Sincronías y Armonías [Saga A...

By Nozomi7

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Continuación de "Melodías y Ambrosías". No recomiendo leer esta parte sin antes haber leído las dos primeras... More

❧ Introducción ☙
❧ Sinopsis ☙
❧ Prefacio ☙
❧ Epígrafe ☙
❧ Primera Parte - ¿Una segunda oportunidad? ☙
Portada [Primera Parte]
❧1. Distancias y Sincronías ☙
❧ 2. Recelos y Celos ☙
❧ 3. Confusión y Desilusión ☙
❧ 4. Culpas y disculpas ☙
❧ 5. Confusiones y Suposiciones ☙
Sorteo y un par de cosas más
❧ 6. Revelaciones y Proposiciones ☙
Adelanto (1)
❧ 7. Complicaciones y Demostraciones ☙
❧ 8. Indecisiones y Recuerdos [Parte 1]☙
❧ 8. Indecisiones y Recuerdos [Parte 2]☙
❧ 9. Amistades y Revelaciones ☙
Concurso de Fanfics y un par de cositas más
❧ 10. Juego de Espías ☙
❧ 11. Letanías y Sincronías ☙
❧ 12. Declamaciones y Reconciliaciones ☙
Adelanto (2)
❧ Capítulo 13: Pasos y Celos ☙
Feliz cumpleaños, Rodrigo <3
❧ Capítulo 14: Reclamaciones y Emociones☙
Anécdotas sobre el capítulo 14 y aclaraciones varias
❧ Capítulo 15: Enseñanzas y Sanaciones ☙
❧ Capítulo 16: Alcances y Balances ☙
❧ Capítulo 17 [Primera Parte] ☙
❧ Capítulo 17: Fantasmas del Pasado [Segunda Parte] ☙
Mitos y dudas sobre la depresión
Curiosidades - Capítulo 18
❧ Capítulo 19: Trampas e Inocencias ☙
Preguntas y extras - Capítulo 19
❧ Capítulo 20: Confesiones y Descubrimientos ☙
Curiosidades - Capítulo 20
Mini manga - Capítulo 20
❧ Capítulo 21: Sol y Chocolate ☙
❧ Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Primera Parte] ☙
Aclaraciones y Curiosidades - Capítulo 22 [Primera Parte]
❧ Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Segunda Parte]☙
Pregunta preguntona
Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Tercera Parte] ☙
Aviso antes del capítulo final
Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Parte 4] [CAPÍTULO FINAL]
Epílogo
Respuestas y curiosidades varias luego del epílogo [Primera Parte]
Encuesta
Cuestionario de respuestas a contestar [Segunda Parte]
Respuestas y curiosidades [Última parte]
Epígrafe [Segunda Parte]
Prefacio: Lágrimas que fortalecen [Segunda Parte]
Portada - [Segunda Parte]
Capítulo 1: Lágrimas y Confesiones
Curiosidades - Capítulo 1
Capítulo 2: Amistades y Decisiones
Anotaciones - Capítulos 2
Capítulo 3: Preludios y Compenetraciones [Primera Parte]
Capítulo 3: Preludios y Compenetraciones [Segunda Parte]
Capítulo 3: Preludios y Compenetraciones [Parte 3]
Anotaciones, meme y adelanto - Capítulo 3
Mini manga - Capítulo 3
Capítulo 4: Resiliencia [Primera Parte]
Capítulo 4: Resiliencia [Segunda Parte]
Capítulo 4: Resiliencia [Tercera Parte]
Minimanga - Capítulo 4
Capítulo 5.- Mentiras y Promesas
Capítulo 6.- Encuentros y Estrategias
Capítulo 7.- Pendientes y Aprovechamientos
Aclaración sobre contenido adulto
Capítulo 8: Poesía clandestina
Debate sobre lo que se viene
Capítulo 9. Culpas y Apegos [Primera Parte]
Capítulo 9: Culpas y Apegos [Segunda Parte]
Capítulo 10.- Sin límites [Primera Parte]
Capítulo 10: Sin límites [Segunda parte]
Capítulo 10 - Sin límites [Tercera parte]
Preguntas y respuestas - Capítulo 10
Capítulo 11.- Nadas y Distancias
Capítulo 12: Amistades y Sorpresas [Primera Parte]
Capítulo 12: Amistades y Sorpresas [Segunda Parte]
Capítulo 12.- Amistades y Sorpresas [Tercera Parte]
Capítulo 13. Trastocamientos y Necesidades
Capítulo 14: Acusaciones y Preocupaciones
Capítulo 15.- Limerencia y Aprendizaje
Capítulo 16.- Confesiones y Empatías
Capítulo 17. Lecciones y Confianzas
Capítulo 18.- Confianzas y Espacios
Capítulo 19.- Negaciones y Dobles
¡¡¡Regresamos!!! (y algo más ^^)
Capítulo 20 - Rechazos y Recuerdos [Primera Parte]
Entrevista a Rodri (el real) - Parte 1
Capítulo 20: Recuerdos y Rechazos [Segunda Parte]
Entrevista al Rodri (el real) - 2da parte
Capítulo 20 - Rechazos y Recuerdos [Tercera Parte]
Entrevista a Rodri (el real) - Tercera Parte
Capítulo 21. Entendimientos y Promesas [Primera Parte]
Entrevista al Rodri Real [Parte 4]
Capítulo 21. Entendimientos y Promesas [Segunda Parte]
Entrevista a Rodri Real [Quinta y última parte]
Capítulo 22. Amistades y Reflexiones

❧ Capítulo 18: Aguas y Bebidas ☙

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—¿Aira, estás bien? —Oyó que Rodrigo le insistía, por enésima vez, detrás de la puerta, sin obtener respuesta alguna de su parte.

Se hallaba sentada estrujándose las manos con impotencia. Cientos de lágrimas seguían cayendo por sus mejillas al tiempo que percibía cómo de vuelta la oscuridad la envolvía, cómo el pozo de la depresión la absorbía, cómo la luz de su autoestima la abandonaba.

Luego de tratar de limpiarse sus lágrimas, en vano, bajó su vista. Sus ojos se toparon con aquellas muñecas que evidenciaban y le recordaban aquella locura que había cometido tiempo atrás.

Se acordó que, por un malentendido, por suponer en vez de esclarecer, por suponer en vez de preguntar, por suponer en vez de dar una oportunidad, toda aquella hermosa felicidad que había sentido al lado de Rodrigo se había ido por el desagüe en menos de un santiamén. Se sintió como en un terrible dejavú, que pensaba que había dejado atrás, pero que lastimosamente no era así.

Se sentía devastada. Se sentía abandonada. Se sentía engañada, sino mancillada, de que aquel joven a quien adoraba hubiera osado besar, tocar y acariciar a otra mujer que no fuera ella.

Cerró los ojos para tratar de menguar el dolor que aquel imaginario escenario le provocaba en sus entrañas. Apretó los ojos y meneó la cabeza con tal fuerza que creyó que se marearía, en su intento por desaparecer aquella tortuosa escena, pero era en vano. Peor todavía, era como si su mente se oscureciese más todavía, así como su alma, al martirizarse con aquellas imaginarias escenas de caricias y de lujuria. No obstante, hubiera proseguido en aquella autotortura, de no ser porque, el sonido de unas llaves y de un cerrojo abriendo, la trajeron de vuelta a la realidad.

—¡No entres! —rogó con la voz entrecortada, mas Rodrigo no le hizo caso.

—Tenemos que hablar.

Se dirigió a donde estaba y se hincó frente a ella, tomando sus manos —en concreto, sus muñecas— para cerciorarse de su estado. Felizmente, para su tranquilidad, aquellas lucían como antes, sin indicios de que hubiera cometido una locura minutos atrás. Respiró profundo, tranquilo de que no le hubiera pasado nada.

Pero, al contemplarla a la cara y ver cómo seguía chillando de forma desconsolada, se quebró en dos. Ella quiso hablarle, mas ya no podía. Lloraba de forma tan desgarradora, que solo podía escucharse un leve quejido mientras respiraba de cuando en cuando, el cual laceraba su corazón.

—No vas a encerrarte aquí a hacer vaya uno a saber qué cosas, Aira. ¡Por el amor de Dios! ¡Deja de reaccionar de esta manera! ¡Me preocupas, Aira! ¡Me preocupas mucho!

Rodrigo la acunó en sus brazos con mucha fuerza. Le empezó a acariciar la espalda, a besarle en la frente y en las mejillas para que reaccionara, pero no pudo. El joven estaba tan angustiado al verla de esa manera, sin reacción ni acción, que empezó a buscar con angustia alguna salida para que pudiera ver alguna respuesta de su parte.

Ella abrió los ojos para responderle algo; pero estos estaban tan empañados de lágrimas y su mente estaba tan ensombrecida y cargada de imágenes tortuosas, que le impedían pensar y reaccionar con tranquilidad. Solo más lágrimas y sonidos lastimeros salían de su boca, como respuesta a los llamados del profesor.

—¡Aira, vamos! ¡Levántate, Aira! ¡No te me puedes hundir! ¡Reacciona, por favor!

La joven había agachado la cabeza entre sus manos para seguir llorando. Sus rodillas, pecho y mangas estaban mojados en su totalidad.

—¡Por lo que más quieras, mi amor, reacciona! —dijo Rodrigo al borde de las lágrimas, impotente de qué hacer o decir para que ella mejorara.

En ese instante, al menear su cabeza en distintas direcciones para buscar alguna salida, la vista de Rodrigo se topó con la ducha que estaba a su izquierda. Y fue ahí que una idea le vino.

Como pudo, la alzó y la ayudó a pararse. Luego la encaminó hacia la ducha. Ella, envuelta aún por aquel manto de celos irracionales, nula autoestima y oscura aura, no opuso resistencia alguna. Se hallaba incapaz de razonar, incapaz de pensar, incapaz de reaccionar. No obstante, cuando sintió el frío contacto del agua sobre ella, sus nervios se disiparon. Soltó un chillido agudo, por fin, respondiendo a los requerimientos de Rodrigo, quien en otras circunstancias habría tenido reparos en mojar sus finas y caras ropas y zapatos; pero que, dadas las circunstancias, esto último era lo que menos le importaba.

—¡Mi amor, por favor, reacciona! —rogó angustiado Rodrigo.

‹‹¿Mi amor?››, oyó una voz que se le hizo lejana. ‹‹¿Quién me llama "mi amor" en esta época? Suena ridículo››.

—¡Roooodri! —dijo ella con un puchero y observándola fastidiada, al tiempo que cerraba la boca para no volver a tragar el agua que caía sobre su cabeza.

—¡Reaccionaste! ¡Al fiiiin!

La abrazó muy fuerte, como si su vida dependiera de ello. Luego empezó a llorar, a manera de catarsis al tiempo que Aira se preguntó por qué lo hacía.

—Hey, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras? ¿Estás mal? —Lo miró ansiosa.

Se separó de ella para contemplarla y asegurarse de que se hallara bien.

—Lo estaba. —La besó en la frente, en los ojos, en la nariz y luego en la boca. Volvió a abrazarla con mucha intensidad—. Ahora estoy más tranquilo porque volviste a ser la risueña y alegre de antes.

—Rodri...

La miró con unos ojos de adoración al tiempo que cogía su mentón con una mano y con la otra le acariciaba una mejilla.

—¿Qué me pasó? ¿Por qué estamos en la ducha y con ropa?

Él procedió a extender el brazo para cerrar el caño de la ducha.

—¿Acaso no sabes que para bañarte debes hacerlo sin ella y...?

Rodrigo se quedó estático al escucharla. Ella sonrió con picardía.

—¡Weit! Eso sonó raro.

El profesor tragó saliva y la miró nervioso.

—Si quieres, pues tú... yo... los dos, pues... —Volvió a pasar saliva—. Lo hacemos. Total, no es la primera vez que nos bañamos juntos, ¿sí?

Aira pestañeó varias veces para procesar lo que acababa de proponerle.

—¿Quieres bañarte conmigo? Vaya propuesta. Sí que me resultaste picarón, ¿eh?

—¿No lo habías propuesto tú?

—Tú hablaste primero de eso.

—A mí me pareció que fuiste tú.

—¿Yo?

—Sí.

—Tú hablaste de que hay que bañarse sin ropa.

—Porque así debe ser.

—Entonces tú fuiste quien lo propuso primero, Rodri.

—A mí me pareció que has sido tú.

—¿Pero bañarse con ropa no sería inadecuado?

—Ahí lo tienes. Tú fuiste quien hizo la propuesta, Aira.

—Si tú lo dices. Y ahora que lo pienso, las venditas de las heridas de los pies se me van a salir por el agua.

—No lo había pensado.

—Eso sí, lo bueno de estar descalza por la marinera es que no tengo zapatos que se me mojen.

—¡Oh, Dios santo! Tengo los zapatos de gamuza estropeados.

—Quizá si dejas de contradecirme y terminas de cerrar el caño de una vez por todas, podemos dejar de mojarnos de una vez, ¿no crees?

Rodrigo abrió los ojos ampliamente ante su propuesta. Sonrió al darse cuenta de que estaban perdiendo el tiempo discutiendo en tonterías, pero concluyó que prefería que las cosas se dieran así, antes de encausarlo en malentendidos que provocaran otra crisis de nervios en Aira. Eran momentos como estos, que le provocaban acariciar las mejillas de su rostro como antes, debido a la ternura que le provocaba.

Iba a obedecerle de cerrar el caño, mas hubo algo que se lo impidió. El agua cayendo sobre el rostro de la joven para luego desembocar en sus pechos, transparentaba aquello que adoraba contemplar, tocar y estimular.

De inmediato, la ternura dio paso a la lujuria. Le susurró en los oídos su nombre, al tiempo que besaba y mordisqueaba el lóbulo de su oreja izquierda, para estimularla.

—Rodri... —dijo mientras soltaba un pequeño chillido de placer.

Sus ojos se llenaron de un brillo especial al tiempo que su rostro se tornaba rosado, producto de todo de la gama de sublimes sensaciones que invadían su cuerpo.

Las manos de él comenzaron a acariciar su espalda para luego proceder a desabotonar su sostén. Ella sonrió de nerviosismo al darse cuenta de lo peculiar de la situación y del momento. Más todavía, cuando Rodrigo empezó a acariciar y estimular tanto sus pezones como la parte baja de su vientre, junto con una nueva sensación como era el experimentar el agua cayendo por todo su cuerpo, cada célula de su ser explotó ante aquel nuevo estremecimiento que la invadía.

Aira se vio envuelta en una nueva exquisita ambrosía que era el sentir a Rodrigo junto a ella, cerca de ella, dentro de ella, como si siempre hubiera sido su mujer, tal y como él se lo había dicho minutos atrás, antes de que los nervios e inseguridad la agobiaran. Y con ello, el deseo y ansias por acabar de concretar aquel placer que él le producía en su vientre bajo, luego de que sus dedos terminaran de jugar con su punto estimulante, la hizo chillar, explotar y luego pedirle más.

Invadido por un volcán que pugnaba por hacer erupción en su interior, la empujó contra una de las paredes de la ducha, justo en la esquina. Como si de su vida dependiera de ello, se deshizo de la parte inferior de falda y ropa interior de ella. Y gracias a la diferencia de tamaño entre ambos, no le fue difícil levantarla para ayudarle a que se acoplara dentro de sí en un movimiento primero pausado, luego acompasado, y finalmente extrapolado. La ternura había totalmente desaparecido, y solo podía percibirse una ambición desmedida entre aquellos cuerpos que parecían haber sido hechos a la medida.

Cada vez que él la besaba, cada vez que él la tocaba, cada vez que él la estimulaba y la hacía suya, Aira se sentía plena, dichosa, pero sobre todo, deseada y amada, esfumándose momentáneamente los celos e inseguridades que minutos antes la había ensombrecido. El agua que corría por su piel, también lo hacía por su alma, limpiando aquella oscuridad de sensaciones negativas y diluyendo aquella sombra que la había invadido minutos atrás. Ahora, gracias a aquella agua cristalina que los bañaba y envolvía, en aquella excelsa unión de aquellos cuerpos que parecían hechos armoniosamente para acoplarse, para luego sincronizarse en sus movimientos, no solo provocaba que sus pieles se limpiaran.

No obstante, aún durante aquellas sublimes sensaciones que él le prodigaba, Aira recordó las palabras que él le había dicho minutos atrás.

‹‹Es decir, me fui con una chica a un cuarto y estuve a punto, pero a la hora de la hora no pude concretarlo, ¿ok?››.

De inmediato, abrió sus ojos como plato. Quiso empujarlo al sentir rechazo al imaginar las caricias y besos de él sobre los de otra mujer, reclamarle, gritarle e insultarle como antes, pero no pudo.

Debido al volcán de inmenso placer que lo envolvía, Rodrigo aún no era consciente de la reacción de su compañera. Más todavía, al ir su excitación in crescendo, con mayor frenesí le besó los labios, agarró sus caderas con mayor precisión y comenzó a empujar dentro de ella con más fuerza.

En ese instante, él dejó de besarla. Para poder respirar mejor, había apoyado su mentón sobre su hombro al tiempo que proseguía con aquella exquisita unión.

Al contemplarlo y escucharlo de aquella manera, a pocos milímetros de ella, con su pelo mojado que resaltaba sobre sus facciones, con su respiración agitada debido al esfuerzo físico que realizaba, y el gruñido que acababa de soltar por llegar al límite del éxtasis para luego explotar dentro de sí, se dio cuenta de que era una testigo única de aquel excelso cuadro que tenía delante de sí.

‹‹Es decir, me fui con una chica a un cuarto y estuve a punto, pero a la hora de la hora no pude concretarlo, ¿ok?››.

El agua caía armoniosamente sobre el cuerpo de Rodrigo, y ella, solo ella, era testigo de ese exquisito cuadro que él había destinado para ella.

‹‹Ya te lo dije antes, cuando un aspie escoge a su pareja es para siempre, ¿bien? Tú eres la única mujer que yo he elegido para mí y...››.

‹‹Tienes razón››, pensó al tiempo que percibía cómo el agua seguía bañando el cuerpo de su compañero, tal cual como él se diluía en su interior, como único recipiente de su deseo, de su ambición, pero, sobre todo, de su elección para que ella fuera la única destinada a ser la mujer a unirse a él.

El agua los bañó en un deseo inimaginable, inconmensurable, inalcanzable. Limpió heridas, desapareció celos y dudas, aclaró sombras y temores, trayendo a aquellos cuerpos y almas nuevas y hermosas esperanzas.

*******

—Esa bebida que me regalaron por el Día del Maestro creo que me está causando efectos.

Después de que Rodrigo le explicara con detalles —y se disculpara por hacerla sentir mal y le explicara que, técnicamente, no le había sido infiel porque Aira lo había abandonado, a lo que ella asintió estando de acuerdo— cómo había sido aquella salida con su amigo, en la que se habían emborrachado luego de que el joven profesor se graduara —un semestre después de Fabián, debido a que se había atrasado por su depresión—, el susodicho no había tenido mejor idea que celebrar dicho acontecimiento con un regalo a su amigo: una salida a un club nudista.

Ebrio como estaba, Rodrigo no había opuesto resistencia alguna. Mas, cuando se hallaba en una de las habitaciones del club, en plenas caricias y arrumacos con una streapper a la que su amigo había pagado, al pasarle el efecto de la bebida, la cordura había vuelto en sí y se había ido para su casa. Mas, ni aún con tantas bebidas encima en esa y otras ocasiones, se había sentido tan "estimulado" como ahora.

—No entiendo —preguntó Aira luego de secarse el pelo con la toalla para, finalmente, ponerse el polo de su buzo que tenía en su mochila.

Ambos se hallaban en su dormitorio, cambiándose de vestimenta. Tanto su traje de marinera como la ropa de Rodrigo de antes, al estar ambos mojados, habían decidido ponerlos a lavar y a secar.

—Esa no era una bebida cualquiera. Me supo rara, ¿sabes?

—¿Eh?

—Si mis sospechas son ciertas, puede ser que...

Rodrigo pasó saliva. El rubor invadió su rostro, tornando sus orejas rojas.

—¿Qué? —dijo interrogativa.

—¡Espérame un ratito! —dijo saliendo a la sala.

—Ya que vas para allá, tráete la bolsa de regalos; que, oye, ya es hora de que los abras, ¿sí? Y creo que esta es una ocasión ideal para ello.

Se dirigió al comedor, en donde se encontraba su maletín. Dentro de él, sacó una bolsa en donde se hallaban varios de los obsequios que sus alumnos le habían dado. Cuando alzó uno de aquellos, el cual era de los pocos que había abierto, a petición insistente de una alumna, movió la cabeza, indignado. Luego, se hizo de la bolsa de los regalos de Aira, la cual se hallaba en uno de los sofás y se dirigió a su dormitorio, en donde ella lo esperaba.

—¿Qué fue, mi poetín?

Lo miró con curiosidad al tiempo que se ponía rápidamente las medias y su pantalón de buzo. El frío del invierno se experimentaba con mayor intensidad debido a que su pelo todavía se hallaba húmedo.

—¿Tienes secadora de pelo? Si vamos a salir a comer, me puedo resfriar si salgo así, con el pelo todo mojado. Creo que me lo voy a cortar como tú. —Le guiñó el ojo.

Le dio la espalda para luego buscar en la habitación lo que necesitaba.

—Esto fue lo que tomé minutos antes de que nos encontráramos en la enfermería —señaló el maestro con la botella en sus manos.

—¿Eh?

—Por eso fue que, no solo quería estar solo al estar molesto porque te había besado Caballero y aburrido por todo el gentío de la fiesta, sino porque, de verdad, necesitaba estar solo para... —dijo sonrojado.

—¿Qué dices, Rodri? No entiendo.

Volteó curiosa para ver sobre qué se refería. Cuando vio lo que tenía en sus manos, no pudo evitar soltar una gran carcajada.

En la botella, en letras pequeñas, podía leerse ‹‹Levántate Lázaro››. Ahora todo tenía sentido. 

************

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