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Tiempo: Temp 2. Cap. 1

Aquel extraño planeta no parecía encontrarse en las condiciones más estables para ser habitado, era como si toda su superficie fuera a colapsar en cualquier momento o ante la más mínima alteración. Sin olvidar a los animales rapaces listos para alimentarse de cualquier cosa que se moviera.

Debido al inminente peligro y al encontrarse varados en aquel lugar sin saber dónde o cuando tendrían de nuevo contacto con el castillo, Shiro y Keith decidieron permanecer alerta y en vigilia, cuánto tiempo fuese necesario.

Keith, quien no solo había salvado a Shiro de las extrañas criaturas perro, sino que había hecho el recorrido más largo, junto al pequeño campamento donde se reguardaban, fue elegido por Shiro para tomar el primer descanso mientras él vigilaba. Claro, el paladín rojo no estuvo de acuerdo ante la precarias condiciones de en que se encontraba sus líder después de su enfrentamiento con la bruja Haggard.

–Es precisamente por eso que debes recuperar fuerzas –le explicó Shiro –. No me moveré de aquí y ante el primer peligro te alertaré. Es importante que tengas energía para protegernos, ya que no soy muy útil en ese aspecto por el momento. Además, es posible que si cierre mis ojos, me resulte difícil volverlos a abrir.

Ante tal lógica fue complicado para Keith no acceder, aunque fuera a regañadientes.

Así que, por lo que pareció un varga, la calma se apoderó del pequeño campamento, permitiendo así que Keith pudiera tomar una leve siesta y a Shiro debatirse con sus pensamientos en lo que intentaba ignorar su propio dolor físico.

El ultimo año no había sido nada fácil para el paladín negro, de eso podía estar seguro. Y después de todo lo que había sobrevivido en cautiverio, las torturas y combates hasta su escape; las preocupaciones que tuvo antes de viajar a la luna cerberus parecían a ahora simples trivialidades. Como esclavo de los galra tuvo que ver y hacer cosas de las cuales se arrepentiría y cargaría con ellas por el resto de su vida.

En tan poco tiempo, Shiro podía asegurar que probablemente había envejecido más de lo normal, y había cambiado mucho su forma de pensar, así como la perspectiva de la vida y lo que es importante.

Antes de su primera salida de la tierra, se podría decir que fue algo egoísta al aferrarse a un sueño que para todos los demás parecía muy arriesgado. Ahora, el universo en sí mismo corría peligro y todo recaía en él y en los otros cuatro paladines.

Shiro en cierta forma sentía envidia de la juventud de los otros cuatro pilotos ante la crítica situación en la que estaban, y no precisamente hablando de sus edades. A pesar de los riesgos, los peligros y la importancia de su misión, Keith, Hunk, Lance y Pidge aún eran capaces de disfrutar de las trivialidades sin preocupaciones, pelear por pequeñeces y jugar como niños. Bendecidos y segados por esa juventud, eran muchas veces ignorantes de su propia mortalidad. Algo que Shiro no podía darse el lujo.

Él era el líder. No podía permitirse tales distracciones o las consecuencias podían ser fatales. Podría perderlo todo.

Apartó por primera vez la mirada de la pequeña fogata que les bridaba calor, para posarla en el joven de cabellera oscura que descansaba a su lado. Dándole la espalda, el cuerpo de Keith se movía lentamente ante su tranquila respiración.

–Keith –lo llamó suavemente sin obtener respuesta.

¡Vaya que había crecido! Shiro no pudo evitar pensar en aquel pequeñín solo en el mundo, casi consumido en la soledad y el abandono. Él lo había tomado bajo su guía, tratando de darle un mejor futuro, una esperanza acorde a su potencial.

Todos pensaron que fue un acto de caridad, pero para Shiro siempre fue mucho más que eso. Keith era como él, alguien golpeado por las circunstancias de la vida pero con la capacidad de hacer grandes cosas. Siempre le había tenido afecto, casi como un hermano menor.

Pero ahora, Keith había crecido desde la última vez que lo vio en la tierra, así como había cambiado en otros aspectos. En realidad, los dos cambiaron. No era más ese niño solitario o ese joven urgido por guía que una vez conoció Shiro. Era un guardián del universo... y alguien muy importante para él.

–Me dijiste que no importaba si el sentimiento no era mutuo –admitió Shiro en voz baja confiado que sus palabras se perderían en el silencio de aquel mundo moribundo –. Pero ese no es el problema.

De nuevo, Shiro era egoísta. Aunque el universo estuviera en increíble riesgo y Voltron fuera su única esperanza, el paladín negro no estaba dispuesto a arriesgar la pureza de Hunk, la determinación de Pidge, el espíritu de Lance y el coraje de Keith, como todo aquello que amaba de ellos. Y sí para eso, debía sacrificar sus propios sentimientos para salvarlos, estaba dispuesto a cumplirlo.

–No puedo arriesgarme a perderlos –sentenció de ultimo con un largo y lastimero resoplido. Como líder, todo recaía en él hasta el momento que ya no lo necesitaran más. Entonces, necesitarían un nuevo líder.

Pero sumergido en sus pensamientos, Shiro nunca se percató que el joven a su lado, solo pretendía dormir.   

Hola a todos,

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Hola a todos,

Tuve una semana muy dura, por lo que ando un poco atrasada en mis proyectos. Por ello les pido comprensión. Saludos y gracias. 

Hilos de TelarWhere stories live. Discover now