Capítulo 16

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EL ESTÚPIDO JEFE



«Me quedó sumamente increíble.»

Mi mirada se mantuvo en mi reflejo, observando atentamente mi figura sin poder creer lo que veía. Mis hombros se encontraban delicadamente expuestos, permitiendo que de esa forma la tela se amoldara perfectamente a mis senos, sin ser tan revelador. También poseía unas mangas que hacía ver que el vestido fuera mucho más delicado de lo que era, sin olvidar de mencionar que el largo, el cual terminaba por encima de mis rodillas, lograba que desprendiera sensualidad sin poder evitarlo.

Mientras seguía mirándome, la puerta fue golpeada una vez más.

—Adelante. —le hablo, dándole permiso a la otra persona de ingresar a la habitación.

—Permiso... —murmura la misma chica que me había traído el hermoso vestido— Oh, —balbucea al verme— sí me permite decirle, luce muy bonita, señorita. —me halaga, regalándome una pequeña sonrisa.

—Muchas gracias... —le agradezco, dejando un pequeño silencio para que pudiera decirme su nombre.

—Mi nombre es Paula, señorita.

—Un placer Paula, el mío es Nora. —me presento, esbozando una sonrisa.

La chica se acerca un poco más a mí y de esa forma pude darme cuenta que en sus manos traía una bolsita mediana, de color negro.

—Le he traído maquillaje y algunas cositas más para el cabello —me informa, dejándola encima de la cama—, no sabíamos muy bien qué es lo que suele usar, así que aquí tienes todo lo que hemos podido conseguir, pero si le hace falta algo más, hágamelo saber que trataré de encontrarlo por usted.

—Oh, muchísimas gracias, pero soy muy mala con el maquillaje y no es que sea muy fanática tampoco de usarlo. —le confieso, mientras hacía una mueca con mis labios.

—¿Quieres que lo haga por ti? —me tutea tímidamente, con una pequeña sonrisa en sus labios.

Iba a negarme, pero la lamparita de mi mente se prendió rápidamente.

—Si no es mucha molestia, me encantaría.

—No es ninguna molestia —niega, sonriente—, sería un placer. —admitió, para luego indicarme que me sentara en la cama, y sin objetar, obedezco a su petición, dejando que de esa forma comenzara a maquillarme.

Miro como toma nuevamente la bolsita entre sus manos y saca unos cuantos cosméticos de los que deducía iba a utilizar en mí.

Ella se mantiene en silencio, concentrada en elegir bien cada producto pero como tenía un plan en mente, no podía desperdiciar esta gran oportunidad de tener algo más de información, por lo que decido hablar, centrando su atención en mí.

—¿Hace mucho trabajas aquí? —le pregunto, a la vez que sentía como esparcía una crema hidratante en mi rostro.

—No tanto —me respondió, guardando la crema y tomando otra—, unos tres años tal vez.

—Si estás aquí hace varios años. ¿Por qué pareciera como si fuera normal para ti que tu jefe me tuviera aquí? Sabiendo que lo único que quiero, es irme.

Paula detiene sus movimientos por unos segundos, y me mira con pesar.

—No, no me parece normal, ni mucho menos me parece bien —niega, bajando su mirada—, pero no puedo hacer nada, soy una simple empleada y..., mi jefe me mataría si llegara a desobedecer. —confiesa, volviendo a su labor.

—¿Hablas de una manera literal, o...?

—Literalmente hablando. —respondió sin tapujos, sorprendiéndome su naturalidad— Él no es de amenazar y te recomiendo que no lo hagas enfadar..., sería muy malo para ti. —musita.

Descubriendo un nuevo mundo. | Parte 1 y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora