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Debido a las peculiares circunstancias en que se encontraba, lo único que pudo hacer Shiro por el cuerpo sin vida de Mondo fue colocarlo una posición digna, como si durmiera el más profundo de los sueños. Ni siquiera estaba seguro de cómo los vrochans despedían a sus muertos, pero con un último pensamiento y una promesa al aire, el paladín negro se alejo de aquel corredor donde los rastros de una batalla y la pérdida un nuevo amigo habían ocurrido.

A como sus pasos retumbaban por los desolados pasillos de los niveles inferiores, Shiro encendió su comunicador del brazo, mientras la preocupación por los miembros de su equipo aumentaba dentro de su pecho.

Lo último que había escuchado de ellos era terrible y desconsolador.

Tenía que contactarlos.... Tenía que saber que se encontraban bien.

En otra región de la desolada base, varios golpes se podían escuchar constantemente a lo largo de los fríos y olvidados corredores

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En otra región de la desolada base, varios golpes se podían escuchar constantemente a lo largo de los fríos y olvidados corredores. Hasta que finalmente culminaron con el desprendimiento de la rejilla de una gran ventila del techo. El fuerte estruendo del metal solo fue superado por la de dos cuerpos cayeron desde los ductos de la ventilación.

–¡Arg! –se quejo Lance al chocar de golpe contra el frio piso de metal del corredor.

En cambio en paladín rojo aterrizó con mucha más gracia y con una agilidad envidiable en aquel oscuro corredor.

–Creo que aquí estaremos seguros... –dijo este mientras aguzaba la mirada en todas direcciones – al menos por el momento.

–Vaya, que bien –soltó Lance despectivamente desde el suelo –. ¿Te importa? –agregó en lo que trataba de propinarle una pata a Keith para alejarlo de su persona, pero lo único que consiguió fue que su pie chocara por impulso contra el suelo –. ¡Auch!

Keith lo contempló en silencio por unos segundos, mientras el otro paladín no sabía de qué quejarse más, si de su brazo herido o su tobillo recién golpeado.

–Lo que hiciste fue muy estúpido –le soltó finalmente el paladín rojo sin apiadarse del otro.

–Claro... recuérdame la próxima vez no defenderme cuando nos disparen –comentó Lance con descarado sarcasmo –. De seguro así menos saldré herido.

Keith dejo escapar un leve resoplido antes de agacharse para revisar la herida de su compañero. Efectivamente el disparo de las armas galras había alcanzado el hombro derecho de Lance; la armadura había resistido la mayor parte del impacto, pero algunas partes de la misma se había torcido por la fuerza, dejando expuesta la piel rasgada y sangrante del paladín azul.

La mayor parte del tiempo en que Keith atendió su herida, Lacen guardó silencio, vigilando atentamente los cuidados de su compañero a su brazo, sorprendido de que a pesar de su más reciente pelea, aún mostraba su preocupación por él. En cierta forma, una duda comenzó a crecer en su interior, probablemente el arrepentimiento de sus propias palabras, pero por desgracias, era muy pronto para que su orgullo cediera tan fácil ante la culpa.

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