Capítulo 42

83.7K 5.4K 723
                                    

UNA EXTRAÑA VISITA


«¿Qué mierda fue lo que sucedió?»

Me adentro a la habitación, absorta en mis pensamientos.

Nada tenía el más mínimo sentido. Su mirada no era la misma. Él no pudo decir todo lo que me dijo. ¿Cómo podría tan siquiera pensar que él podría dañarme de esta manera? Él se ha preocupado por mí más de lo que podría recordar. Pero él me miró... Realmente me dijo muchas palabras hirientes y no le importó.

—¡Mierda! —grito, sentándome bruscamente en la cama.

¿Por qué no quiero entender que me engañó? ¡Él mismo me lo dijo! Nora, por Dios. Deja de confiar en él. Te defraudó. Una persona más te defraudó. Y aún así, sigo siendo tan estúpida como para tener una pequeña esperanza de que nada fue real.

—¿Realmente estás llorando por un hombre? —pregunta una voz masculina de la nada, asustándome.

Me levanto rápidamente y me giro, pudiendo ver al hombre que me habló. Era alguien que nunca había visto. Él me veía con una sonrisa, como si fuera lo más normal del mundo que él estuviera aquí, en una habitación, sin haber sido invitado a entrar. Su mirada azulada se mantenía en mí, esperando a que respondiera a su pregunta.

—¿Quién eres tú?

—Es de mala educación responder a una pregunta con otra pregunta.

—¿Justo tú estás hablando de educación? —le pregunto, viendo como él se cruzaba de brazos— No te conozco. Entraste a mi habitación como un auténtico ladrón o mejor dicho, como un acosador. Lo repetiré una vez más. —digo, firme— ¿Quién eres tú?

—No es importante saber quién soy. —niega.

—Aunque para ti no sea importante, créeme que para mí es muy importante saber el nombre de quién se atrevió a invadir mi espacio.

—Luego te lo diré. —menciona, restándole importancia— Ahora, ¿te gustaría salir de aquí?

Lo que me faltaba.

«¿Ya no podía llorar en paz que alguien siempre debía interrumpirme?»

—Sí, por favor, me encantaría. —digo, mostrándole una sonrisa falsa— Me surgieron unas inmensas ganas de salir contigo. Sería muy agradable salir con el hombre que invadió mi habitación sin preguntarme. Sin olvidar que debería llamarte el hombre misterioso, porque ni tan siquiera me has querido dar tu nombre. ¿Quién podría decir que no? —le pregunto, pudiendo ver como apretaba su mandíbula, pero aún notando la molestia que estaba comenzando a sentir por oírme, continué hablando— ¿Preferirías llamar tú al chofer o preferirías que encontrara uno de por aquí? No he tenido la oportunidad de encontrar a ningún chofer, pero por ti podría hacer una excepción. —comento, con una gran sonrisa— Aunque si no encontramos a uno, podría conducir yo. Nunca he conducido en mi vida, pero no debería de ser tan difícil.

—¿Siempre actúas de esta forma? —pregunta, frustrado.

—No. —niego— ¿Cómo podría actuar siempre igual? Muchas veces suelo ser peor. —admito, mientras me volvía a sentar en la cama.

Me sentía muy agotada. Solo quería que este día llegara a su fin. Necesitaba pensar con calma, para después, tomar una decisión de lo que haré.

—Oh, vamos. —bufa— Solo trataba de ayudar. No quiero hacerte daño, Nora. Confía en mí.

Lo miro.

—Obviamente que confío en ti, hombre misterioso. ¿Cómo no lo haría ahora que también sé que sabes muy bien mi nombre? Lamento si te he hecho pensar que no confío en ti, pero aún tengo miedo de que me vayas a hacer daño, pero si me podrías confirmar una vez más que no me lastimarás, te aseguro que comienzo a empacar mi ropa. —le digo, recostando mi espalda en el respaldo de la cama— ¿Sabes a dónde me gustaría ir? A la luna. Supuestamente, dicen que tiene unas muy maravillosas vistas. ¿Qué opinas? ¿Tendré que llevarme algún abrigo? Aún no estoy muy bien informada de la temperatura que hay en la luna.

Descubriendo un nuevo mundo. | Parte 1 y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora