Sincronías y Armonías [Saga A...

By Nozomi7

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Continuación de "Melodías y Ambrosías". No recomiendo leer esta parte sin antes haber leído las dos primeras... More

❧ Introducción ☙
❧ Sinopsis ☙
❧ Prefacio ☙
❧ Epígrafe ☙
❧ Primera Parte - ¿Una segunda oportunidad? ☙
Portada [Primera Parte]
❧1. Distancias y Sincronías ☙
❧ 2. Recelos y Celos ☙
❧ 3. Confusión y Desilusión ☙
❧ 4. Culpas y disculpas ☙
❧ 5. Confusiones y Suposiciones ☙
Sorteo y un par de cosas más
❧ 6. Revelaciones y Proposiciones ☙
Adelanto (1)
❧ 7. Complicaciones y Demostraciones ☙
❧ 8. Indecisiones y Recuerdos [Parte 1]☙
❧ 8. Indecisiones y Recuerdos [Parte 2]☙
❧ 9. Amistades y Revelaciones ☙
Concurso de Fanfics y un par de cositas más
❧ 10. Juego de Espías ☙
❧ 11. Letanías y Sincronías ☙
❧ 12. Declamaciones y Reconciliaciones ☙
Adelanto (2)
❧ Capítulo 13: Pasos y Celos ☙
Feliz cumpleaños, Rodrigo <3
❧ Capítulo 14: Reclamaciones y Emociones☙
Anécdotas sobre el capítulo 14 y aclaraciones varias
❧ Capítulo 15: Enseñanzas y Sanaciones ☙
❧ Capítulo 16: Alcances y Balances ☙
❧ Capítulo 17 [Primera Parte] ☙
❧ Capítulo 17: Fantasmas del Pasado [Segunda Parte] ☙
Mitos y dudas sobre la depresión
❧ Capítulo 18: Aguas y Bebidas ☙
Curiosidades - Capítulo 18
❧ Capítulo 19: Trampas e Inocencias ☙
Preguntas y extras - Capítulo 19
❧ Capítulo 20: Confesiones y Descubrimientos ☙
Curiosidades - Capítulo 20
Mini manga - Capítulo 20
❧ Capítulo 21: Sol y Chocolate ☙
❧ Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Primera Parte] ☙
Aclaraciones y Curiosidades - Capítulo 22 [Primera Parte]
❧ Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Segunda Parte]☙
Pregunta preguntona
Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Tercera Parte] ☙
Aviso antes del capítulo final
Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Parte 4] [CAPÍTULO FINAL]
Epílogo
Respuestas y curiosidades varias luego del epílogo [Primera Parte]
Encuesta
Cuestionario de respuestas a contestar [Segunda Parte]
Respuestas y curiosidades [Última parte]
Epígrafe [Segunda Parte]
Prefacio: Lágrimas que fortalecen [Segunda Parte]
Portada - [Segunda Parte]
Capítulo 1: Lágrimas y Confesiones
Curiosidades - Capítulo 1
Capítulo 2: Amistades y Decisiones
Anotaciones - Capítulos 2
Capítulo 3: Preludios y Compenetraciones [Primera Parte]
Capítulo 3: Preludios y Compenetraciones [Segunda Parte]
Capítulo 3: Preludios y Compenetraciones [Parte 3]
Anotaciones, meme y adelanto - Capítulo 3
Mini manga - Capítulo 3
Capítulo 4: Resiliencia [Primera Parte]
Capítulo 4: Resiliencia [Segunda Parte]
Capítulo 4: Resiliencia [Tercera Parte]
Minimanga - Capítulo 4
Capítulo 5.- Mentiras y Promesas
Capítulo 7.- Pendientes y Aprovechamientos
Aclaración sobre contenido adulto
Capítulo 8: Poesía clandestina
Debate sobre lo que se viene
Capítulo 9. Culpas y Apegos [Primera Parte]
Capítulo 9: Culpas y Apegos [Segunda Parte]
Capítulo 10.- Sin límites [Primera Parte]
Capítulo 10: Sin límites [Segunda parte]
Capítulo 10 - Sin límites [Tercera parte]
Preguntas y respuestas - Capítulo 10
Capítulo 11.- Nadas y Distancias
Capítulo 12: Amistades y Sorpresas [Primera Parte]
Capítulo 12: Amistades y Sorpresas [Segunda Parte]
Capítulo 12.- Amistades y Sorpresas [Tercera Parte]
Capítulo 13. Trastocamientos y Necesidades
Capítulo 14: Acusaciones y Preocupaciones
Capítulo 15.- Limerencia y Aprendizaje
Capítulo 16.- Confesiones y Empatías
Capítulo 17. Lecciones y Confianzas
Capítulo 18.- Confianzas y Espacios
Capítulo 19.- Negaciones y Dobles
¡¡¡Regresamos!!! (y algo más ^^)
Capítulo 20 - Rechazos y Recuerdos [Primera Parte]
Entrevista a Rodri (el real) - Parte 1
Capítulo 20: Recuerdos y Rechazos [Segunda Parte]
Entrevista al Rodri (el real) - 2da parte
Capítulo 20 - Rechazos y Recuerdos [Tercera Parte]
Entrevista a Rodri (el real) - Tercera Parte
Capítulo 21. Entendimientos y Promesas [Primera Parte]
Entrevista al Rodri Real [Parte 4]
Capítulo 21. Entendimientos y Promesas [Segunda Parte]
Entrevista a Rodri Real [Quinta y última parte]
Capítulo 22. Amistades y Reflexiones

Capítulo 6.- Encuentros y Estrategias

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‹‹Ay, ¡Dios mío! Aunque con él ya he hecho de todo, ahora verlo en la escuela después de eso, me pone nerviosa. ¿Por qué será?››.

Aira se encontraba en el patio de la escuela, luego de cruzar el gran portón de aquella. Estrujaba con nerviosismo sus dedos, mientras que con su vista buscaba a lo lejos, en el edificio de las oficinas de los profesores, por si se encontraba Rodrigo.

‹‹Ayer hablamos y parecía que estaba como siempre, exageradamente preocupado, pero lindo, tierno y amable como solo él puede ser. Pero una cosa es conversar por chat y otra volver a verlo a la cara luego de nuestra reconciliación››.

Cogió con ansiedad una de las colgantes de su mochila.

‹‹Dios, me siento como antes de nuestra primera cita››, se dijo mientras se sentaba en uno de los muritos, al lado de un pequeño jardín al sentir que sus piernas le temblaban.

En ese instante, mientras su vista seguía clavada en el edificio de profesores, alguien tocó su hombro y provocó que chillara de la sorpresa. Cuando volteó a ver quién la reclamaba, su semblante cambió de tenso al de fastidio.

—Ah, tú —dijo haciendo una mueca.

—Yo también me alegro de verte —añadió Caballero al tiempo que se sentaba a su lado—. Ya se te extrañaba; faltaste el día después de la actuación y no te enteraste de todo el revuelo que provocó nuestro beso.

—¿Perdón? —Lo miró con desprecio—. ¿Nuestro beso? ¡Fuiste tú quien me besó sin mi consentimiento!

—Pero igual fue nuestro beso...

Acercó su rostro hacia el de ella, provocando que la joven se alejara.

—Que encendió nuestra pasión y logró en el público nuestra devoción.

Ella arrugó la ceja con suspicacia.

—¿Ahora creas rimas?

—Tú me convertiste en poeta. —Hizo una mueca como si estuviera enamorado.

—De quinta categoría.

En ese instante, pestañeó al recordar a quién le había dedicado aquel apodo antes.

—Eres mi querida musa, Aida.

—¡Que me llamo Aira!

—Oh, mírenlos, la parejita del momento.

Al costado de ellos, pudo escuchar unas risas burlonas de un grupo de chicas.

—¡Que no somos pareja ni nada!

—Pero, Aida...

—¿Has visto? Pelean como una pareja de casados.

—¿Acaso no son tiernos?

—Démosle al público lo que pide —habló el chico con picardía.

—¿Eh?

José María la abrazó, agarrándola de improviso. Sin embargo, Aira no esperó para levantarse y alejarse de su abrazo.

—¡¿Quién te ha dado permiso para abrazarme, imbécil?! —dijo hecha una furia.

—Pero, Aida...

—¡Awwww!

—¿No son hermosos?

—Me los como.

—¡Oigan, ustedes, dejen de emparejarme con este! —exclamó Aira alzando la voz.

Pero, en ese instante, ya no le prestaban atención. El grupo de tres chicas había ido adonde Rodrigo, quien acababa de hacer su aparición por la puerta chica de la escuela.

—Profesor, buenos días —se apresuró en decir una chica de pelo castaño—. ¿Cómo amaneció?

—Eh, buenos días, Tafur. Amanecí bien.

—¿Qué tal pasó su fin de semana? —dijo la amiga de la primera, una chica algo regordeta—. ¡Luce radiante!

—Bien, bien, Sánchez.

—¿Puedo ir a su oficina en el recreo? Necesito hacerle unas consultas sobre la clase pasada —añadió Cartagena al tiempo que ella y sus amigas acompañaban al maestro a la sala de profesores.

—¿Eh? ¿Cómo dijo, alumna?

Aira se quedó boquiabierta al ver el cuadro. Finalmente, resopló profundo al recordar que había olvidado lo popular que era Rodrigo entre sus alumnas.

En ese instante, los ojos de Rodrigo se toparon con los de ella, y todo a su alrededor cambió de inmediato. Ambos se dedicaron una intensa mirada, la cual construyó y prolongó aquel universo que días atrás habían empezado a tejer, naciendo del perdón, desarrollado por el amor y extrapolado por la pasión.

—Bue... buenos días, profesor Estremadoyro —dijo al tiempo que sentía que sus mejillas se sonrojaban.

Agachó su rostro con timidez para estrujar sus manos, y luego volver a alzar su rostro hacia Rodrigo.

—Bue... buenos días, Gonzáles —habló dedicándole una amorosa sonrisa.

Aira sintió una revolución al mil por hora. Cientos de hormigas se expandían en su interior, provocándole ganas de orinar. Se sentía dichosa de ser la única a la que Rodrigo contemplaba y sonreía de aquella manera al llegar a la escuela, muy diferente al saludo que le había brindado a sus compañeras, que sintió unos impulsos inmensos de correr hacia él, acunarlo en sus brazos, llenarlo de besos y caricias, pero se contuvo.

Decenas de veces lo había visto sonreír, cierto. Pero al ver cómo con esas simples miradas y sonrisas, tan expresivas, tan cariñosas, tan demostrativas, estaban dedicadas solo a ella, se sintió orgullosa, se sintió querida, se sintió especial, y solo con esa simple conclusión le bastó para saberse la mujer más bonita de la Tierra.

Porque Rodrigo habitualmente no era tan expresivo por su Asperger; principalmente daba una equivocada impresión de ser alguien distante, arrogante o creído, pero ella sabía que no era así, todo lo contrario. Solo Aira era la única dueña de su corazón, la única que podía provocar que abriera su corazón, la única que conocía las diversas expresiones de su corazón... y así se lo haría saber, aunque sea de manera indirecta, a quienes trataban de emparejarla con su compañero, sobre todo para impedir incomodidades futuras en su maestro como ella bien intuyó luego al ver cómo el semblante de Rodrigo cambiaba de enamorado a fastidiado cuando su mirada se topó con la de Caballero, al colocarse este al lado de su alumna.

—¿Qué tal, profe? —saludó José María de lo más relajado, colocándose más cerca de Aira, a lo que ella respondió dando un par de pasos a la derecha.

—Buenos días —contestó con el ceño fruncido.

—Profesor, ¿qué le parece si proponemos a Gonzáles y a Caballero como reina y rey del bingo? —habló Cartagena al señalar con la cabeza a los aludidos.

—¿Ehhh? —Rodrigo pasó saliva.

—¡Ustedes están locas! —observó Aira.

—Buena idea, Karlita. Hay que aprovechar la fama que tiene esta parejita ahora por el baile. Seguro que la hacemos linda.

Las tres amigas asintieron al tiempo que se reían. Caballero asintió entusiasmado.

—¡Excelente idea, chicas! —habló el aludido, que sonreía en un signo de falsa modestia—. Y si es para el stand de besos, también me apunto.

—¿Ahhhh? —La quijada de Rodrigo por poco llegaba al suelo.

—Habla por ti, campeón —se apresuró en aclarar Aira—. Lo que soy yo, me niego totalmente a esto.

—Pero Gonzáles, seguro que muchos a muchos les interesará y...

—Basta de querer emparejarme con este o que le dé besos a otros, ¿quieren? Yo ya estoy saliendo con alguien desde hace varios meses.

—¿Eeeeeh? —preguntaron todos al unísono, Rodrigo incluido.

Aira no pudo evitar sonreír en su interior al ver la cara de decepción del maestro. Aunque sabía que la estaba pasando mal, le hacía gracia ver su faceta de celoso, que le recordó al Rodrigo de la enfermería de la semana pasada.

—Ya... —Tragó saliva de nuevo para tratar de pasar el mal trago que le daba ver aquella situación—. Ya hablaremos de su propuesta y del bingo en la hora de tutoría —dijo con el gesto adusto—. Vayan al patio ahora, que en breve tocará el timbre. Yo... debo ir a la Dirección.

Dicho esto, el joven les dio la espalda y se encaminó hacia el pabellón de las oficinas administrativas. Pero, luego de cerciorarse de que sus compañeros se habían ido, Aira se apuró en perseguirlo y en atajarlo justo antes de dar la vuelta para subir las escaleras.

—¿Qué se te ofrece, Gonzáles? —dijo cabizbajo para luego observarla de reojo.

El gesto adusto en su rostro todavía era evidente, y le produjo tanta ternura a Aira, que le pareció un niño pequeño que daban ganas de comérselo a besos.

—¡Tonto! —dijo en un susurro, lo suficientemente bajo para que la gente alrededor no se percatara, pero para que Rodrigo sí lo hiciera.

Volteó a ambos lados para verificar que no hubiera nadie en ese momento. Al cerciorarse, con un movimiento de cabeza, Aira le indicó que fueran metros más allá, en el salón pequeño debajo de la escalera, en donde se guardaban los implementos de limpieza. Rodrigo obedeció, aunque poco convencido.

—¿Y? ¿Para qué me neces...?

No pudo terminar su frase. Aira había abierto la puerta del salón y lo había halado a él hacia adentro. De inmediato, le estampó un beso en la boca, sorprendiéndolo por completo.

—No te pongas celoso, vamos. No es mi culpa que la gente me ande emparejando con el tonto de la señora María.

—¿Señora María?

Ella rió.

—Caballero pues.

—Ahhh.

—Ahhh. —Lo cogió de la mano—-. Y me refería a ti cuando les dije que estoy saliendo con alguien desde hace meses, tontín.

—¿En serio?

Ella asintió.

—Pero tengo que darles datos falsos pues. No les iba a decir que me he reconciliado con mi profesor, quien fue mi novio hace dos años atrás, ¿o sí?

—Bien... —Se rascó la cabeza con la mano que tenía libre, avergonzado—. Sí, tienes razón.

Aira le sonrió. Él hizo lo propio y le dio un par de palmaditas en la cabeza, como solía hacerlo antes.

—Pensé que iba a estar nerviosa al reencontrarnos aquí, luego de... tú ya sabes...

Sonrió con cierta timidez al tiempo que él.

—Pero veo que todo fluye con igual naturalidad —añadió.

—No habría por qué cambiar, solo que... bueno, ya lo hablamos, no podemos exponernos y demás.

Aira hizo un gesto de tristeza.

—Y ya me tengo que retirar. Debo pasar por la Dirección antes de que toque la campana.

—¿Puedo ir a tu oficina luego de que terminen las clases? —habló de prisa, antes de que Rodrigo abriera la puerta.

Él la contempló, sorprendido.

—Me... me gustaría pasar más tiempo contigo... usar cualquier pretexto aprovechando que soy tu delegada. Como lo hablamos el otro día.

—Claro. Yo también lo quiero.

—¿En serio?

El maestro asintió.

—Quiero aprovechar al máximo el tiempo que pueda contigo, chiquita linda. —Le dedicó una de sus amorosas sonrisas provocando que cientos de mariposas revolotearan en su estómago.

En ese instante, le dio la espalda para iba a abrir la puerta, pero fue atajado por Aira antes de que lo hiciera. La había invadido tanta la ternura y emoción por sus palabras y gestos, que simplemente ya no pudo más y se dejó embargar por los impulsos que la invadían... al igual que Rodrigo.

Cuando percibió los labios de ella sobre los de él, la abrazó y le devolvió el beso. Más todavía, cuando por aquel percibió el roce de sus pechos sobre sí, dejó caer su maletín al suelo mientras la cogía de su cintura y la asía a su cuerpo.

—Aira... —dijo al tiempo que la cogía del mentón y la contemplaba con los ojos brillosos, en una mezcla de mirada entre ternura, devoción y pasión.

—Rodri... —contestó mientras percibía cómo con su mano libre tocaba sus pechos, luego bajaba por su cintura para después descender por su cadera.

—Me muero por continuar... —Cerró los ojos y resopló con frustración—. Te extrañé estos días como no tienes idea. —Besó su frente con ternura.

—Yo también. —Se aferró a su camisa para hacerse una idea de que acariciaba así su torso—. Si eso, a la salida, ¿eh? —Sonrió, con picardía.

Rodrigo no había prestado atención a lo último que le dijo. Se hallaba totalmente concentrado en lo que su cuerpo experimentaba.

Sus manos habían descendido debajo de su falda acariciando y atrayendo a Aira para él, provocando que la joven emitiera un leve gemido que solo incrementó la excitación que lo consumía. Colocó su mano debajo de su ropa interior al tiempo que apretaba con intensidad sus nalgas para aferrarla a su cuerpo.

Aira pudo percibir cómo su entrepierna se hinchaba y empezaba a empujar hacia ella, al tiempo que retrocedía para tenerla solo entre él y la pared que los detenía. Aunque sus ropas les impedían unirse como querían, eso no era impedimento para que sus almas se sincronizaran, sus cuerpos se armonizaran, sus latidos se intensificaran. Sus labios y sus manos se tocaban, se besaban y se devoraban como un hombre y una mujer que solo deseaban amarse sin ataduras, sin etiquetas de profesor y alumna, y solo por la sinceridad que nacía en sus corazones y se extrapolaban a cada fibra de su ser, germinados por sus besos, cosechados por sus caricias y entregados por aquellas miradas llenas de locura y pasión.

Y hubieran seguido así, de no ser porque el toque de la campana le hizo recordar a Rodrigo que estaban en un ambiente prohibido... y peligroso, por lo que la calma y la cordura volvió a su cuerpo de inmediato.

—Me tengo que ir —habló con tristeza mientras le acomodaba la ropa interior y la falda que antes le había levantado. Le besó la frente para luego agregar—: Ya luego hablamos.

—Ok.

Con un movimiento de cabeza, se despidió. Él se retiró primero, no sin antes indicarle que se dirigiera al patio central ni bien pudiera, porque ese día tocaba hacer fila, rezar el rosario y hacer los anuncios escolares de cada semana.

*****

‹‹Rezar el rosario un lunes, luego de encerrarme y casi tener sexo con mi profesor...››, pensó Aira mientras repetía por enésima vez el Ave María y veía a Rodrigo a lo lejos, dirigiéndose del salón de profesores a su aula.

Sus labios todavía le parecían hinchados y con rezagos de los besos que él le había entregado con intensidad minutos atrás. Se los tocó al tiempo que empezó a extrañar con impaciencia la hora de la salida.

‹‹Ya debo estar excomulgada y mi sitio en el infierno reservado››, se dijo mientras sonreía de manera traviesa.

*******

—Bueno, pasada la actuación del Día del Maestro, hoy quiero que nos enfoquemos a partir de ahora en lo que se viene. Como muchos sabrán, queda dos semanas para el bingo de la escuela, en donde se hará una serie de actividades para obtener ingresos para su viaje de promoción —habló Rodrigo recostado sobre su escritorio.

Los alumnos vitorearon al unísono.

—Habrá diversas actividades para recaudar dinero, más allá del sorteo de las letras y del gran apagón por el premio de los diez mil soles.

—¿Diez mil soles? ¿No eran acaso cinco mil? —le corrigió Manrique, el alumno más aplicado de la clase.

Aira lo miró con fastidio. Pero, lo que no intuiría era que Rodrigo, en su afán corrector también, contraatacaría.

—Se dice ‹‹¿No era acaso cinco mil?››. El verbo ‹‹ser›› al estar utilizado de manera impersonal en la oración se conjuga en singular, no en plural, alumno Manrique.

Varias carcajadas podían oírse en el ambiente. Aira no era la única a la que el alumno le caía pesado por su petulancia. Rodrigo enarcó la ceja al ver la respuesta en su alumnado. No quería poner en ridículo a su alumno, mas su inocencia y afán corrector le impedían aventurar la respuesta que tendrían sus acciones.

—De todas maneras, creo que tienes razón —sacó Rodrigo uno de los bingos de su maletín—, el premio es de cinco mil soles, no de diez mil.

—Lo sabía —dijo muy orgulloso el aludido, pero no por pudo seguir evitando las burlas de sus compañeros.

—A lo que iba —continuó Rodrigo—, debemos coordinar algunas actividades para ello.

—¿Vamos a elegir al rey y a la reina?

—Yo quiero la tómbola.

—Yo a tirarle al objetivo.

—Propongo a Gonzáles y a Caballero como el rey y la reina del bingo, y que estén en el stand de besos. —Volvió Cartagena con su propuesta, observando a Aira de reojo.

Rodrigo tragó saliva.

—SiiiiiÍ —dijeron varios al unísono.

—Con la popularidad de ambos por el baile, seguro que recaudamos mucho dinero, ¿no creen?

—¡Y esta huevona que sigue con sus tonterías! —dijo Aira tratando de objetar, pero fue ignorada por sus compañeros.

—Excelente idea, Cartagena.

—Caballero y Gonzáles serán nuestros representantes. Varias chicas de otros grados están locas por él. Seguro que ganamos mucho dinero con ellos.

—Buena idea.

—¡Caballero y Gonzáles!

—¡Esperen! Todavía no se ha hecho el listado de todas las actividades que vamos a proponer —dijo Rodrigo tratando de poner calma, pero fue ninguneado por varios alumnos, quienes seguían vitoreando por los aludidos.

—¡Y yo no voy a aceptar nada, tontos! Ya suficiente los he ayudado con el baile, ahora les toca a ustedes en el bingo. ¡Trabajen, vagos!

—Voto por Caballero y Gonzáles.

—Yo también.

En ese instante, el sonido de la puerta sonó. Rodrigo indicó que pasaran. Era un par de alumnos que había llegado tarde, Animari incluida. Cuando esta pasó al costado de Aira y ella la saludó, con las justas la miró de reojo y le devolvió la bienvenida.

‹‹¿Y a esta qué mosca le picó?››, pensó la joven mientras veía cómo su amiga se dirigía a su asiento.

La interrupción de los tardones le había caído como anillo al dedo al profesor. Porque, antes de que siguieran presionando la participación de Aira y Caballero como reyes del stand de los besos, aprovechó para hacerles saber a sus alumnos que necesitaba de dos de ellos que se encargaran de la organización de las actividades del bingo, recogieran las propuestas de sus compañeros durante el recreo y se dirigieran a su oficina, luego de la salida, para ver en qué habían quedado y discutir las diferentes propuestas.

—Yooooo quiero —se apresuró en levantar la mano Aira.

Aunque ser delegada del bingo requería de dedicar tiempo que no tenía ni quería, y que en circunstancias normales le hubiera dado igual, sería la oportunidad perfecta para poder reunirse más veces con Rodrigo.

Del lado de los hombres nadie se propuso, lo cual solo trajo que Balbín, el delegado regular del salón, mascullara de rabia al imaginar que le tocaría ser elegido y tener trabajo extra a sus actividades programadas. Pero, del lado de las alumnas era todo lo contrario.

Varias alumnas más se propusieron en representación de las chicas, a tal punto de que parecían desesperadas. Uno de los chicos bromeó al señalar que parecían fans de un cantante, a lo que varios rieron, Caballero incluido.

‹‹Se desvive por él. La tiene loquita››. Miró a Aira de costado al tiempo que la joven alzaba el brazo desesperada, para luego sonreír.

‹‹¿Habrá dicho la verdad cuando nos dijo que tiene novio? ¿Será el profe a quien se refiere como el novio con el que sale hace tiempo?››, pensó. Luego repasó su vista por el resto de la clase y, al ver que varias estaban igual o más que desesperadas como Aira, rió.

‹‹Supongo que he perdido por esta vez, pero esto no significa que haya perdido la batalla››. Se encogió de hombros para luego sacar su celular y toquetear aquí y allá, como varios de alumnos más.

El profesor, al ver tal número de propuestas de sus alumnas, no supo qué hacer. Mas, cuando recibió una notificación de su celular que le indicaba que tenía un mensaje, todo cambió. En este podía visualizarse un sms cuyo remitente le decía lo siguiente:

‹‹Elígeme a mi ya luego te digo en tu oficina porque››.

En un primer momento no pudo evitar decirse en su cabeza cuántas faltas ortográficas había detectado en el mensaje. Pero, por primera vez, a diferencia de cómo se portaba con el resto de sus estudiantes, omitió corregirle esta vez a una alumna. Solo le dedicó una tierna sonrisa al tiempo que asentía con la cabeza y pronunciaba su apellido como representante de su sección para el bingo del colegio. 

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