Descubriendo un nuevo mundo...

Av Rohbone

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«Nada de lo que tenía a mi alrededor era mi verdadera vida.» Siempre había sentido que algo me faltaba, que a... Mer

Advertencia + Información
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Epílogo
Información + Portada 2da T
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45

Capítulo 17

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Av Rohbone

TE ENCONTRARÉ, BELLÍSIMA



DOMINIC

—¡Maldita mierda! —le exclamé a la nada, mientras pateaba una de las estúpidas sillas que tenía enfrente de mi escritorio.

—Dominic, deberías de... —habla mi beta, pero antes de que terminara esa oración camino hacia él, tomando fuertemente su cuello hasta estamparlo contra la pared, de tal manera que uno de los cuadros que tenía colgado, se desestabilizara e impactara contra el suelo.

—No te atrevas a volver a decir que debería de relajarme, porque hasta que no vuelva a tenerla conmigo, el relajarme no está en mis jodidos planes. ¿Me has oído bien? —le pregunto, soltándolo con brusquedad.

—Tienes que hacerlo, Dominic. —menciona, recuperando el aliento— No puedes reaccionar de esta manera siempre. — Traga saliva y continúa hablando, sin importarle mi mirada amenazante. — Te necesitamos tanto como tú nos necesitas a nosotros. Créenos que también queremos encontrarla, pero no podemos hacerlo si no te tenemos a ti..., si no tenemos a nuestro Alfa. —especifica— Tienes que concentrarte.

Aprieto fuertemente mis puños, sintiendo como todas mis emociones se mezclaban entre ellas. Sabiendo que no la tenía a mi lado y que alguien más peligroso la tenía, me hacía querer salir de aquí y asesinar a todos los malditos vampiros que se llegaran a interponer en mi camino hasta que al final lograra llegar a ella, y después..., asesinar a todos aquellos que sigan libres.

Mi lobo ansiaba venganza, ansiaba asesinar a los culpables, mucho más al imbécil de Shawn. Él era el culpable de que ahora mismo ella no estuviera conmigo.

—Recluta a los mejores —le comienzo a decir—, e inspeccionen el lugar. Mira por dónde se fueron y después dime dónde están. Si es que entraron al territorio vampírico, no se atrevan a ingresar, solo espérenme —exijo, enderezando mi espalda y alzando mi cabeza en su dirección—, iré en unos minutos.

—La encontraremos, Dominic —me garantiza, llevando una de sus manos hacia mi hombro—, y si no es así, ella nos encontrará a nosotros, o mejor dicho..., a ti. —musita y con un último apretón, sale de mi despacho.

Bajo levemente mi cabeza al saber que me había quedado a solas. Me sentía frustrado, molesto conmigo mismo por no haberla protegido como le había prometido, pero sobre todo, tenía miedo. Sentía temor de no volverla a ver nunca más, o que la estuvieran lastimando.

Si es que me llegaba a enterar de que ha estado sufriendo o tan siquiera se han atrevido a tocarla, definitivamente mataré a todos, sin dejar a uno con vida. He de decir que prefería tenerla aquí conmigo, repitiéndome a cada segundo que me detestaba, a no tenerla y no oír su preciosa voz.

Estamos jodidos. La voz de mi lobo se hizo presente. Él también se sentía decaído, pero el enfado más las ganas de querer salir ahora mismo para poder tomar completamente el control, era lo que más sentía.

«No tengo ninguna duda de que así es».

Ella había aparecido de improviso, había aparecido en el momento exacto en el que me estaba rindiendo. Las esperanzas de encontrarla habían estado desapareciendo con el pasar de los días y cuando oí su voz por primera vez..., fue la jodida gloria.

Con tan solo oírla, sabía que era ella, porque con tan solo su voz el vacío que tanto me molestaba, había desaparecido rápidamente.

Necesitamos encontrarla, Dominic.

«Lo sé, Tom».

Jodido nombre de mierda, cada vez lo detesto más.

«También lo sé, Tom».

Mientras salía de mi despacho, esbozo una pequeña sonrisa al oír su gruñido.

Aquel nombre se lo había escogido el primer día que apareció, y en el cual iba a tener mi transformación, pero se lo había dicho en modo de broma puesto que lo relacionaba con un gatito, pero al pasar los años, el nombre siguió estando, hasta que se me hizo costumbre y decidí dejarlo así.

Imbécil. Refunfuña. Déjame libre. Déjame tomar el control. Exige, al mismo tiempo que salía al exterior. Necesito encontrarla, necesitamos traerla de nuevo con nosotros, Dominic.

«Aún no..., solo espera unos minutos más».

¡No tenemos ningún maldito segundo! No podemos perder el tiempo. Déjame tomar el control. Me ordena con voz molesta, mientras sentía cómo él trataba de tomar el control sin importarle mi decisión.

«No». Reitero con fuerza. «Necesito pensar bien antes de darte el control. Tú únicamente asesinarás a todo aquél que se interponga y ahora mismo no es una buena opción». Trato de que entre en razón mientras me adentraba al bosque, por el mismo lugar en el que se había ido mi beta, junto a mis hombres.

Es una muy buena opción. ¿Por qué iba a dejar libres a aquellos asquerosos vampiros, cuando ellos fueron los que nos arrebataron a nuestra Luna?

«¡No vamos a comenzar una estúpida guerra! No ahora. Sin ella somos débiles. Si comenzamos una guerra, ellos terminarán ganando y a parte de no recuperar a Nora, también nos quedaremos sin manada. ¡Piensa por una jodida vez!» Aprieto mi mandíbula, al igual que mis puños. «La recuperaremos..., pero a mí manera».

Hace unos putos minutos estabas pensando en asesinar a cualquier vampiro. Me recuerda, muy enfadado.

«Hace unos putos minutos estaba desesperado y tú fuiste el que logró controlarme por unos minutos. Confía en mí y quédate en silencio, cuando sea el momento, te dejaré salir».

Sin más que decir, los dos terminamos la conversación. Aún podía sentir su enfado y la desesperación de querer salir para irla a buscar por su propia cuenta, pero por suerte, se mantiene en silencio, sin intenciones de desobedecerme.


















Bufo, llevando mis manos hacia mi cabello, despeinándolo de manera brusca. Llevábamos buscándola por días y aún no dábamos con ella.

Habíamos seguido el último rastro que teníamos de ella, pero al llegar al final, nos dimos cuenta que había sido una estúpida trampa. El olor era de ella, pero en vez de encontrarla, lo que había al final de su rastro era una chaqueta de hombre, la cual deducía que era del mismo vampiro que la había subido a su hombro, causando que se impregnara su olor.

Aprieto fuertemente mis dientes mientras respiraba con dificultad, sintiendo como mi lobo estaba por tomar el control.

«No te atrevas, Tom».

Déjame, maldita sea.

«No». Reitero con tenacidad.

—Alfa... —habla Ben, detrás de mí— ¿Qué haremos ahora?

—Toma la chaqueta y vuelve a la manada. —le ordeno, centrándome en mí y en que mi lobo no saliera a la luz, al menos no cuando tenía la chaqueta a escasos metros de mí.

—¿No quieres seguir con la búsqueda?

¡Es nuestra mujer, maldición! ¿¡Por qué no seguimos buscándola!? Exclama, desesperado. Déjame salir, la encontraré en menos de media hora.

—¡No! —exclamo en voz alta, molesto con la insistencia de mi lobo— Hemos pasado días fuera de la manada —menciono con más tranquilidad, a la misma vez que me volteaba hacia mi beta—, si hemos estado siguiendo una estúpida chaqueta en todo este tiempo, nadie nos garantiza que ellos no tuvieran pensado en atacar a mi gente, mientras están desprotegidos. Debemos de volver, Ben.

Él no dice nada más, únicamente asiente con su cabeza para luego comenzar a acatar mi orden.

«Ahora mismo te necesito, pero no para ir tras de nadie sino que debemos de volver a la manada». Le hablo a mi lobo, puesto que debíamos de llegar con rapidez. «¿Puedes hacerlo, o deberé de ir caminando?»

Bien, iremos a la manada.

«Hablo en serio, Tom». Decreto con seriedad. «Nora es nuestra prioridad, pero nuestra manada también lo es».

Lo sé, demonios.

Sin más, confío en él.

Relajo completamente mi cuerpo y le permito a mi lobo tomar el control. Un pequeño quejido sale de mis labios al sentir mis huesos crujir, puesto que a pesar de haber tenido varias transformaciones, aún no me acostumbraba a este cambio tan abrupto.

En menos de diez segundos, me encontraba en cuatro patas y un sedoso pelaje negro cubría mi cuerpo completamente. Sin haber ninguna amenaza a mi alrededor, mi lobo muestra sus dientes, colocándose en una posición de ataque.

«No te atrevas a cometer alguna estupidez». Comento, negándome a tolerar su insensatez. «Vamos directamente a la manada, Tom».

Sí, claro. Gruñe.

Él toma completamente el control, al igual que me prohibía hablar. «¡Maldita sea!»

Tom comienza a correr a una velocidad acelerada, mientras que de vez en cuando mostraba sus dientes soltando uno que otro gruñido de ferocidad, mostrándole a cualquier animal que estuviera por aquí, lo enfadado que se encontraba y que no se acercaran porque definitivamente no iba a tener piedad.

Mi lobo era jodidamente aterrador, todo lo contrario al adorable nombre que le he otorgado. Él era muy temperamental y únicamente sigue a sus instintos, mientras que mi parte humana era la que más razonaba..., a veces él lograba tener control sobre mí y de esa forma podía hablar, aún estando en mi forma humana y sobre todo, también tenía pensamientos impulsivos, de los que definitivamente era él el culpable.

Aún estando consciente de a dónde íbamos, suelto un suspiro de alivio al visualizar a mi manada y el sentir que todos se encontraban bien, sin ninguna amenaza alrededor. Tom se dispone a devolverme el poder de mi cuerpo cuando nos encontrábamos más cerca de mi manada, hasta que de un momento a otro volvía a mi parte humana, malditamente desnudo.

Sin dudarlo, me acerco a uno de los tantos árboles que tenía a mi alrededor, para escalar con rapidez y tomar la bolsa que se encontraba colgada en una de las ramas, porque sabía que dentro de ella había un cambio de ropa.

Alfa —la voz de Ben resuena en mi mente—, un hombre te busca.

Rápidamente me termino de acomodar la remera, y empiezo a caminar hacia mi hogar, en donde sentía que se encontraba mi beta con aquel hombre que me esperaba.

«¿Quién demonios será ahora?»

Maldito imbécil — Una voz femenina, bastante conocida para mí, me obliga a detenerme con brusquedad a mitad del camino. — ¿Quién mierda se cree para tratarme de esa manera?

Frunzo mi ceño al oír su voz.

«¿Nora? ¿Ella me estaba hablando?»

¡Él fue el cabrón que me secuestró! —exclamó, con furia— Si mi precencia le molesta, que me deje ir ahora mismo. ¡No es tan difícil, amigo! —se queda unos segundos en silencio, como si estuviera asimilando lo que acababa de decir..., o pensar— ¿Amigo? No, enemigo.

Sí, definitivamente era ella.

«¿Cómo es posible que pueda oírla? No la he marcado, ni mucho menos se encuentra cerca de mí».

Dominic... —habla con pesar—. ¿Dónde diablos estás? Sé que no me tratabas tan bien como me gustaría, pero..., al menos me cuidabas. ¡Joder! —exclamó, volviendo a estar enfadada—. Necesito irme de aquí. ¿Cómo puede ser que siga pensando en él, estando en esta situación? ¡Contrólate, Nora! —se regaña a sí misma, haciéndome esbozar una pequeña sonrisa.

Eres extraña, preciosa. Habla mi lobo, feliz por también estar escuchando su voz.

Mierda. ¿Quién eres? —inquiere, un tanto asustada—. ¡Mierda! —repite, comenzando a alterarse—. ¿Ahora también escucho voces? ¡Definitivamente me volveré loca si sigo estando aquí!

Miro a mi alrededor, confundido con la situación.

«¿Ella puede oírme?»

Nora, preciosa. Le habla mi lobo, desesperado. ¿Me escuchas? Dime que sí, por favor.

Ah, no —farfulla, soltando una leve carcajada—, era solo un maldito pájaro. ¡Los pájaros no hablan, Nora! —sigue regañándose a sí misma—. Deja de distraerte, estúpida. Lo último que quiero es ser blancanieves..., se me llega a acercar una ardilla, y no la cuento.

Bufo, continuando mi camino hacia la puerta principal. Ella no me escuchaba, pero era jodidamente extraño que pudiera oír sus pensamientos. Sin embargo, ansiaba creer que realmente la estaba escuchando, porque de esa manera sabré que ella se encuentra bien y sigue actuando a la defensiva con cualquiera que se quiera sobrepasar con ella.

¡Estúpida mosca! —insulta a un insecto—. ¡Deja de querer meterte en mi boca! No tienes buen sabor, supérame y déjame en paz.

Abro bruscamente la puerta principal y lo primero que veo es a mi beta, con un hombre a su lado.

—¿Quién eres tú? —le pregunto, mirándolo con desconfianza.

Necesito un trago. ¿Por qué no puede haber una maldita botella de alcohol en esta habitación? —le pregunta a la nada—. Son demasiado aburridos en este lugar y sobre todo imbéciles, mucho más el jefecito. —dice la última palabra con sarcasmo.

—Alfa... —habla el hombre, inclinándose levemente—, lamento si fue un atrevimiento de mi parte, pero me enteré de que nuestra Luna no se encontraba en la manada y creí que si podía hacer que usted escuchara sus pensamientos, tal vez lograra saber exactamente dónde se encuentra. —me explica, sin desviar su mirada de la mía.

¿Tú qué me ves, pájaro? ¡Déjame en paz! —exclama, comenzando a discutir..., con un pájaro—. ¿Sabes? Tu plumaje no es tan lindo como parece.

Alzo mi mano hacia mi rostro y me masajeo levemente mi frente, al mismo tiempo que soltaba un suspiro, pero sobre todo..., tratando de retener una estúpida sonrisa.

Ella se encontraba bien. Siempre lo ha estado.

—Muchas gracias —le agradezco—, realmente necesitaba oír su voz.

—¿Sabes dónde está? —pregunta mi beta.

Iba a hablar, pero enmudezco al volverla a oír.

¿¡En serio acabas de entrar únicamente para hacer tus putas necesidades encima de mi cabeza, maldito pájaro de mierda!? —chilla, frustrada.

—No, aún no. —respondo, levantando levemente las comisuras de mis labios.

Increíble, lo que me faltaba —bufa—, ahora tendré que bañarme. ¿¡Ves lo que provocas, estúpido pájaro!?

—¿Qué es lo que está pensando? —inquiere Ben, acercándose a mí.

—Nada relevante... —me limito a responder.

—Alfa, necesito que me informe cuando nuestra Luna logre decir dónde está —habla el hombre, sentándose en el sofá—, el permitir que logre oír sus pensamientos cuando ella se encuentra bastante lejos de usted, me debilita a cada minuto.

—Sí, lo siento. Solo..., un minuto más.

¡Mierda, el agua está fría! —exclama ella, molesta.

Bajo mi barbilla, concentrándome en su voz.

«Vamos, bellísima, dime algo. Dime una pista, dime algo que me sirva saber dónde te encuentras ahora mismo».

¿Por qué demonios me vienen a molestar justo ahora? ¡Me estaba bañando! ¿No puedo tener un jodido segundo en paz? Este secuestro no me está gustando para nada, quiero renunciar. —bufa, ansiando irse de ese lugar, «y lo harás, bellísima, pero tan solo piensa algo más..., sólo algo»— Realmente espero que del otro lado de la puerta esté Paula porque si llega a ser el estúpido de Matt, le daré un buen puñetazo por lo que hizo.

Abro rápidamente mis ojos, en el mismo momento que sentía como la voz de Nora desaparecía por completo.

—Lo siento, Alfa, no... —lo interrumpo.

—No, no lo sientas. Sé perfectamente dónde está —miro a mi beta—, y si ese imbécil le hizo algo, juro que lo mataré, sin importarme el jodido tratado.

Tan solo con oír mis palabras, él sabe bien de quién estaba hablando por lo que sin perder el tiempo, va en busca de algunos hombres que irán con nosotros.

—Muchas gracias, fuiste de mucha ayuda. —le agradezco al hombre.

—No tiene porqué agradecer, Alfa —dice, levantándose de su lugar—, haría cualquier cosa por la manada, mucho más por ustedes —hace una leve inclinación—, nuestros líderes.

Sin más que decir, sale por la puerta principal, dejándome a solas, de pie en la mitad de la sala.

La encontramos. Comenta, aliviado.

«Lo hicimos, y ahora iremos por ella». Hablo con seguridad.

Fortsätt läs

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