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Tiempo: Temp 1 Cap. 9 – Cap. 10

Lo único que quería Pidge en ese momento era paz y tranquilidad, como la que podía darle descifrar un código de un antiguo programa alteno que permitía analizar señales a largas distancias.; y esperaba que la soledad del hangar del león verde fuera el lugar adecuado para conseguirlo.

Sentada en el suelo, con su computadora sobre sus rodillas, la paladín verde trató de evitar pensar lo que había sucedido apenas una hora atrás. Pero era difícil, cuando el calor de los labios de Lance seguía aún sobre los suyos.

–¿Pidge? –escuchó la voz de Hunk justo después de que la puertas del hangar se abrieran.

–No es momento, Hunk –contestó ella sin siquiera apartar su mirada de la pantalla.

–Eh... no quiero molestarte –insistió el paladín amarillo caminando hasta ella – pero creo que... tal vez sea mejor... no lo sé ¿hablar?

–No hay nada de que habar, Hunk.

Ante su acidez, Pidge pudo escuchar como el joven soltaba un leve suspiro, giraba sobre sus talones y comenzaba a alejarse. Pero cuando ya podía asegurar que Hunk había accedido a sus deseos y abandonado la habitación, sintió como el suelo retumbó levemente ante un peso desplomándose detrás de ella. La pequeña chica estaba por volverse cuando dos gruesos y grande brazos la sujetaron de la cintura y la jalaron hacia atrás.

–¡Hey, Hunk! ¡¿Qué haces?! ¡Suéltame! –vociferó Pidge en inútiles intentos por liberarse, pero pronto se encontró atrapada entre las piernas cruzadas de Hunk.

El paladín amarillo en cambio, guardó silencio en lo apretó su rostro contra la espalda de su pequeña compañera. Poco a poco, ésta fue abandonando sus intentos infructíferos de liberarse y dejo que los brazos de Hunk la consolaran. Había algo agradable del calor que emanaban.

–No me gusta que estén enojados –admitió el joven en murmullos enmudecido por las ropas de Pidge, después de unos minutos de pacifico silencio–. Creo que solo empeore las cosas.

El corazón de la paladín verde dio un leve espasmo ante lo lastimera que se escuchó la voz de su compañero. Hunk no merecía sentirse y menos por su culpa.

–Hunk, no arruinaste nada –comentó ella –. Y... y tampoco estoy enojada... ni contigo, o con Lance... solo... no sé... me siento frustrada –dijo tratando de encontrar las palabras adecuadas para el raro sentimiento que la acongojaba y confundía últimamente.

Pidge no era muy buena con las personas y los sentimientos, por ello prefería mil veces a las computadoras. No quería admitir que se estaba enamorando, principalmente porque no tenía idea de cómo debía sentir. Lo había visto en televisión o había escuchado a las compañeras de su escuela, pero nunca tuvo verdadero interés en ello. Aún así, esas nuevas sensaciones que comenzaba a apoderarse de ella y la confundía principalmente porque...

–Sientes que no le encuentras sentido – dijo Hunk como leyendo sus pensamientos, aún con su mejilla pegada a la espalda de ella –. Al principio no sabes que es, pero cuando tu corazón da vueltas dentro de tu pecho, muy en el fondo sabes que significa. Pero no lo crees posible, porque... ¿por qué cómo puedes enamorarte de cuatro personas al mismo tiempo?

–¡Espera! –Pidge se volvió de golpe y sus ojos tan grandes como platos se encontraran con los acongojados de Hunk –. Lo dices como sí.... ¡¿Tú también?! –soltó ella al verlo escrito en todo el rostro del joven moreno –. ¿Pero... como?

–No lo sé, solo paso –trató de explicar el paladín amarillo en lo que ayudaba a su compañera a girar sobre sus piernas y quedar cara a cara –. En un principio también estaba confundido, pero después de pensarlo y recibir un consejo, me di cuenta que debería dejar de preocuparme de cómo era posible y simplemente abrazar lo siento –explicó en lo que una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

En cambio Pidge le devolvió una mirada inquisitiva, que lo hacía a Hunk sentir como si fuera un loco demente. Para una mente novata en los sentimientos como la de Pidge, era como decirle que dos más dos eran cinco.

–¡Huuug! ¿Cómo te lo explicó? –farfulló Hunk devanándose los sesos –. ¡Ah! ¡Ya sé! –soltó –. ¡La paradoja multidimensional de Cooper!

–Ohhhh –exclamó Pidge entendiendo aquel paradigma matemático –. Lo que dices es que interprete los sentimientos como porcentuales, no como números enteros en un campo aleatorio.

Hunk se golpeó la nariz con su dedo índice.

–¡Ahora ya tiene más sentido! –admitió Pidge con una sonrisa y leve risita que fue imitada por su compañero paladín. Una vez que se calmaron, ambos se percataron que aún se encontraban en los brazos del otro –. Y... ¿Ahora qué?

–Eh... no sé –confesó el joven moreno perdido –. Nunca pensé que llegara al entendimiento de mis sentimientos con alguno de ustedes.

–¿Puedo hacer una propuesta? –preguntó Pidge acomodándose en el abrazo de Hunk.

–Estoy abierto a sugerencias.

–La mejor forma de probar una hipótesis es por medio de la experimentación.

–¿Lo que quiere decir...?

Antes de que pudiera terminar la frase, Pidge pegó sus labios a los de Hunk y frotó sus narices en un corto y sonoro beso. Rojos como tomates, ambos se contemplaron en silencio una vez que se separaron a los pocos segundos.

–Creo... que necesito probar más esa teoría –dijo Hunk.

–Sí, yo también –contestó Pidge antes de abalanzarse de nuevo a él.

Por la siguiente hora, ambos paladines siguieron experimentando con su nuevo descubrimiento.

Por la siguiente hora, ambos paladines siguieron experimentando con su nuevo descubrimiento

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La paradoja de Cooper no existe, lo inventé inspirada en Big bang Theory.

Para este capitulo Pidge y Hunk aún visten las ropas que encotraron en capítulos anteriores. 

Hilos de TelarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora