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La alarma del comunicador en su brazo resonó constantemente indicando la inminente llamada entrante de Pidge; por desgracia para Hunk, no se encontraba en la mejor situación para atender tal solicitud o incluso darse cuenta de la misma.

–¡No puede ser posible que tenga tengan tantas municiones! –bramó el paladín amarillo sacudiendo a Coran de los hombros –. ¡¿Por qué tienen tantas municiones?!

–Son armas de plasmas –explicó Coran con curiosa calma a pesar de la crítica situación –. No necesitan municiones.

–¡Oh... quiznack!

Hasta ese momento los contenedores metálicos que utilizaron para ocultarse habían resistido el ataque de los soldados galra. Pero definitivamente, no lo haría por mucho tiempo. Su precaria situación fue resultado de un grave error por parte de Hunk y Coran, quienes no se percataron del volumen de sus voces; ambos soltaron fuertes alaridos en preocupación por la condición de la joven paladín verde, siendo así por desgracia, escuchados por las tropas galra que aún permanecían en el hangar.

Hunk intentó inútilmente escabullirse por un lado de los contendores que lo protegían, solo para recibir otra ráfaga de disparos de las armas de las tropas enemigas.

–¡No tienen rodeados! ¡Dudo que podamos salir de aquí!

El pobre paladín amarillo no solo estaba sudando en frío, sino que se había bloqueado mentalmente en la búsqueda de una solución de su situación, principalmente ante la inminente posibilidad de Pidge estuviera realmente herida.

–Tal vez, nosotros no podamos solos... –soltó el alteano pensativo.

–¡Coran, no hay nadie más aquí para ayudarnos! –bramó el otro con pensamientos pesimistas, sacudiendo de nuevo a su compañero de escondite.

–Al contrario, tenemos a los leones.

Hunk no pudo evitar desviar su mirada a las gigantescas bestias metálicas que ocupaba casi todo el hangar, pero permanecían inmóviles y protegidas por sus campos de energía.

–No quiero arruinarte tu plan... –dijo el paladín amarillo –. ¡Pero los leones no pueden moverse mientras estén conectados!

Siendo esa precisamente principal la razón por la que, a pesar del inminente peligro en que se encontraban, ni siquiera el león amarillo había movido ni una garra para salvar a su piloto. Mientras sus energías fueran drenadas por el CeCoA, no había forma de obtener su ayuda.

–Es por eso que debemos desconectarlos –sugirió Coran como si fuera la opción más simple y obvia.

Hunk contempló al alteano con calma antes de decir:

–Esa. Es. Una idea... ¡Pésima! ¡No podemos desconectar a los leones! ¡Si ellos nos hay energía para el centro de mano y sin energía, Pidge quedara a la merced de los galra que están del otro lado de su puerta!

–Por ello, no los desconectaremos a todos –continuó Coran –. Solamente a uno de ellos.

–Eso... ¿es posible?

–¡Por supuesto! Si triangulamos la transmisión entre los demás leones, sería posible liberar a Amarillo de la conexión –explicó el alteano indicando direcciones imaginarias con sus dedos.

–¿La demanda de energía no sería demasiado para solo cuatro leones? ¿Podría funcionar aún el CeCoA solo con ellos?

–En teoría, sí –dijo Coran enchinando su bigote con calma, a pesar que los disparos enemigos nunca se detuvieron y los contenedores que los protegían eran casi añicos –. Los leones de Voltron tienen fuente de poder infinita; técnicamente no teníamos que conectar a todos desde el principio para reiniciar el sistema del centro de mano. No entiendo porque de todas maneras lo hicimos.

Hilos de TelarTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang