LA MANGUERA QUE NOS UNIÓ - (G...

By marlenequen

1.3M 207K 41.6K

La vida de Mariajo es tan anodina, que incluso aburre a los aburridos. Sin embargo, la visita de un hombre im... More

¿Preparad@s para una nueva historia?
SINOPSIS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 37
CAPITULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPITULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
EPÍLOGO (parte 1)
EPÍLOGO - (Parte 2)

CAPÍTULO 36

20.1K 3.7K 483
By marlenequen

Sin dejar de besarme ni un solo instante, recorre mi figura con ansia y el vello de mi cuerpo se eriza. Levanta mi ropa con cuidado hasta que mis pechos quedan libres y, en el calor de su boca, llega hasta ellos.

—Me encantas —dice al verlos y sin piedad los estruja con ambas manos. Se inclina para lamer cada una de sus curvas y mi espalda, debido al placer, se separa de la pared.

—¡Gorka!... —exclamo sofocada. Si sigue así no tendrá que esforzarse demasiado para que logre alcanzar el orgasmo. Hasta hoy, siempre había creído que era un cuento el que algunas mujeres llegasen a culminar solo con la estimulación de sus pechos. Ahora tengo la certeza de que es verdad.

Una de sus manos se desliza por mi cintura y, posándose en mi muslo, lo masajea con codicia antes de tirar de la cara interna de mi rodilla para levantarla.

—Mariajo. —Bufa cerca de mi hombro y cuando presiona sus caderas contra mí puedo notar su enorme y dura erección—, estoy perdiendo el control y no quiero hacerte daño.

Ignorando sus palabras, busco su boca mojada para besarla y me adueño de ella mientras sus dedos se pierden debajo de mi falda. Gimo al notar como retira mi ropa interior, y aunque mi primer instinto es apartarme por la eléctrica sensación, logro controlarme. Por suerte, desde que estoy con él, me depilo con frecuencia. Muy despacio, acaricia con sus yemas lubricadas mis pliegues y lanzo una especie de sollozo entrecortado. Esto es demasiado.

Mi cuerpo, consumido por el placer, se arquea una y otra vez mientras sus dedos invaden sin clemencia mi interior. A medida que acelera el ritmo, mis jadeos se vuelven cada vez más incontrolados y tiene que tapar mi boca con la suya para silenciarme. Soy consciente de que pueden oírnos pero me está catapultando a un lugar en el que me siento tan bien que no me puedo contener.

Sin dejar de tocarme, se aparta lo suficiente para poder abrir su pantalón y cuando lo escucho caer al suelo, le miro fijamente a los ojos. La imagen de su rostro acalorado por la excitación le hace parecer un ser salvaje dominado por el deseo y me resulta tan erótica la escena que, por un segundo, creo morir entre sus brazos. Al darse cuenta de que estoy a punto de alcanzar el clímax se detiene y tras pasar la lengua por mi boca relajada, me habla:

—No vas a correrte todavía. —Muerde mi cuello a la vez que toma mi mano y me guía hasta su inmenso pene—. Necesito llevarte al límite para que pueda enterrar esto en ti. —Entonces lo coloca erguido en mi palma y, sabiendo lo que quiere, la deslizo muy despacio por toda su longitud para acariciarlo.

Sus parpados caen llevados por el placer mientras le observo y ciño con más fuerza mi mano alrededor de su grosor para aumentar la fricción. Al ver que su frente se arruga, mis muslos se contraen haciendo que me humedezca cada vez más. Ahora que mi miedo casi ha desaparecido no estoy dispuesta a perderme ni un solo detalle. Quiero experimentarlo todo con él.

Su boca entreabierta me hace saber que está gozando y cuando sus ojos vuelven a abrirse todo desaparece a mi alrededor.

—Déjame sentirte. —Le pido sabiendo que he perdido la razón. La necesidad que tengo de que me haga suya está aplastando, sin que pueda hacer nada, mi sentido común.

—No... Así no. —Respira acelerado.

—Estoy lista —insisto y, tras soltar un bufido, hunde sus dedos en mis glúteos.

—¿Estás segura? —Aprieta su miembro contra mí con intención de intimidarme, pero consigue todo con contrario. Ese gesto me hace desearle aún más.

—Sí —repito con dificultad. Apenas puedo hablar ya, mi cerebro hace rato que está en modo animal.

—¡Joder! —gruñe y podría apostar lo que fuera a que no esperaba esa respuesta—. Me hubiese gustado que nuestra primera vez fuese en otro lugar.

—Yo solo quiero que sea ya. Me da igual donde.

Con una actitud irreconocible en mí, vuelvo a apretar su pene con anhelo y, tras respirar sonoramente, se aparta.

Cuando estoy convencida de que me va a dejar con las ganas, coloca una mano entre los dos y, empuñando su erección, la acerca a mí.

—¿Es esto lo que quieres? —Tira de mi pierna hacia arriba de nuevo para colocar su glande en la apertura de mi vagina y espera a que responda, pero cuando la piel de su miembro toca la mía me excito tanto que solo puedo asentir.

Con cuidado empuja hacia mi interior ejerciendo una fuerte presión sobre mi zona genital y cuando el dolor empieza a hacerse presente, antes de que pueda arrepentirme, sus habilidosos dedos me abordan y no tardo en perderme entre gemidos.

Muy despacio, y dándome el tiempo suficiente para que mi cuerpo pueda amoldarse a su descomunal tamaño, continúa presionando hasta que en mi rostro aparece un gesto de sufrimiento.

—No pares —respiro agitada y espero impaciente a que vuelva a intentarlo. El punto de dolor que estoy alcanzando me está gustando demasiado.

Nervioso bufa y, mucho más excitado que antes, se deja llevar asestándome una pequeña estocada con la que consigue adentrarse entre mis piernas un par de centímetros más. La tirantez que siento es tan grande que, por un instante, temo que la fina piel de mi apertura se raje, y por acto reflejo coloco una mano sobre su pecho para detenerlo.

Espera unos segundos más al saber que me está lastimando y, mirándome fijamente a los ojos, no se mueve hasta que se asegura de que estoy bien.

—¿Mejor? —Asiento nerviosa, esta vez mordiendo mi labio inferior y, abrazándome por la parte baja de la cintura, se entierra varios centímetros más entre mis piernas.

—Oh, Dios mío. —La presión es casi insoportable. No creo que mi vagina pueda soportar tanta tensión—. ¡Oh, Dios mío! —Ni siquiera vamos por la mitad y ya me siento como si fuera una mariposa de exposición a la que están intentado clavar en la pared.

Cuando estoy a punto de pedirle que pare nota por mi expresión que es demasiado y, con cuidado, retira su pene. Esa acción me alivia de inmediato, sin embargo, la decepción no tarda en llegar, haciéndome sentir mal. Quería continuar pero el dolor se estaba volviendo tan intenso que me hacía imposible disfrutar.

—Este no es el lugar... vámonos de aquí —dice como si fuese cosa suya y aunque sé que lo hace para que me sienta mejor, una vocecita dentro de mí me llama fracasada. «Ojalá no se plantee terminar conmigo por esto. Tenía que haber aguantado más...». Un extraño miedo me embarga.

—Yo... lo siento. —Inspiro profundamente, todavía estremecida.

—No. No sientas nada. —Acaricia mi mejilla y vuelvo a ver algo extraño en sus ojos. Arrugo mi frente buscando una explicación y parece darse cuenta—. Además, no tenemos condones. Hemos estado a punto de cometer una locura.

—Tomo la píldora —digo mientras observo como se viste y al ver que no responde, hago lo mismo para no quedarme parada. Es la segunda vez que dejamos el sexo a medias y me jode que esta vez haya sido por mi culpa.

Cuando terminamos abre la puerta y salimos del cuarto en un molesto silencio. Mientras caminamos de vuelta al coche lo hacemos de la misma forma y la Mariajo del pasado no tarda en intentar volver al presente. Varios pensamientos negativos tratan de debilitarme de la misma forma que lo hacían antes y peleo contra ellos, pero la situación no ayuda.

—¿Quieres... que vayamos a algún otro sitio? —digo para romper el hielo y, de paso, valorar si está enfadado.

—No. Llévame a casa ya. Estoy cansado —habla sin ánimo y mi pecho tiembla.

—Ok —respondo con sequedad y no se molesta ni en mirarme.

En otro momento estaría encima preguntándome y no pararía de presionarme hasta conseguir saber qué me pasa.

Al llegar abre la puerta del piso y cuando se sienta en el sofá me siento con él buscando su mirada. No aguanto más. Necesitamos hablar. No quiero llevarme esto a casa o me robará el sueño. Sea lo que sea lo que vaya a decirme, necesito que lo haga ya para asimilarlo cuanto antes.

—Gorka, ¿podemos hablar?

—Mejor mañana.

—No... necesito que sea ahora.

—Ahora no tengo ganas. Solo quiero dormir un rato.

Cada vez se muestra más raro y distante y eso me preocupa. Es como si fuese otra persona. «¿Le habré decepcionado?» Mis inseguridades tratan de volver y las borro como puedo. Debo mantenerme firme o después de todo el trabajo que he hecho volveré a caer en la misma mierda de siempre.

—¿Estás bien? ¿Te duele algo? —pregunto con la esperanza de que solo sea eso.

—Sí, estoy bien. No te preocupes.

—¿Cómo no voy a preocuparme? —digo ya sin poder callarme—. Tu actitud conmigo ha cambiado totalmente desde que salimos de ese maldito cuarto. —Necesito llegar de una vez al problema. Esta situación me está alterando demasiado.

—Mi actitud ya estaba cambiada antes de entrar en él —espeta con sequedad y aprieto mi mandíbula.

—De acuerdo. —No comprendo nada—. ¿Hay algo que quieras decirme antes de que me vaya? —Me pongo de pie para presionarlo y ni siquiera se molesta en mirarme.

—No —repite con la vista al frente y puedo sentir como mi corazón se parte. Le da igual que me marche.

—Pues nada, que te vaya bien. —Cojo mis cosas de la mesa auxiliar peleando para que las lágrimas no me delaten y cuando estoy a punto de alcanzar la salida me llama.

—Mariajo, espera —dice mientras pongo la mano en la manilla de la puerta y la rabia me puede. Tendrá que trabajárselo más si quiere retenerme—. Espera, joder —repite y cuando la abro, al ver que se levanta un pequeño alivio recorre mi cuerpo. Al menos todavía muestra algo de interés.

Se acerca hasta mí y pasando la mano por su cara intenta decir algo, pero se calla.

—Suéltalo de una vez —digo para hacérselo más fácil y parece que funciona.

—No eres tú, ha sido el rescate. Cada vez que tengo que atender una emergencia así me pasa algo parecido.

—¿Por qué? —No entiendo la razón.

—Es una larga historia... —Resopla y vuelve a retirarme la mirada. Desde hace tiempo vengo sospechando que hay algo malo en él, pero no acaba de atreverse a contármelo.

—Tengo todo el tiempo del mundo —le presiono un poco más.

—Es que... ocurrió hace mucho tiempo. Ya no tiene importancia —intenta salir del paso.

—Si todavía te atormenta la tiene. Créeme.

—Da igual, no se puede hacer nada ni enmendar lo que pasó.

—Con cada frase que dices me preocupas más... —confieso.

—No le des vueltas. Se me pasará.

Busca la forma de evitar hablar sobre ello, pero no se lo permito. Necesito que me diga de una vez qué ocurre. No me gusta que haya secretos entre nosotros y menos uno que le afecta tanto.

—Cuéntamelo. Entre los dos buscaremos una solución. —Mira al vacío y le aprieto la mano para captar su atención—. Muchas veces creemos estar atrapados dentro de un pozo sin fondo y cuando menos lo esperamos llega alguien y nos lanza una cuerda. Eso hiciste tú conmigo. Déjame al menos que lo intente yo por una vez contigo. Desde fuera las cosas se pueden ver de otro modo.

_________

¡Lo vemos mañana!

Os espero en mi instagram: elenagggggg

Continue Reading

You'll Also Like

37.5K 808 23
El camino de Emma. Segunda parte de " Conociendo a Alex". Ya no era la misma mujer que fue tiempo atrás, había perdido tanto y en el proceso casi se...
8.2K 623 15
SAGA DOMINANTES.. LIBRO I El profesor de la universidad más prestigiosa de Londres siempre ha sido tentado por las jovencitas de su clase, incluso po...
9K 449 14
Hace mucho tiempo Lilith engaño a Adán y luego Dios creó a Eva pero aún así fue juzgado por culpa de lucifer ¿Adán murió sin nada que el mereciera? ...
150K 6.9K 25
¿Sabes esa sensación de que no deberías hacerlo pero lo vas a hacer igualmente? Pues esa es la sensación que tuvo Ana al decirle su compañero que...