El cielo estaba nublado y el aire corría con una suave ventisca haciendo que los mechones que quedaban del moño desarreglado de Hayley se pegaran con molestia a su cara. La pelinegra bufó y pasó los cortos cabellos detrás de su oreja.
―Deberíamos de volver.―dijo Hayley mirando al cielo, parecía como si fuera llover.
―Espera un poco más.―musitó Harry desde uno de los columpios.
Hayley rodó los ojos. Ella sin problema si iría y dejaría a Harry en aquel parque a su suerte, pero la verdad era que no quería volver sola. Se agachó un poco para atar la cinta que se había desabrochado de sus tenis, pero se arrepintió a toda costa cuando escuchó un silbido detrás de ella. De todos modos, terminó de atar su cinta y se giró para mirar al proveniente de aquel chiflido tan vulgar. Tuvo que evitar una arcada cuando vio que eran Dudley y su grupito de amigos mediocres. Hayley los miró de arriba abajo despectiva y se apresuró a ir con Harry.
―Quiero irme.―hizo saber Hayley.
―¿Qué pasa?―Harry miró detrás del hombro de su hermana para ver a la pandilla de su primo acercarse.―¿Te dijeron algo?
―No, pero me siento incómoda.―echó una rápida mirada a su atuendo: short de jean y una blusa negra.―¿Podemos irnos?
Harry asintió repetidamente y de prisa se puso de pie, junto cuando Dudley y sus amigotes se colocaban frente a ellos con expresión burlona y los brazos cruzados. Hayley rodó los ojos y acomodó sus lentes. Tomó la mano de Harry para irse de ahí, pero Harry habló antes de que Hayley pudiera dar un paso. Hayley se quejó.
―Hey, Big D.―Hayley soltó una risa al escuchar el apodo de su primo.―¿Golpeaste a otro niño de diez años?
―Este se lo merecía.
―¿Ah, sí?
―Me contestó mal.
―Patético.―escupió Hayley mirando a Dudley, haciendo que este frunza el ceño.―¿Y qué fue lo que te dijo? ¿Qué pareces un cerdo intentando caminar sobre sus patas traseras? Dudley, cachorrito, eso no es contestar mal, eso es decir la verdad.―Hayley sonrió mostrando su relucientes dientes, le gustaba molestar a Dudley con los ridículos apodos que tía Petunia tenía para él.
―Uno contra, cinco. Que valiente.―ironizó Harry. Dudley se volvió a él.
―Mira quién lo dice.―se burló este.―Gritas en sueños todas las noches. Yo no le tengo miedo a la almohada.
Hayley frunció el ceño, ella debía tener el sueño muy pesado para no escuchar aquello.
―¡No mates a Cedric!―imitó Dudley a Harry.―¿Quién es Cedric? ¿Tu novio o el de Hayley?
Hayley apartó la mirada sintiendo unas terribles ganas de vomitar. Se le retorcía el estómago cada vez que recordaba a Cedric o incluso solo su nombre, las imágenes del recuerdo del cadáver de su amigo era un tema que Hayley aún no podía ni hablar.
―Cállate.―espetó Harry.
―¡Me va a matar, mamá!―se burló de nuevo su primo.―¿Dónde está tu madre, Potter? ¿Está muerta?
Hayley ya no pudo soportarlo más, soltó la mano de Harry y a zancadas se acercó a Dudley para estampar su puño contra su mejilla con furia.
―¿Alguien más quiere de eso, idiotas?―exclamó hacia los amigos de Dudley, quienes la miraron raro y después salieron corriendo de ahí.―Niñitas.
Hayley miró confundida hacia al cielo cuando notoriamente comenzó a hacerse más nublado de lo que ya estaba, comenzaba a verse negro. Miró hacia Harry confundida, no podía evitar pensar que lo que pasaba era algo más que un simple cambio de clima. Un frío recorrió su espalda haciéndola recordar aquella inquietante sensación
―Por favor no.―murmuró en tono de súplica.―Hay que irnos, ¡ya!
Harry asintió y Hayley se apresuró a tomar a Dudley de la camiseta para hacerlo caminar o más bien correr de vuelta al número cuatro de Privet Drive, pero sin embargo solo alcanzaron a llegar hasta un oscuro callejón mientras el cielo se volvía cada vez más oscuro.
―Lumos.―susurró Hayley sacando su varita del dobladillo de sus shorts. La punta de la varita emitió un resplandor y Hayley suspiró aliviada.
Giró en su lugar y se le revolvió el estómago. Una figura altísima y encapuchada flotaba con suavidad en dirección a ella. No se le notaban ni los pies ni la cara mientras estaba suspendida en el aire.
Hayley retrocedió tambaleándose hasta que chocó contra la pared.
―¡Excpecto Patronum!―quiso exclamar, pero la voz le salió débil y distante. Solo un leve humo plateado había logrado salir de su varita, pero eso no detuvo en nada al dementor. Hayley giró a ver a Harry, su mellizo estaba en el suelo, arrinconado, mientras que un dementor se acercaba cada vez más a él y este no podía alcanzar su varita. A su derecha, otro tenía a Dudley bajo de él, como si tratara de succionarlo.
Hayley se concentró lo más que pudo, pensó en ella riendo con Theo y Blaise, en el baile con Jason, escaparse para ver a Sirius, platicar con Cho y estar con Draco... en eso se basaba su felicidad.
―¡EXPECTO PATRONUM!
Un ciervo, enorme y plateado, salió de la punta de la varita de Hayley y con la cornamenta golpeó al dementor donde éste habría tenido el corazón. El dementor se echó hacia atrás, ingrávido como la oscuridad, y cuando el ciervo lo embistió, se alejó revoloteando como un murciélago, derrotado.
Hayley alzó la varita en dirección a Harry y el ciervo corrió hacía él, logrando al fin que el dementor se alejara de él, luego Hayley la agitó a su derecha y el dementor flotó lejos de Dudley junto con los demás.
El cielo volvió a retomar su color claro y Hayley se acercó corriendo a Harry para ayudarlo a ponerse de pie, luego entre los dos levantaron a un todavía aturdido Dudley con algo de esfuerzo y emprendieron camino devuelta al número cuatro de Privet Drive.
―Vernon y Petunia van a matarnos.―advirtió Hayley y Harry apretó los labios, sabía que era verdad.
―No tienen porqué saberlo.
―Harry, ¡mírale la cara! Se ve más tonto que antes.―refunfuñó Hayley. Luego paró de golpe y sacó la varita.―Espera, ¿qué fue eso?
―Hayley, guarda eso.―masculló Harry entre dientes.―Pueden verte.
―Escuché algo.―avisó. Al no ver nada, hizo ademán de guardar de nuevo la varita.
―¡No guardes eso, muchacha!―le gritó la señora Figg, la anciana que los cuidaba cuando eran más pequeños.―¿Qué tal si hay uno más suelto por aquí? ¡Oh, voy a matar a Mundungus Fletcher!
―¿Qué?―dijo Harry confundido.―¿Es usted bruja?
―Soy una squib.―aclaró la señora Figg. Hayley y Harry asintieron confundidos.―Y Mundungus lo sabe muy bien, ¿cómo demonios iba yo a ayudarles contra un ataque contra los dementores?... Oh, ¿qué dirá Dumbledore?
―¿Usted conoce a Dumbledore?―inquirió Hayley.
―¡Pues claro que conozco a Dumbledore! ¿Ustedes creían que después de lo que pasó los dejaría desprotegidos?
Ni Harry ni Hayley dijeron nada más, al llegar a su calle, se despidieron de la señora Figg y soltaron a Dudley, que muy apenas podía mantenerse de pie. Hayley abrió la puerta y Petunia apareció en la entrada y de inmediato se preocupó por el estado de Dudley.
―¿Quién ha sido, hijo? ¡Danos nombres!
―Ella.―Dudley señaló a Hayley quien en silencio se dirigía a la alacena para dormir. Hayley soltó un chillido indignada.
―¡No lo ataqué!―se defendió.
―¿Qué te ha hecho, Diddy?―dijo Petunia con voz temblorosa.―¿Ha sido... lo que tú ya sabes, tesoro? ¿Ha utilizado... esa cosa?
―¡Por supuesto que no! ¡Lo único que hice fue darle un puñetazo en su fea cara!―Petunia soltó un gritito y Vernon soltó un gruñido furioso.
―¿Cómo te atreves... niña insolente?―espetó Vernon.
―Pues... ¡él no tiene ningún derecho de hablar sobre mi madre muerta! que por cierto Petunia, ¡también era tu hermana!
Y sin más entró a la alacena cerrándola con fuerza, subió ambas piernas a la pequeña cama y las abrazó largando un sollozo. De reojo, vio como una carta se deslizaba por debajo de la puerta. Hayley hizo una mueca y la tomó, sin saber muy bien que era, la abrió.
Querida señorita Potter:
Nos han informado de que ha realizado usted el encantamiento patronus a las 21:23 horas de esta noche en una zona habitada por muggles y en presencia de un muggle.
La gravedad de esta infracción del Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad ha ocasionado su expulsión del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. En breve, representantes del Ministerio se desplazarán hasta su lugar de residencia para destruir su varita.
Dado que usted ya recibió una advertencia oficial por una infracción anterior de la Sección Decimotercera de la Confederación Internacional del Estatuto del Secreto de los Brujos, lamentamos comunicarle que se requiere su presencia en una vista disciplinar en el Ministerio de Magia el día 12 de agosto a las 09:00 horas.
Con mis mejores deseos.
Atentamente,
Mafalda Hopkirk
Oficina Contra el Uso Indebido de la Magia
Ministerio de Magia
¿Ser expulsada del colegio por defensa propia? Genial, no podía esperar para decírselo a Harry.
A los pocos minutos, llegó otra carta. Sin ganas, Hayley la tomó.
Hayley:
Dumbledore acaba de llegar al Ministerio y está intentando arreglarlo todo. NO SALGAS DE LA CASA DE TUS TÍOS. NO HAGAS MÁS MAGIA. NO ENTREGUES TU VARITA.
Arthur Weasley
Después, llegó otra carta.
Querida señorita Potter:
Con relación a nuestra carta de hace unos diez minutos, el Ministerio de Magia ha revisado su decisión de destruir de inmediato su varita mágica. Puede conservar usted su varita hasta la vista disciplinar del 12 de agosto, momento en el que se tomará una decisión oficial.
Tras entrevistarse con el director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, el Ministerio ha acordado que el asunto de su expulsión también se decidirá en esa vista. Por lo tanto, considérese excusado del colegio hasta posteriores investigaciones.
Con mis mejores deseos.
Atentamente,
Mafalda Hopkirk
Oficina Contra el Uso Indebido de la Magia
Ministerio de Magia
Al instante, llegó otra.
Arthur acaba de contarnos todo lo sucedido, pase lo que pase, no salgas de la casa.
Sirius
Hayley bufó. Jodida mierda entonces.
Cuatro días después, Harry seguía sin creerlo.
―¿Expulsada? No, no pueden.―negó rotundamente Harry.
―Oh, que sorpresa, porque parece se exactamente lo que están haciendo.―bufó Hayley.―Necesito escribirle a mis amigos.―bufó Hayley.
―¿A Malfoy?―Harry hizo una mueca de asco.
―Sí, Harry. A Malfoy.―Hayley rodó los ojos y tomó la pluma, la tinta y los pergaminos que le tendía su mellizo.
Draqui:
Pueda (solo pueda) que nos hayan atacado unos dementores al insensato de mi hermano y a mí y que posiblemente no vuelva a Hogwarts.
Si es así, por favor no me olviden, asquerosas caras de mandrágora.
Sé mi lechuza y avísale a Nott y Zabini.
Pd. Estoy secretamente en pánico, ayuda.
Jillian
Después escribió una más corta para Cho y lo mismo para Jason y ató los tres sobres a la pata de Hedwig.
―Los entregas y vuelves, ¿bien? No esperes respuestas.―Hedwig emitió un ululeo que a Hayley le gustaba tomar como afirmación y sin más salió por la ventana emprendiendo vuelo.
―¿No estás nerviosa?―preguntó Harry desde su cama.
―Para nada.―mintió Hayley
―¿Quieres dormir aquí?―dijo Harry, que no le había creído en absoluto.
―Supongo que no estaría mal.―aceptó Hayley después de un rato debatiéndose.
Harry sonrió y le hizo espacio en su cama, y Hayley fue a tirarse ahí en el mismo momento que se escuchó la puerta abrirse, dejando así ver a tío Vernon.
―Salimos.―anunció.
―¿Qué?
―Que nosotros, es decir, su tía, Dudley y yo, salimos.
―Perfecto.―contestó Hayley y miró hacia el techo.―Ya sabemos lo que no podemos hacer, puedes irte en paz.
Vernon les lanzó una mirada furiosa y cerró la puerta, avisando que cerraría con candado. Ni a Harry ni a Hayley les importó aquello.
―Hayley, escuché algo. Podrían ser ladrones.―susurró Harry después de un rato en el que Hayley se había quedado dormida.
―¿Y qué importa, Harry? Estamos encerrados, al menos no nos van a matar. Más oportunidades para Voldemort.―bostezó.―Ahora, déjame dormir, cara rajada.
―¿Escobas? No, lo siento. Se ha vuelto loco, profesor Lupin. Creo que la luna lo afectó.―se negó Hayley por completo y se escondió detrás de Harry. El profesor Lupin soltó una risa.
Habían llegado al número cuatro de Privet Drive el profesor Lupin junto con una agradable mujer de cabello violeta la cual Lupin presentó como Nymphadora Tonks, pero ella aclaró que prefería solo Tonks, tampoco podían pasar por alto que también se encontraba Ojoloco Moody, su antiguo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, o eso creían. En fin, habían dicho que su único propósito era sacarlos de ahí.
―Entonces usted es... el de verdad, ¿cierto?―había dicho Hayley y se aclaró la garganta.―Quiero decir, usted no va por ahí convirtiendo a la gente en hurón...
Lo único que Hayley recibió fue una mirada penetrante de Moody, pero ella no le dio importancia y se encogió de hombros, solo era para asegurarse.
―Puedes viajar con Harry, si eso te hace sentir más segura.―le sonrió Lupin.
―Ñe.―Hayley torció los labios. Harry alzó una ceja.―Está bien, solo porque mis clases de vuelo no fueron de lo mejor.
―Eso fue culpa de...
―Cierra el pico, Harry.―dijo Hayley y subió las escaleras acompañada de Tonks para ir en busca de los baúles.
―Con la cara de James y lo que ha aprendido de Sirius, ¿esa chica está bien?.―le dijo Moody a Lupin en un gruñido. Lupin soltó una risa.
―Ni que lo digas.―negó.
De rato, Hayley volvió junto a Tonks conversando animadamente.
Salieron de la casa y Remus les presentó a un par de personas más como a Kingley Shacklebolt, Elphias Doge, Dedalus Diggle, Emmeline Vance, Sturgis Podmore y Hestia Jones. Hayley se limitó a saludarlos con un asentimiento de cabeza.
Lupin dio una señal y con ayuda de Harry subió a la escoba y se abrazó fuertemente al torso de su mellizo.
―Si morimos, te mataré.―le susurró Hayley al oído, para luego sentir un revoltijo en su estómago al recordar su última conversación con Cedric Diggory. Le ponía los vellos de punta.
El vuelo emprendió y para su propia sorpresa, Hayley lo encontró gratificante. El aire a esa altura se sentía más fresco y la gustaba como se estampaba en su cara. Por un momento consideró comprar una escoba para jugar quidditch y volver a sentir esa satisfacción de estar allá arriba. Pero entonces Harry descendió en picada cuando estaban a punto de llegar y Hayley casi suelta un grito del susto, aferrándose mas a él. Escuchó la risa del azabache y de no ser porque estaba más asustada por soltarse, le hubiera soltado un golpe.
Cuando llegaron, Moody les tendió un papel.
―Léanlo rápido y memoricenlo.―indicó y así lo hicieron.
El cuartel general de la Orden del Fénix está ubicado en el número 12 de Grimmauld Place, en Londres.
Al entrar en la casa, notaron que en su mayoría habitaba el polvo. La señora Weasley los saludó cálidamente y les indicó subir con Ron y Hermione y dijo que después los llamaría para la cena.
Hayley hizo una mueca, ella no quería ir con Ron y Hermione pero de todos modos subió las escaleras detrás de Harry a regañadientes, con suerte se encontraría con los gemelos o Ginny y esa sería su salvación.
Hayley se evitó las preguntas de lo que había pasado con los dementores y dejó que Harry lo contara, parecía feliz de ver a sus amigos pero no duró mucho pues al poco tiempo comenzó a gritarles y reclamarles el porqué no le habían siquiera dicho que estaban ahí. Hayley solo los miraba divertida.
De rato se aparecieron los gemelos y Ginny entró por la puerta tiempo después, saludó a Hayley con un abrazo y así ambas salieron de la habitación para ir a la de la pelirroja.
―Está loco.―dijo Hayley haciendo referencia a Harry. Ginny rió.
―Sí... ¿cómo estás después de los dementores?―Hayley hizo una mueca.
―Tendré una audiencia y decidirán si me expulsan de Hogwarts o no, así que no estoy segura.―suspiró.
―Se va a resolver, tranquila.―aseguró Ginny. Hayley quiso creerle, y bien, lo hizo.
―Sí, todo estará bien.―afirmó.―Por cierto... ¿qué es todo esto de la Orden?
―No me lo quieren decir.―bufó Ginny.―Pero sé que es algo que creó Dumbledore, ¿quieres ir a espiar?
Sin dudarlo, Hayley asintió.