Hugo Alexander sigue existiendo y él sigue existiendo, pero no existimos juntos. Los días siguen pasando, sin importar con quien yo coexista. Y cuanto más días
se plantan entre el presente y ese dia en Alemania, sólo me dejan con más y más preguntas que soy demasiado terca para preguntar.

Quiero saber por qué nunca se
disculpó, porque estoy casi segura de que le habría dado al menos una
oportunidad más. Lo que hizo fue loco y extraño, y un poco posesivo, pero
si lo pesaba en una balanza en contra de todas las cosas maravillosas
sobre él, yo sé que no habría pesado tanto.

No estoy afligida y todavía no he derramado una sola lágrima sobre
toda la situación. No puedo tener el corazón roto porque, por suerte,
todavía tengo que darle esa parte de mí. Pero no soy demasiado orgullosa
para admitir que estoy un poco triste por esto, y sé que es cuestión de
tiempo. Así que estoy bien. Un
poco triste y muy confundida, pero bien.

Observo a Hugo Alexander la forma en la que me mira, como si fuera la única cosa importante en su mundo, hace que el momento adquiera una sensación totalmente nueva.

No tenía idea de que era capaz
de compartir esta clase de conexión con alguien. Con un pedazo de mi.

Estábamos en la sala de nuestra habitación, estaba haciéndole cosquillas y observo la puerta abrirse bruscamente y estoy por gruñir en cambio quedo completamente congela en mi lugar, el estaba aquí en carne y hueso.

Melcon Foster.

Tomo a mi bebé en brazos y lo acurruco contra mi, como si mi vida dependiera de ello. Observo al hombre que tenia mi corazón y alma; tiene una barba perfilada, esta más alto, sus músculos más grandes y lo observó esbozar una sonrisa.

El da un paso hacia mi y yo retrocedo.

—Detente—susurro y el se acerca—¡Para!—grito y se detiene.

Observo a Marco llegar a mi habitación y tratarlo de sacar. Sin embargo levanto la mano intentando calmarlo y me mira furioso.

—Está bien, Marco. Cálmate.

—¡Este hijo de puta entró sin permiso!—grita empujando a Melcon.

—No, déjalo—digo mirándolo—. Dime lo que tengas que decir y vete.

El se acerca a mí unos pasos más y Hugo Alexander comienza a llorar, no era el momento adecuado sin embargo no mandaba en las emociones de mi hijo.

—¿Puedo verlo?—pregunto.

Trato de asentir y el se acerca tomando en sus brazos a mi hijo, a nuestro hijo. Una sonrisa aparece en su boca y le da un beso en la frente a Hugo. Sin embargo la sorpresa me llega, no está llorando como frecuentemente hace con extraños esta completamente callado.

—Mamo—susurra.

—Si bebé—digo acercandome.

El bebé me extiende las manos y lo tomo, Melcon aún me mira de pies a cabeza tratando de encontrar las palabras adecuadas.

Malas decisiones © [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora