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Tiempo: Temp 2. Cap. 7

Se trataba más que una extraña sensación, Shiro era completamente consiente que lo que estaba sucediendo era en otro plano, uno astral; donde su conciencia había sido separada de su cuerpo y aún así, el dolor por la paliza que le dio Zarkon sentía como si lo hubiera recibido su cuerpo físico.

Cada golpe y patada, dolían hasta los huesos. El galra tenía toda la razón, sí lo mata ahí, su cuerpo moriría al igual que su mente.

–¿Crees que puedes dominar al león negro? –gruñó Zarkon mirando desde arriba como se retorcía en el suelo de dolor –. Un ser tan patético como tú –sentención con gran desprecio en su voz.

Tomó a Shiro del cuello y de un solo tirón lo alzó en aire, apretando despiadadamente su garganta hasta el punto de la asfixia. El paladín trató de defenderse, pero sus puños perdían fuerza, sus pies se alzaban fáciles medio metro del suelo y la garra del galra lo dejaba sin aliento con el mínimo esfuerzo.

–Eres débil y frágil –se burló Zarkon de él, zarandeándolo en el aire como si fuera un muñeco de trapo –, no eres digno de ser un líder... no eres digno de tener al león negro.

Y una voz en la cabeza de Shiro le dio la razón. Era una débil presencia que cada día cobraba más fuerza en la parte más oscura de su ser, así fue desde el día en que lo capturaron. Poco a poco había crecido hasta volverse en una bestia que dormitaba y aprovechaba cualquier oportunidad de vacilación para hacerlo sufrir.

Eran esa mismas inseguridades las que tenía ocultar de su equipo a cada momento, aquella que le hacía temer por el fracaso de la misión y no le permitía se abierto con sus sentimientos. Y cada vez, su lucha contra tal desesperación resultaba más inútil.

Con ello, las palabras de Zarkon cobraron más fuerza en su ser... tal vez, después de todo... no era un digno líder... un digno paladín negro. Al menos por como se lo mostró el león negro, éste tenía habilidades que Shiro no había logrado descubrir.

Por ello necesitaba que Keith estuviera listo para liderar en su ausencia. Él podría ser un mejor paladín negro que él, y por supuesto, uno mejor que Zarkon.

–Y tú... –masculló Shiro con la poca fuerza que le quedaba –no mereces ser un paladín.

Zarkon gruñó ante su comentario, para después soltarle y propinarle un fuerte puñetazo en el abdomen. Pero apenas Shiro comenzaba a sentir el dolor, cuando una patada terminó por aplastarlo contra el suelo.

Así era como moriría. De eso estaba seguro.

Mientras el pensamiento cobraba más fuerza en su cabeza, su subconsciente y recuerdos comenzaron a bombardearlo con imágenes de los últimos meses. Momentos que atesoraba al compartirlos con Keith, Pidge, Lance y Hunk. Como aquella infantil batalla con bolas de esporas especiales, donde rieron, jugaron y compartieron posiblemente el momento más feliz que Shiro tenía desde hacía un año.

Solo le hubiera gustado haber tenido la oportunidad de despedirse de ellos.

–Con tu muerte –habló Zarkon con su terrible voz sepulcral recordándole el paladín donde estaba y alejándolo de sus confortables recuerdos –, tomaré lo que es mío por derecho. Lo que siempre me ha pertenecido –lo tomó del cuello de sus ropas y lo alzó nuevamente con facilidad en lo que el cuerpo de Shiro colgaba inerte –. Voltron será mío.

–Voltron nunca será tuyo.... –soltó el paladín negro débilmente –. Los demás paladines nunca lo permitirán.

–Ellos tampoco podrán detenerme –sentenció el galra con una malévola sonrisa –. Cuando tome el control nuevamente del león negro y acabe con tu vida, destruiré cada uno de los patéticos seres como tú, así como todo aquel que intente revelarse en mi contra.

Era como si Zarkon pudiera ver a través de él. La posibilidad de que en ese plano y la conexión con el león negro hiciera posible que conociera sus profundos pensamientos. Era triste, aquellos recuerdos que más valoraban no permanecerían intactos en su mente.

–Y la estúpida princesa altena y sus paladines tendrán la muerte más lenta y dolorosa posible. Serán un ejemplo perfecto para el resto de la galaxia.

Pero de repente y como un rugido, algo estalló desde el corazón de Shiro. Una fuerza indescriptible se apoderó de él y le otorgó la fuerza necesaria para sujetar la mano de Zarkon que lo levantaba, y soltarle un puñetazo con la otra.

El emperador garla no lo esperó en lo más mínimo, ya que se tambaleó dando uno pasos atrás y soltando a su víctima.

–No podrás detener a Voltron –rugió Shiro con un nuevo aire y energía que fluía por su cuerpo tal cual carga eléctrica se tratase –, porque no puedes dominar al león negro. Nadie puede dominar al león negro.

Y tomó posición de combate. Sí iba caer, lo haría peleando.

–Ingenuo idiota.

–¡Tú eres el equivocado –dijo Shiro con vehemencia –, porque has olvidado lo más importante de ser un paladín: no es cuestión de dominar, es cuestión de confianza en tu león y en tu equipo!

Entonces fue cuando entendió de donde provenía esa energía que circulaba por su cuerpo, ya que el estallido en su ser sonaba justamente como el león negro. El mismo que rugió fuertemente a Zarkon alejándolo por completo de Shiro y cerrando así su conexión con él.

No había más dudas de quien era más digno de llamarse paladín de león negro.

Shiro abrió los ojos y descubrió que todo ese tiempo estuvo en la cabina de su león y dentro del castillo. Todo el viaje había ocurrido en su cabeza, el pasado del origen del león, la batalla con Zarkon, la realización de su posición, todo había ocurrido dentro de su ser.

Pero ahora entendía por qué había sucedido, por qué Zarkon podía anteponer su conexión con negro sobre la de él y por qué no podía liberar todo el potencial de su león. Porque había estado rechazando algo muy importante para él, algo que lo hacía fuerte y lo unía a sus compañeros paladines más que nada: el amor que sentía por ellos.

Eso era lo que querían mostrarle el león negro desde el principio, que su amor era lo que lo hacía más fuerte y mejor líder. No era un sentimiento que generaron por la conexión con los leones, era esa capacidad la que hizo que los eligieran en primer lugar.

 No era un sentimiento que generaron por la conexión con los leones, era esa capacidad la que hizo que los eligieran en primer lugar

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Saben, siempre me molesto que casi de la nada Shiro comenzara a presionar a Keith a ser el líder. Claro, es obvio una vez que sabes que él iba a desaparecer, pero fuera de eso no tiene un mejor argumento. Así que aquí quise darle uno.

Saludos y feliz capitulo.

Hilos de TelarTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon