Capítulo 52

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VISITANDO A UN VIEJO AMIGO



Finalmente el sufrimiento había terminado.

Luego de tanta espera, tenía a mis hijos conmigo, haciéndome la mujer más feliz del mundo. Sin olvidar a Dominic, que me hacía sentir la mujer más amada en cada momento.

Jamás habría creído que llegaría el día en el que tuviera hijos, pero me alegra no haberlo esperado, porque la emoción que sentí cuando logré escuchar el llanto de mis hijos fue, simplemente, inexplicable.

Todavía seguía en el hospital, pero Gael dijo que finalmente nos podíamos ir a nuestra casa. Todo estaba bien tanto conmigo, como con Liam y Summer. Habíamos permanecido aquí internados aproximadamente una semana, porque querían estar seguros de que todo estuviera bien con nosotros, no solamente porque habían nacido un mes después del que deberían de haber nacido, aunque de cierta manera era incierto porque no era solamente una mujer loba, pero por suerte, no había nada fuera de lo común.

Un segundo después, Dominic entra a la habitación con un cambio de ropa.

—¿Cómo estás, bellísima? —me pregunta, mientras me ayuda a bajarme de la camilla.

Si bien había pasado una semana, aún me sentía un tanto cansada. Sacar a dos criaturas de mi interior no fue una tarea fácil. 

Dejé literalmente mi voz en el parto.

—Viva.

—Hablo en serio, Nora. —menciona, abriendo la puerta del baño para mí.

—Yo igual, lobito. —digo, uniendo por un segundo mi boca con la de él— ¿Me esperas fuera? Saldré en un minuto.

Dominic toma delicadamente mi nuca, obligándome a permanecer en mi lugar.

—Sí, te esperamos fuera. —remarca con una pequeña sonrisa— Y tómate el tiempo que necesites. No tenemos ningún apuro.

Une su boca con la mía una vez más, besándome con más profundidad, sin ninguna prisa. Un par de segundos después, se separa de mí y con una última sonrisa, sale de la habitación, dándome mi espacio.

Me adentro al baño, aún atontada por el beso que me había dado.

Cuando cierro la puerta, recuesto mi espalda contra la pared, dejando la ropa en el suelo. Respiro hondo e inmediatamente, una sonrisa invadió mi rostro. 

Alzo mi cabeza y sin que pudiera evitarlo, una pregunta surgió en mi mente.

«¿Mi madre estaría orgullosa?»

Bajo mi barbilla.

Quería pensar que estaba orgullosa de mí, de todo lo que he podido lograr.

Con aquel pensamiento, comienzo a desvestirme y ponerme la ropa que Dominic me había traído. La ropa era holgada. Sonrío aún más, agradeciéndole en mi mente a mi hombre por haberme traído esta ropa, malditamente cómoda. Luego de haber pasado una semana aquí, realmente extrañaba la ropa. Solo me dijeron que tenía que tener la bata, porque me habían hecho también pruebas a mí, y aunque no quisiera, me inyectaron. 

Ya le dije a Dominic que íbamos a hablar muy seriamente, porque él me dijo que nadie me inyectaría nada. Aunque de cierta forma, me lo dijo la primera vez que tuve una consulta con el doctor Allen, pero no importa.

Cuando finalmente estaba vestida, salgo del baño y continúo mi camino hacia la puerta de la habitación. Al abrir la puerta, me fue inevitable no sonreír aún más al ver a Dominic esperándome, con nuestros hijos en cada brazo. Él les estaba haciendo muecas graciosas para hacerlos reír, pero como eran muy pequeños para reír, solo miran a su padre con extrañeza, aunque mi pequeña Summer alza sus manos, queriendo tocar el rostro de su padre. 

Descubriendo un nuevo mundo. | Parte 1 y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora