BX-21L7. 16

44 6 0
                                    

–¡Vamos de regreso! –soltó Keith por el canal de comunicación. Solo necesitó compartir una mirada con su compañero paladín azul para confirmar que pensaba igual que él –. ¡Aguanta un poco más, Pidge!

Ambos jóvenes se dispusieron a regresar por el largo corredor en dirección del centro de comando de la base, cuando la voz de la paladín verde los llamó a todo pulmón:

–¡No! ¡Alto! ¡Deben detener a los galra antes que usen la bomba!

–¡Pidge! –dijo Lance angustiado activando nuevamente la pantalla de su comunicador –. ¡Te encuentras herida!

–¡Tú también, Lance!

–Yo puedo sopórtalo hasta que regresemos al castillo.

–Y yo seguiré igual de herida después de que eviten que la mina vuele en miles de pedazos –sentenció Pidge tajantemente.

Keith y Lance le lanzaron a la chica algunas miradas preocupadas a través de la pantalla, pero ella se las devolvió una más firme que los hizo abstenerse de objetar más el tema. La joven había aprendido muy bien a utilizar la mirada ceñuda que había heredado de su madre.

–No tenemos tiempo para discutir –interrumpió Shiro el intercambio de miradas agregando su imagen en la pantalla del comunicador.

–Exacto –insistió la paladín verde, aunque tuvo que esconder un quejido de dolor ante un movimiento brusco –. No soy prioridad en estos momentos. Keith, Lance saben que es más importante detener esa bomba. La vida de los vrochan depende de ello –dijo enfocándose ahora a su líder –. Shiro, sabes que estoy en lo correcto.

Las palabras determinadas de la joven fueron acompañadas por unos cortos segundos de silencio donde se podía apreciar con claridad la dualidad en el semblante de Shiro. El bienestar de Pidge era una prioridad para él... para todos, pero detener a los galra cueste los que cueste era el deber que tenían como paladines.

–Tienes razón –dijo él finalmente.

–¡Shiro! –soltó Lance indignado.

–Tenemos una obligación como paladines, sin importar el costo –agregó Shiro tajantemente –. El plan sigue en pie, Keith y Lance saben qué hacer.

–Enterado, Shiro –aceptaron ambos jóvenes a regañadientes.

–Pidge –agregó dirigiéndose a la chica en la comunicación –. ¿Aún podrás manejar los sistemas del CeCoA?

La paladín verde soltó un gruñido de dolor al intentar reacomodarse en su asiento, pero a pesar de su molestia, sentenció levantando su pulgar afirmativamente:

–Ya conoces mi repuesta, Shiro.

–¿Hunk? ¿Coran? –los llamó el paladín negro por el comunicador si obtener respuesta.

–Creo que perdimos la comunicación con ellos –explicó Pidge tecleando en su computador –. Intentaré contactarlos de nuevo.

–Bien, ahora sigamos –aceptó Shiro con firmeza, pero su incomodidad era perceptible en sus facciones –. Tenemos trabajo que hacer. Y Pidge... –agregó – resiste ahí. Iremos por ti.

–No pienso ir a ningún lado.

.....o.o.o.o.O.O.O.O.0.0.0.O.O.O.O.o.o.o.....

Desde el corredor de los niveles inferiores, no les costó mucho tiempo a Keith y Lance regresar hasta la entrada sellada de la mina, especialmente con la guía de Pidge que les informaba las vueltas que dar y los corredores por evitar.

Al final terminaron en un sobre-riel en una esquina superior de la antesala a la entrada de la mina. Ocultos detrás de unas cajas de carga, pudieron contemplar con claridad al grupo de soldados galra, droides mecanizados y el gigantesco aparato que Pidge había confirmado ser una bomba.

Hilos de TelarWhere stories live. Discover now