LA MANGUERA QUE NOS UNIÓ - (G...

By marlenequen

1.3M 207K 41.6K

La vida de Mariajo es tan anodina, que incluso aburre a los aburridos. Sin embargo, la visita de un hombre im... More

¿Preparad@s para una nueva historia?
SINOPSIS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPITULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPITULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
EPÍLOGO (parte 1)
EPÍLOGO - (Parte 2)

CAPÍTULO 13

25K 4.4K 1.3K
By marlenequen


El tiempo pasa y mi desesperación crece por momentos. Un par de bomberos más entran a la botica y nadie sale de ella. El que maneja la manguera casi tiene controladas las llamas, pero sigue saliendo una gran nube de humo negro por las puertas y ventanas. Otra ambulancia llega en ese momento y cuando aparca a nuestro lado no puedo evitar pensar en lo peor. Lejos de poder aguantar más la incertidumbre, aprovecho que el médico está centrado en lo que está ocurriendo y me quito la mascarilla para intentar ponerme en pie. Sin embargo, cuando apenas llevo unos segundos sin ella comienzo a sentir un fuerte ahogo y tengo volver a ponérmela. «Por favor, por favor...» suplico al cielo. Necesito que salga vivo de ahí o la culpa me acompañará el resto de mi vida.

—¡Necesitamos ayuda! —grita alguien y al mirar veo a un bombero de los que entró antes haciendo señales desde la puerta. Me inclino un poco más para saber qué ocurre y lo veo correr hacia el camión—. ¡Lo hemos encontrado! —les dice a los que están fuera. Desgraciadamente, la poca esperanza que me transmiten sus palabras dura poco porque su siguiente frase hace que me preocupe mucho más que antes—. ¡Está atrapado! —Trato de quitarme una vez más la mascarilla, pero vuelve a ocurrir lo mismo y tengo que estarme quieta. Mis pulmones todavía siguen afectados y no parece que me vaya a recuperar con tanta facilidad como creía.

Impotente, contemplo como cargan varias herramientas y regresan a lo que queda del local. El médico que está a mi lado camina en dirección hacia ellos y cuando el médico de la ambulancia que acaba de llegar hace lo mismo, mi estómago se encoge. «¿Será que está tan mal?» Quisiera poder preguntarle a alguien pero todos han ido hacia el lugar con intención de ayudar y lo único que puedo hacer ya es rezar.

Veinte minutos después observo como los médicos se colocan unos trajes de protección que les acaban de administrar y tras escuchar con atención las indicaciones de los bomberos, entran al lugar. «Si ellos van a intervenir es porque quizás todavía está vivo» me mezo nerviosa y por el esfuerzo comienzo a toser. Me lleva varios minutos recuperarme pero cuando lo hago observo que ya apenas hay humo en la calle y casi han logrado apagar el incendio. Todo huele a quemado y al fijarme en mis dedos me doy cuenta de que están negros. Varios gritos y silbidos llaman mi atención y cuando busco la causa veo salir a cinco personas de la farmacia, entre ellas los dos médicos, están tan manchados de hollín que casi es imposible reconocerlos. Otras dos personas más salen detrás y apoyado en los hombros de estos un bombero que apenas puede caminar y se desplaza dando pequeños saltitos a la pata coja. Se detienen por un momento para que los médicos puedan revisarlo y cuando le quitan la máscara respiratoria y el casco mi corazón da un salto.

—¡Es él! ¡Es Gorka! —No doy crédito a lo que veo—. ¡Está vivo! —digo como si alguien pudiese oírme y varias lágrimas de emoción comienzan a correr descontroladas por mis mejillas. Soy consciente de que el incendio acaba de arruinarme la vida por completo, pero ver a Gorka con vida me reconforta tanto que ahora mismo eso es en lo que menos pienso. Sé que vienen días horribles y difíciles de digerir, sin embargo, su presencia ha hecho que todo eso pase de golpe a un segundo plano.

Entre varios de sus compañeros lo levantan para evitarle seguir haciendo esfuerzos y lo traen hasta las ambulancias para que los médicos, ya fuera del peligro que supone estar dentro, puedan revisarlo mejor. Con cada paso que dan hacia mí más nerviosa me pongo por saber cómo está y cuando lo escucho hablar mis pulsaciones se aceleran.

—¿Dónde está Mariajo? ¿Está bien? —le pregunta a uno de los doctores y cuando este le señala mi posición levanto una de mis manos como puedo para que me vea. Aunque esboza una gran mueca de dolor en su rostro, puedo apreciar una leve sonrisa—. Llevadme con ella —señala y no tardan en hacer lo que pide—. Hola, preciosa. —Alguien trae una camilla para él y, con gran habilidad, la dobla de forma que pueda estar sentado. Pone una sábana limpia sobre ella y entre todos lo ayudan a subir—. Vaya, qué morenita te veo —bromea cuando me mira y sé que lo dice por las manchas de mi cara. Seguro que la tengo más sucia que las manos—. ¿Cómo estás?

—Dios mío, Gorka. Creí que habías muerto... —ignoro su pregunta llevada por la angustia—. ¿Estás herido? —le pregunto al tiempo que me levantan el respaldo ahora a mí y mi voz suena embotellada—. ¿Te has hecho daño?

—Un poco. —Aprieta los dientes cuando el médico levanta su pierna mientras alguien mete bajo ella una férula de goma. Temo que se la haya roto—. Pero no es nada que no se pueda arreeeglarrrr. ¡Joder! —protesta cuando la hinchan y, echando la cabeza hacia atrás por el dolor, maldice.

—Lo siento —se disculpa el médico—. Después de esto vas a tener que tomarte unas largas vacaciones. Me temo que tu tibia y tu rodilla no han salido bien paradas. —Lo examina un poco más—. Y además tienes que dar gracias. El tabique que se te ha caído encima podría haberte matado.

—¿Qué? ¿Se te ha caído una pared encima? —Lo miro asustada sabiendo que podría haberlo aplastado y trata de quitarle importancia.

—Tus paredes estaban tan calientes que no han dudado en echarse encima —bromea, pero le dura poco—. ¡Joderrr! —exclama cuando el médico corta su pantalón.

—Necesito limpiarte las heridas antes de irnos para evitar infecciones —vuelve a disculparse y cuando miro hacia su pierna la veo cubierta de sangre.

—¡Mierda! —suelto sin pensar y aparto la mascarilla de mi cara de forma inconsciente—. ¡Te la has destrozado!

El enfermero al darse cuenta de que estoy sin ella no duda en obligarme a ponérmela y me doy cuenta de que estoy algo mejor. Antes no pude retirármela ni un par de segundos y ahora he aguantado un poco más.

—Vamos, chicos. Ya están listos —habla de nuevo el doctor y alguien tira de nuestras camillas, separándonos.

—Esperad —les dice Gorka y todos miramos en su dirección. Alza un poco su enorme y gruesa chaqueta ignífuga y cuando mete la mano en el pantalón del mismo material saca de su bolsillo una especie de bola sucia y de aspecto blando—. Esto es tuyo. —Lo estira en mi dirección y al ver los nudos abro mis ojos con sorpresa—. Lo tuviste contigo todo el tiempo mientras te sacaba de ahí, pero se te debió de caer en algún momento y al verlo me lo guardé.

Alguien lo toma para hacérmelo llegar y cuando lo pone sobre mi mano siento una gran emoción. No por lo que es, sino por la intención que ha tenido con ello. Le sonrío en agradecimiento y, con cuidado, nos suben a cada uno en nuestra ambulancia, pero antes de que cierren las puertas lo oigo gritar.

—¡Mariajo! ¡Te echo una carrera! El primero que llegue decide dónde ir el próximo día. —Sonrío sabiendo que no podré alzar la voz tanto como él debido a mis pulmones y sin opción a aceptar su apuesta, nos ponemos en marcha.

Al llegar me dejan en una sala de espera y aunque lo busco con la mirada, no lo encuentro por ninguna parte. Un neumólogo vestido con una bata blanca me ausculta y al notar mi todavía dificultad para respirar con normalidad, me pide algunas pruebas. Con el resultado en mano decide internarme en el hospital. Al ver que me asusto me asegura que me recuperaré sin problemas, pero prefiere tenerme cerca y en observación unos días hasta ver cómo evoluciono. El traumatólogo que ha revisado mi golpe en la cabeza opina lo mismo y, al final, tengo que aceptar el ingreso.

Cuando ya estoy en la habitación pido un teléfono que no tardan en traerme y llamo a mis padres. Hace al menos tres horas que ocurrió todo y al haber perdido el mío en el incendio no he podido avisarlos y lo último que quiero es que alguien se me adelante y les haga pasar un mal rato.

—¿Sí? —La voz dudosa de mi madre al recibir una llamada de un número que desconoce me responde al otro lado.

—Hola, mamá... —Hago una pausa al no saber cómo empezar.

—¿Mariajo? ¡Dios mío! ¿Qué ha pasado? —Siempre tan adivina... Si quisiese podría ganarse la vida todavía mejor que la bruja que visité el otro día. Al pensar en ella algo viene a mi mente, pero cuando estoy a punto de darle forma mi madre continúa—. ¿Estás bien? ¿Por qué no me llamas desde tu teléfono?

—Verás... —Sigo sin saber cómo contárselo. Sé que se alterará, suele ponerse muy nerviosa y después le afecta a la tensión—. He sufrido un pequeño percance.

—¿Un percance? ¿Por qué hablas así? ¿Qué es eso que suena? —Debe de estar oyendo la presión del oxígeno en mi cara. No se le escapa nada.

—La farmacia se ha quemado —digo del tirón para no andarme con rodeos. Total, se va a enterar igual y es mejor hacerlo sin pensar, como la cera de las piernas.

—¿Quééé? ¿Estás tratando de gastarme una broma? ¡Dime que es eso!

—No, mamá. Ojalá fuese así, pero no. No ha quedado nada... Se ha quemado absolutamente todo. —Por alguna razón, y aunque hasta ahora había logrado mantenerme serena, me vengo abajo y comienzo a llorar. Escucharme decirlo en voz alta me ha hecho ser consciente de la gravedad que el shock no me estaba dejando ver.

—¡Santo Cristo! ¿Cómo ha sido? ¿Qué ha ocurrido?

—No lo sé —hipeo—. Cuando entré al almacén hubo una especie de explosión en el cuadro de luz y apenas puedo recordar nada más.

—Pero ¿tú estás bien? —Se preocupa por fin. Cuando se altera le cuesta mucho centrarse después.

—Bueno, creo que sí. El médico me ha dicho...

—¿El médico? —No me deja acabar—. ¿Te ha tenido que ver un médico?

—Sí... —Apuesto a que como me está oyendo hablar no creía que la cosa hubiese sido tan grave—. Me van a dejar unos días en observación, pero estoy bien —digo antes de que se exalte—. Es solo que he inhalado un poco de humo.

Evito decirle que me he golpeado la cabeza también para que no se altere más. Prefiero contarle esa parte cuando venga a verme y así compruebe con sus propios ojos que estoy bien.

—¡Madre mía! ¡Madre mía! ¡Madre mía! —continúa con su drama—. Dime en qué hospital estás que vamos ahora mismo para allá.

Se lo indico y justo en el momento en que nos despedimos oigo a alguien golpear la puerta.

—Adelante —digo desde la cama convencida de que es mi doctor, pero cuando se abre veo a Gorka sobre una silla de ruedas con la pierna estirada y no puedo disimular mi sorpresa. Durante el tiempo que estuve en la sala de urgencias no pude dejar de preguntarme qué habría sido de él.

—Hola, Blancanieves. —Sonríe y sé que lo dice porque me han ayudado a asearme. Cuando me vio antes parecía que me había maquillado con pomada de zapatos. Empuja con sus manos las ruedas y entra a la habitación.

—¿Qué te han dicho? ¿Estás bien? —No puedo evitar echar un ojo a sus vendajes, parecen bastante gruesos y tiene una especie de plancha de acero debajo del muslo.

—Ahora mismo estoy mejor que nunca. Me han inyectado una cosita que me ha quitado todos los dolores de un plumazo. Ojalá mi compañero, al que esterilizaste, hubiese conseguido un poco de esa mierda la noche de la despedida. —Levanta las cejas como si le pesaran dos kilos y deduzco que lo que le han inyectado ha sido morfina o alguno de sus derivados—. Desde entonces habla con voz de pito y me mira raro —río por sus bobadas y cuando intento hablar estira su mano para detenerme y continúa—. Por cierto, me ha dado recuerdos antes para ti.

—Ah, ¿sí? —pregunto convencida de que se lo está inventando—. ¿Y dónde lo has visto?

—Trabajo con él. —Se encoge de hombros. Cada vez parece estar más colocado.

—¿Acaso acabáis de hacer alguno de vuestros shows juntos? —apunto con sarcasmo.

—¿Te parece poco el que nos has hecho hacer tú hace un rato? —Ladea una sonrisa y no acabo de entender a qué se refiere—. ¿Quién crees que fue el que tiró de ti entre los escombros? —ríe ahora más ampliamente y creo entenderlo todo.

—¿Cómo? ¿Él también es bombero? —pregunto impresionada y asiente.

—¿De dónde crees que sacamos los uniformes para la despedida?

—¿En serio? —Por eso se veían tan reales... —¿Así que sois estríperes de noche y bomberos de día? —comento divagando en mis pensamientos.

—Somos bomberos de día y de noche. Todo depende de cómo nos organicen los cuadrantes y las guardias. Lo de ser estríperes es solo para sacarnos un dinerillo extra.

—Y yo que creí cuando me dijiste que viniste a Sevilla por trabajo era para desnudarte delante de las féminas... —río a la vez que toso, aunque parece que ya estoy mucho mejor todavía tengo el pecho bastante cargado.

—Más bien para apagar sus fuegos. —Me guiña uno de sus ojos y ese simple gesto hace que en mi estómago comiencen a revolotear mariposas.

____________

¡Espero que esta historia os esté gustando! Recordad que es cortita, así que, si sabéis de alguien a quien le pueda gustar, ¡recomerdársela cuando antes!

Gracias por aguantar siempre con tanto humor mis bromas, ¡sois l@s mejores!

Continue Reading

You'll Also Like

38.1K 5.9K 16
Una dama de compañía que solo quería pagar sus estudios y cuidar de su hermano; y un empresario que necesitaba pareja por dos semanas. Ganar lo es to...
150K 6.9K 25
¿Sabes esa sensación de que no deberías hacerlo pero lo vas a hacer igualmente? Pues esa es la sensación que tuvo Ana al decirle su compañero que...
1.8K 142 22
Alessa y Tomás. Dos personas tan diferentes pero a la vez tan parecidas. El destino los juntó, pero gracias a él se acabaron separando... ¿O no? No q...
9.1K 713 19
Seis años después de su rompimiento con Will Solace, Nico di Angelo vuelve a encontrarse cara a cara con él y con el resto de sus amigos. No tenía id...