Sincronías y Armonías [Saga A...

By Nozomi7

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Continuación de "Melodías y Ambrosías". No recomiendo leer esta parte sin antes haber leído las dos primeras... More

❧ Introducción ☙
❧ Sinopsis ☙
❧ Prefacio ☙
❧ Epígrafe ☙
❧ Primera Parte - ¿Una segunda oportunidad? ☙
Portada [Primera Parte]
❧1. Distancias y Sincronías ☙
❧ 2. Recelos y Celos ☙
❧ 3. Confusión y Desilusión ☙
❧ 4. Culpas y disculpas ☙
❧ 5. Confusiones y Suposiciones ☙
Sorteo y un par de cosas más
❧ 6. Revelaciones y Proposiciones ☙
Adelanto (1)
❧ 7. Complicaciones y Demostraciones ☙
❧ 8. Indecisiones y Recuerdos [Parte 1]☙
❧ 8. Indecisiones y Recuerdos [Parte 2]☙
❧ 9. Amistades y Revelaciones ☙
Concurso de Fanfics y un par de cositas más
❧ 10. Juego de Espías ☙
❧ 11. Letanías y Sincronías ☙
Adelanto (2)
❧ Capítulo 13: Pasos y Celos ☙
Feliz cumpleaños, Rodrigo <3
❧ Capítulo 14: Reclamaciones y Emociones☙
Anécdotas sobre el capítulo 14 y aclaraciones varias
❧ Capítulo 15: Enseñanzas y Sanaciones ☙
❧ Capítulo 16: Alcances y Balances ☙
❧ Capítulo 17 [Primera Parte] ☙
❧ Capítulo 17: Fantasmas del Pasado [Segunda Parte] ☙
Mitos y dudas sobre la depresión
❧ Capítulo 18: Aguas y Bebidas ☙
Curiosidades - Capítulo 18
❧ Capítulo 19: Trampas e Inocencias ☙
Preguntas y extras - Capítulo 19
❧ Capítulo 20: Confesiones y Descubrimientos ☙
Curiosidades - Capítulo 20
Mini manga - Capítulo 20
❧ Capítulo 21: Sol y Chocolate ☙
❧ Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Primera Parte] ☙
Aclaraciones y Curiosidades - Capítulo 22 [Primera Parte]
❧ Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Segunda Parte]☙
Pregunta preguntona
Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Tercera Parte] ☙
Aviso antes del capítulo final
Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Parte 4] [CAPÍTULO FINAL]
Epílogo
Respuestas y curiosidades varias luego del epílogo [Primera Parte]
Encuesta
Cuestionario de respuestas a contestar [Segunda Parte]
Respuestas y curiosidades [Última parte]
Epígrafe [Segunda Parte]
Prefacio: Lágrimas que fortalecen [Segunda Parte]
Portada - [Segunda Parte]
Capítulo 1: Lágrimas y Confesiones
Curiosidades - Capítulo 1
Capítulo 2: Amistades y Decisiones
Anotaciones - Capítulos 2
Capítulo 3: Preludios y Compenetraciones [Primera Parte]
Capítulo 3: Preludios y Compenetraciones [Segunda Parte]
Capítulo 3: Preludios y Compenetraciones [Parte 3]
Anotaciones, meme y adelanto - Capítulo 3
Mini manga - Capítulo 3
Capítulo 4: Resiliencia [Primera Parte]
Capítulo 4: Resiliencia [Segunda Parte]
Capítulo 4: Resiliencia [Tercera Parte]
Minimanga - Capítulo 4
Capítulo 5.- Mentiras y Promesas
Capítulo 6.- Encuentros y Estrategias
Capítulo 7.- Pendientes y Aprovechamientos
Aclaración sobre contenido adulto
Capítulo 8: Poesía clandestina
Debate sobre lo que se viene
Capítulo 9. Culpas y Apegos [Primera Parte]
Capítulo 9: Culpas y Apegos [Segunda Parte]
Capítulo 10.- Sin límites [Primera Parte]
Capítulo 10: Sin límites [Segunda parte]
Capítulo 10 - Sin límites [Tercera parte]
Preguntas y respuestas - Capítulo 10
Capítulo 11.- Nadas y Distancias
Capítulo 12: Amistades y Sorpresas [Primera Parte]
Capítulo 12: Amistades y Sorpresas [Segunda Parte]
Capítulo 12.- Amistades y Sorpresas [Tercera Parte]
Capítulo 13. Trastocamientos y Necesidades
Capítulo 14: Acusaciones y Preocupaciones
Capítulo 15.- Limerencia y Aprendizaje
Capítulo 16.- Confesiones y Empatías
Capítulo 17. Lecciones y Confianzas
Capítulo 18.- Confianzas y Espacios
Capítulo 19.- Negaciones y Dobles
¡¡¡Regresamos!!! (y algo más ^^)
Capítulo 20 - Rechazos y Recuerdos [Primera Parte]
Entrevista a Rodri (el real) - Parte 1
Capítulo 20: Recuerdos y Rechazos [Segunda Parte]
Entrevista al Rodri (el real) - 2da parte
Capítulo 20 - Rechazos y Recuerdos [Tercera Parte]
Entrevista a Rodri (el real) - Tercera Parte
Capítulo 21. Entendimientos y Promesas [Primera Parte]
Entrevista al Rodri Real [Parte 4]
Capítulo 21. Entendimientos y Promesas [Segunda Parte]
Entrevista a Rodri Real [Quinta y última parte]
Capítulo 22. Amistades y Reflexiones

❧ 12. Declamaciones y Reconciliaciones ☙

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Nota de la autora:

Antes de comenzar la lectura, quiero ser bien enfática en algunas cosas. Me han estado llegando varios reclamos de la demora en actualizar. Al respecto les recuerdo: Gente, publiqué al comienzo de esta historia un aviso informándoles que no tengo días establecidos para publicar capítulos. Esta es una historia larga que ya tiene más de 3 años, la cual requiere de planificación, motivación, inspiración y mucho esfuerzo. 

Este capítulo ha tenido varias versiones, pero ninguna me convencía, menos me motivaba ni emocionaba. Mi escritura es mucho lo que dice Bukowski al respecto: "Si no sale ardiendo de adentro, a pesar de todo, no lo hagas". Es más, en mi descripción en Wattpad hay una frase de mi autoría que describe mucho lo que para mí es la escritura: "No busco solo contar historias, sino también transmitir emociones". Por lo mismo, si escribo algo que no me llama, que no me convence, que no me emociona, lo dejo de lado y empiezo de nuevo hasta dar con aquello que me emocione cuando escribo. Obviamente, no todo el que me lea va a sentir en mis líneas esas emociones que yo percibo cuando escribo, porque cada lector es un mundo, pero por lo menos, habré sido fiel a lo que ha sido siempre mi lema cuando decidí embarcarme en la escritura: si me emociona a mí, puede que a otro también. No puedo escribir una historia si es que soy infiel a mi primera premisa. 

¿Quieren leer algo soso, poco dinámico, que no me llama o emociona? Creo que no. A estas alturas, si han llegado a esta parte de la trilogía es porque han sido fieles a mi manera de escribir, y les estoy muy agradecida por ello, pero por lo mismo les quiero hacer recordar cómo es mi pasión y objetivo al contar historias.

Recapitulando esto, les dejaré al final del capítulo dos imágenes que recopilan muy bien lo que les he adelantado aquí. 

También, les adelanto que el 22 de mayo me toca participar en La Caja de Pandora. Y al respecto, tendrán un material inédito respecto a la saga que será publicado ahí. Espero que les guste, pero ya les voy adelantando de qué tratará. Por último, debo estar haciendo un repaso de quiénes están participando en el sorteo de los marcapáginas porque la fecha del sorteo ya está a la vuelta de la esquina. 

Por último, en la parte multimedia hay un vídeo sobre la canción "Triciclo Perú", que se menciona en una escena del capítulo, aunque recomiendo mucho también buscar en Youtube las declamaciones de un poema de Benedetti. Ambas son muy recomendables <3 

Sin más los dejo con la lectura.

*************

Aira no daba crédito a lo que veía.

Rodrigo, como en una toma de cámara lenta, se acercó dubitativo al centro del salón de clases mientras que el resto de las alumnas lo miraban embelesadas. Tal era el impacto que el joven y guapo profesor producía en las muchachas, al presentarse con un look distinto al que solía ir a clases, que más de una necesitaba de un babero, literalmente hablando.

Ana fue la primera en percatarse de la situación, a tal punto de que tuvo que colocar su mano frente al rostro de su amiga, para que esta regresara a la Tierra.

—Hey, disimula —susurró—. Que no sea tan evidente de que te mueres por él.

La joven pestañeó varias veces al regresar a la normalidad.

—¿Tanto se me nota?

La miró preocupada. Su amiga asintió al tiempo que hizo un gesto de desaprobación.

—Pero el resto también lo miran como babosas —añadió arrugando la frente.

Los celos por ver cómo el resto de sus compañeras devoraban con sus ojos, sin reparo alguno al tímido maestro que, en ese instante, estaba siendo rodeado por ellas, le ardían en su interior. En menos de un segundo, Rodrigo había pasado de ser un simple maestro a ser tratado como si fuera alguien famoso. El interés inusitado que despertaba en sus alumnas solo podía ser superado por el que Aira sentía por él.

La adolescente sintió unas ganas inmensas de levantarse, abrirse camino entre las estudiantes y halar a Rodrigo lejos de ellas para hacerle la petición que se moría por hacerle, mas no pudo. Era tal la cantidad de jovencitas que lo rodeaban, que se preguntó si no se había convertido en un cantante de moda al arribar a la capital para dar un concierto.

—¡Mierda! ¿Has visto cómo lo acosan esas pendejas? —habló con temblor en la voz.

Ana volteó a contemplarla. Ese tono en la voz de su amiga era comparable con el que había usado en la tienda de ropa, días atrás. Al bajar su vista, contempló cómo apretaba con tal furia la falda de su traje de marinera que, de inmediato, le hizo saber su observación al respecto.

—Ayyyy —se quejó la joven haciendo un puchero.

—Tienes que calmarte y no desquitarte con el traje, ¡que lo vas a arrugar sin haber bailado!

Aira exhaló con rabia.

—Sí, pero ¿has visto cómo lo acosan esas estúpidas? —agregó al tiempo que le indicaba con un gesto de la cabeza a Talavera.

La susodicha le sonreía coquetamente al maestro para después agarrarlo de la mano..

—¡Ah, no! Yo la mato, ¡espérame que la mato! —espetó exaltada.

Tuvo el impulso de levantarse de su silla y de encarar a su compañera, mas no fue necesario. Rodrigo, de inmediato, había retirado su mano de la de Talavera y retrocedía para dirigirse hacia otro lado del aula, seguido de su grupo de alumnas.

—Profesor, creí que no vendría. ¿Por qué no vino temprano?

—Tuve que ir al doctor por unos asuntos.

De inmediato, se prendieron los sonidos de alarma en Aira.

‹‹¿Doctor?››.

Iba a acercarse hacia él para formularle la pregunta que se moría por hacerle, pero alguien se le adelantó:

—¿Está enfermo, profesor Estremadoyro? ¿Se siente mal? —le preguntó otra de sus alumnas.

—Sobre estos temas prefiero no hablar.

‹‹¿Eso quiere decir que sí se siente mal? Porque cuando evade hablar sobre un asunto es porque es verdad››, pensó Aira sintiendo un estrujón en su interior.

—Entonces ¿eso quiere decir que está mal?

—No se preocupe, señorita Espinoza —contestó con timidez, para luego mostrar un gesto serio sobre su rostro. Se acomodó uno de los pequeños flequillos que caían sobre su frente.

Rápidamente, sin esperar más, Aira dejó detrás a Ana y se acercó hacia el tumulto.

—Si se siente enfermo, no debió venir a trabajar, profesor.

—¡No podía faltar a la actuación! Aparte, me comprometí con la Dirección. Pero, antes de ir al anfiteatro vine al salón para...

No pudo contemplar su oración. Cuando Rodrigo volteó al lado sur del salón para seguir con su búsqueda de Aira, lo que vio ante él lo dejó embobado.

Ella lucía preciosa. La blusa de finos bordados, de colores blanco en el tórax, con mangas cortas transparentes de color rosado, se ceñían muy bien a su figura. La falda de color rosado intenso, decorada con bellos bordados, con el corte amplio y necesario para acompañarla en sus vueltas durante la coreografía, era el complemento perfecto para su vestuario. Su pelo, recogido en un moño y adornado por la peineta que ella había misma había decorado, aun cuando creía que no le favorecía al estar totalmente recogido, exhibía su rostro de una manera muy ordenada. Este, maquillado en tonos blancos y rosados claros sobre sus ojos, mejillas y boca, ensalzaba sus facciones de manera armoniosa. Más todavía, cuando sus mejillas se acaloraron al percibir los ojos de él sobre ella y no pudo evitar curvar sus labios de manera tímida por el nerviosismo que esto le producía, aquella fue el último complemento ideal para un perfecto cuadro de pintura, con el que Rodrigo comparó la vista que tenía delante de sí... Y era que esto era ella para él.

Una pintura inusual. Un éxtasis visual. Una sonrisa sensual. Perfecta, armoniosa... hermosa. Como el baile, como el arte, como la poesía misma. Musical, candorosa, preciosa.

Aira era la expresión perfecta de sus versos, de sus sincronías, de sus poesías. Ella conjugaba sus más hermosos versos y poesías.

Abrió la boca para llamarla por su nombre, en un error del que, en el estado estupefacto en el que se hallaba, le era imposible de percatarse. Pero, para su buena suerte, antes de hacerlo su alumno, oportuno o inoportuno según el ángulo del que se viera, vino a su encuentro e intervino:

—Gonzáles está preciosa, ¿no cree, profesor? —dijo Caballero, quien se hallaba a su costado, sonriendo de manera traviesa y colocándose, de manera estratégica, a pocos metros de Aira.

Rodrigo pestañeó varias veces al tiempo que tragó saliva, y sin saber el porqué esta le sabía amarga.

—S... sí, supongo que sí —atinó a decir mientras fruncía su ceja y experimentó que su interior le ardía.

—Qué bueno que vino, profesor —acotó una alumna, de las pocas que no lo rodeaban, y que recién se había acercado al círculo que se había formado alrededor de Rodrigo—. ¿Pasó a saludarnos?

—En realidad... —Volvió a voltear para contemplar a Aira. Su semblante se relajó al contemplarse en los ojos de ella—. En realidad, vine para desearles buena suerte a Gonzáles y a Caballero. —Se esbozó en sus labios una sonrisa de manera tímida—. Confío en que lo harán muy bien, chicos.

Cientos de mariposas revolotearon al por mayor en el estómago de la joven al percatarse de que la contemplaba de manera penetrante.

A pesar de que estaban rodeados por decenas de personas, alrededor de ellos se construyó un nuevo mundo, un nuevo universo, en donde solo ellos eran los protagonistas de nuevas y existentes armonías que esperaban a ser construidas. Nuevos versos y poesías estaban a punto de ser inspirados, y formulados, en conjugación con las sincronías que en ambos nacían.

En ese instante, se escuchó un llamado a Rodrigo por el megáfono. Lo requerían con urgencia en la Dirección.

De inmediato, meneó su cabeza; quizá para recobrar la calma, quizá para no dejarse llevar por lo que lo recorría de pies a cabeza, quizá para recordar su promesa, el hecho fue que el brillo especial que había en los ojos de Rodrigo al contemplar a Aira desapareció, dando paso al maestro serio y responsable que debía mostrarse y ser.

Volvió a reiterarles a Aira y a José María sus mejores deseos y se dio la vuelta. Rápidamente, se despidió del resto de los alumnos, no sin antes recordarles que después de la actuación pasaría asistencia para cerciorarse de que ‹‹no se tiraran la pera››.

Se encaminó raudo a la salida. Mas, cuando se hallaba a punto de dar la vuelta para las escaleras, fue atajado por la joven, quien lo llamaba a lo lejos.

—¡Aira! —dijo en voz baja al tiempo que volteaba en ambos lados para cerciorarse de que no hubiera nadie que los pudiera escuchar—. ¿Qué se te ofrece?

—¿Estás...? ¿Estás bien de salud?

Él arrugó las cejas, confundido.

—Escuché que le decías a las otras chicas que habías ido al doctor y... —Pasó saliva al tiempo que estrujaba sus manos—. Solo quería saber si estás bien y no es algo de lo que deba preocuparme.

Rodrigo alzó una ceja. Luego sonrió, al darse cuenta de su preocupación.

—Sí, no te preocupes.

—¿De verdad?

—Sí. —Esbozó una pequeña sonrisa—. Recuerda que no puedo mentir, por lo menos no adrede.

—Cierto.

Ambos sonrieron al recordar viejas charlas. Estas se conectaron al tiempo que volvían a construir, poco a poco, un universo de sincronías y de armonías sin igual. No obstante, el tiempo les duraría poco.

—Bueno, si no es nada más, me tengo que ir —dijo Rodrigo luego de que volviera a escuchar el requerimiento de la Dirección por segunda vez.

Miró hacia la izquierda y se acomodó uno de los nuevos flequillos que caían sobre el lado izquierdo de su frente. Aira concluyó que ese nuevo corte de pelo le favorecía mucho más que el anterior.

—No quiero sonar descortés, pero debe de ser algo urgente para que me estén llamando con premura y...

—Entiendo, pero antes de que te vayas, ¿te puedo hacer una pregunta? —Se acercó con timidez hacia él.

—Dime.

—Me gustaría hablar contigo...

—Claro —dijo volviendo a mirar hacia la Dirección.

—Con más calma, luego de la actuación, en privado.

—¿Eh? —Arrugó la frente, con suspicacia.

En tu oficina. —Se estrujó ambas manos—. ¿Es posible?

Rodrigo pasó saliva.

—S... sí. —Sonrió con timidez observándola de manera fija—. Supongo que sí. —Desvió su vista al pelo de la muchacha al verse reflejado en los ojos de ella.

—¡Gracias, Rodri!

Aira sonrió ampliamente al saber que tendría una valiosa oportunidad de estar a solas con él.

En cambio, el maestro arrugó las cejas al percatarse de la peineta que colgaba armoniosamente en un lado de su cabeza.

—¿Aira?

—¿Eh?

—Eso que llevas ahí no es...

No pudo terminar su frase. Por tercera vez, en los megáfonos se escuchó que era requerido por la Dirección. Meneó la cabeza al darse cuenta de que no era oportuno abordar las preguntas que se moría por hacerle. Total, ya habría tiempo para ello.

—Me voy. ¡Nos vemos en la actuación!

—Está bien —dijo Aira con una sonrisa para luego dirigirse hacia su salón, dejando a un Rodrigo más pensativo, si todavía cabía.

*********

Cuando llegó la hora de iniciar la actuación, los nervios de Aira estaban en su ebullición total.

A duras penas había podido mantenerse tranquila durante la ceremonia de bienvenida en la actuación. Luego de esta, detrás de un balcón, de tanto en tanto su vista buscaba la de Rodrigo en el palco de profesores.

El joven maestro resaltaba por sobre los demás docentes, con quienes conversaba de vez en cuando. En especial, no pudo evitar percatarse de que su exmaestra de Psicología, la señorita Cánepa, una guapa mulata de grandes ojos pardos, se hallaba sentada a su lado izquierdo y de rato en rato buscaba su atención, inclinándose a su oído para susurrarle cualquier cosa que un atento Rodrigo siempre contestaba.

Peor todavía, no pudo evitar sentir un retorcijón en su interior cuando, por enésima vez, Rodrigo respondía a los requerimientos de su colega; pero en esta ocasión, tuvo que inclinar más su cabeza debido a que la bulla que provocaba la música en los autoparlantes. Tuvo unas ganas enormes de salir del balcón en el que se encontraba, avanzar con zancadillas hacia donde él se hallaba, interponerse entre este y la guapa mulata, y hacerle saber a ella que estaba poniendo sus ojos en donde no la llamaban. Mas se contuvo. El brazo de José María, junto con la interrogante en su rostro, al tiempo que le preguntaba ‹‹¿A dónde vas?››, minaron sus celos, sus ansias y sus inseguridades. El estudiante, por muy irónico que sonase, era en ese instante su ancla hacia la cordura, el olvido y la prioridad misma.

—Tengo que ir al baño —se limitó a contestarle al tiempo que arrugaba su rostro de decepción.

—Todavía nos falta salir, cierto, pero sería bueno ver cómo serán las presentaciones de las demás secciones. Digo, para saber cómo se mueve el enemigo, ¿sí?

Aira asintió con tristeza.

—No te demores, Aida —agregó para luego guiñarle el ojo izquierdo.

Por primera vez, desde que recordaba, el escucharle pronunciar mal su nombre no le provocaba molestia alguna. ¿Podría ser que se acostumbrase a ello? No lo sabía. Pero, este curioso pensamiento fue suficiente para dejar ir de su mente a la desazón inicial que su lejanía física —y su cercanía con otra— provocaba Rodrigo en ella.

***********

La puesta en escena de ‹‹Ña Catita››, la primera actuación de los estudiantes de secundaria, había pasado sin novedad alguna.

Esta era una obra teatral que contaba la historia de doña Catalina, Ña Catita, quien era una especie de Celestina del Perú del S. XIX. Envidiosa y mal hablada, su objetivo principal era esparcir chismes para generar intrigas y malentendidos, en especial contra Juliana, la hija de la familia que la acogía.

Si bien ‹‹Ña Catita›› era una obra clásica del teatro peruano, al ser una puesta en escena que usaba diálogos de la época en la que se publicó, con una crítica social para la misma, varios de los mismos pasaban desapercibidos para los estudiantes.

Bostezos por un lado, distracciones y ninguneos por el otro, Aira se dio cuenta, de inmediato, que la actuación del Quinto A no era una de la que debían preocuparse.

—¿Sabes cómo se llama la que tiene ese velo negro ahí...? —Señaló Caballero con su dedo a la chica que hacía de Juliana, mientras le daba un sorbo a la taza de té que acababa de comprar en la cafetería para mantenerse despierto.

—Ni idea —contestó Aira saliendo de su letargo.

Por poco su rostro se había caído de la mano en la que se apoyaba en el balcón, si no fuera porque Caballero había regresado a su encuentro. Ambos se hallaban en el salón de uno de los edificios que daba hacia la parte de atrás del anfiteatro. El profesor de danzas les había indicado que debían situarse ahí, junto a los demás estudiantes que actuarían, a la espera de que les tocase su turno.

—¿Por qué quieres saber quién es? —le interpeló Aira, más por buscar un tema de conversación, que por curiosidad. Cualquier cosa era buena para hablar a esa hora.

—A pesar de toda esa ropa encima, no sé... Me parece guapa.

—¿Ehhhhhh? —Aira lo contempló con expectación.

Caballero, al oírle, volvió a su mirada y sonrisa llenas de picardía.

—¿Celosa acaso?

—¡Estás loco! —se apresuró en contestar—. No empieces, vamos. Tan bien que íbamos. —Lo miró con rabia.

—Yo solo decía. —Se encogió los hombros con falsa inocencia.

Transcurrieron varios minutos más. Cuando la obra había terminado, ambos ni se dieron por enterados. Aira se hallaba medio dormida, apoyando su cabeza sobre una de sus manos, que solo el hecho de casi resbalarse esta del balcón en donde se hallaba, la despertó de su letargo.

—¡Cuidado, Aida! Que te me vas a morir si te me caes antes de nuestra actuación.

—¿Ah? —preguntó somnolienta.

Caballero le dijo algo más, pero Aira ni se inmutó. Por ahí entreabrió los ojos y vio que el maestro de ceremonias decía algo, pero no le prestó mayor atención. No fue hasta que un coro de alumnos comenzó a cantar a todo pulmón la canción que comenzaba a escucharse, ‹‹Triciclo Perú››, una clásica del rock peruano, a cargo de otra sección, que Aira terminó de despertarse por completo.

—¡Pucha, ya fuimos! —dijo José María preocupado—. Esos compadres son muy buenos.

—No entiendo... —acotó Aira bostezando.

—¿No lo has visto? —Señaló con su dedo índice derecho al escenario que estaba enfervorizado—. Se han metido al ombligo a todos.

Aira se limpió las legañas que todavía quedaban en sus ojos. Y era cierto, Caballero tenía razón.

La banda musical había despertado a todo el escenario. Los alumnos empezaron a saltar entusiasmados, mientras alzaban sus manos y vitoreaban sin parar esa movediza canción, que apelaba a lo más profundo del sentimiento nacional, mientras coreaban:

‹‹Todos a la cima, todos quieren llegar.

No importa el camino, todos van a llegar a la cima.

¡Felicidad!

El pobre a ser rico, el rico a ser rey.

El rey a la gloria, la gloria inmortal. ¡Resurrección!

Vuelve a empezar.

Muchos zapatos vamos a gastar para llegar.

¡Sí, Perú!››.

—Dios, hasta tú estabas cantando, huevón —dijo malhumorada.

—¿Y cómo no? Si cantan de puta madre. La canción es súper pegajosa.

—Sí, pero son nuestros rivales, te olvidas.

—¡Caballeros nomás!

—¿Caballeros nomás? —Alzó la ceja—. Parece un trabalengua.

Él rió.

—Pues claro. A asumir que tienen talento y poner el mejor de nuestros esfuerzos en nuestro baile, ¿sí?

Aira asintió, aunque poco convencida.

Sabía que ambos podían dar una buena performance, sí. Habían ensayado durante horas y horas, anteponiendo su orgullo, sus prioridades y su tirante relación para dar lo mejor en sí. Pero, ahora al ver cómo los alumnos vitoreaban con gran entusiasmo y fervor al grupo de cinco chicos que habían actuado como parte de la performance del Quinto E, sus ánimos habían decaído.

Desanimada, observó como los de la sección B hacían un número de magia. Esta despertó el entusiasmo de algunos de los asistentes, sí, pero no de la misma manera en la que la canción de ‹‹Triciclo Perú›› lo había hecho.

Suspiró profundo al tiempo que sentía que su estómago le daba vueltas. Era tal el nerviosismo que la había invadido, que empezó a sentir náuseas en ese instante.

—Me pregunto si no es mala suerte el que nos haya tocado el último turno —se dijo al tiempo que sentía un ardor en su interior.

Para rematar, sus ojos volvieron a concentrarse en Rodrigo. Él inclinaba cada vez más su cabeza hacia la profesora que lo requería, provocando que el interior de Aira le ardiera. La rabia le carcomía profundamente en las entrañas. Tenía ganas de coger por el cuello a la maestra de psicología y reclamarle que se alejara de él, de una vez por todas.

De inmediato, el manto de celos, de dudas y de preocupaciones la envolvió. Como antes en el que se dejaba llevar por la poca cordura, como antes en el que se dejaba llevar por la desesperanza, como antes en el que la depresión hacía mella en su autoestima y la hacía preguntarse si, de verdad, era oportuno buscarlo luego en su oficina. El gigantesco volcán que la arreciaba, acompañado de los celos que anteriormente había sentido por Noelia, la hizo preguntarse si era adecuado encontrarse ahora con él, porque no se sentía capaz de enfrentarlo con la calma que necesitaba su alma, sin que fuera incapaz de mostrar a la Aira de antes; la que temía, la que dolía, la que sufría.

Buscó calmarse. Su vista se topó con el público mientras seguía el acto de magia. Los asistentes estaban calmados, a diferencia de cuando sonó la banda de rock. Se preguntó si, cuando les tocase a ella y a Caballero bailar, reaccionarían de la misma manera.

Hizo una mueca. Estaba tan desanimada y ensimismada en sus pensamientos negativos, que no se dio cuenta de que había hablado en voz alta:

—Los que han actuado antes se han llevado todo el entusiasmo. ¡MALDITA SUERTE LA NUESTRA!

—No te preocupes.

—¿Eh?

—Si no ganamos, tampoco pasa nada. —Le guiñó el ojo.

—Pero... ¡todos los del salón esperan que ganemos! —exclamó muy triste.

—¿Y que trabajemos duro para que saquen una buena nota que ellos no la han sudado, no? —acotó con una sonrisa de lo más relajada.

Aira pestañeó varias veces.

—¿Qué nos van a hacer si sucede? ¿Reclamar? Quizá. ¿Linchar? No lo creo. —Se encogió de hombros—. ¡No pasará nada! No te preocupes.

Ella se le quedó mirando pensativa. Pudiera ser que tuviera razón, sí. No obstante, si todavía estaba dubitativa, lo que escuchara a continuación, del recital a cargo de la sección del Quinto A, terminaría por convencerla de que no todo estaba perdido.

Una alumna caminaba a lo largo de todo el escenario, mientras azuzaba sus brazos, al tiempo que decía en voz alta, con un sentimiento que erizaba los vellos, un poema de Mario Benedetti, ‹‹No te rindas››:

‹‹No te rindas, aún estás a tiempo

de alcanzar y de comenzar de nuevo››.

Aira se quedó boquiabierta al escuchar aquellos primeros versos.

‹‹No te rindas, que la vida es eso.

Continuar el viaje, perseguir tus sueños››.

En más de una ocasión se había preguntado si valía la pena esforzarse por algo en el que todavía tenía dudas sobre si podría regresar o no con Rodrigo. El aura de negatividad, la oscura sombra del desánimo, el frío viento de la desesperanza, como hasta hacía poco en el que creía que perdería en la actuación frente a la banda de rock, se depositaba en su temeroso corazón. Mas, al voltear a su compañero, quien seguía sonriendo con tranquilidad mientras observaba el performance, al tiempo que la voz de la estudiante que declamaba se colaba en sus oídos, en su alma y en su corazón, se dio cuenta de que no valía la pena desesperarse, preocupase, desanimarse por cosas en vano.

‹‹No te rindas, por favor no cedas››.

En ese momento, ella volteó hacia donde Rodrigo observaba atento la declamación. Tenía ese gesto serio que lo caracterizaba, el de siempre que había conocido...

‹‹Porque lo has querido y porque te quiero,

Porque existe el vino y el amor, es cierto››.

El maestro se dio cuenta de que era observado. En ese instante, alzó la vista hacia donde ella estaba y se le quedó contemplando, construyendo una milésima de segundo que se convertía en una eternidad y dejando de lado todas sus dudas atrás.

‹‹Abrir las puertas,

quitar los cerrojos,

abandonar las murallas que te protegieron››.

Y, aunque la distancia no le permitía percibir con nitidez los detalles de los gestos que ella le dirigía, el rostro tenso del profesor se relajó al recordar lo hermosa que se veía con su maquillaje y traje...

‹‹Vive la vida y acepta el reto,

Recupera la risa››.

En especial, cuando recordó la peineta con la flor de cerezo que le había visto sobre su pelo, no pudo evitar que le invadiera una nostalgia... tranquila... serena... sin rencores ni resentimientos. Y así, al ser recorrido por aquella dulce melancolía que lo transportó a aquella hermosa noche de Año Nuevo, sonrió después de mucho tiempo al darse cuenta de que, el acordarse de los momentos que había vivido con Aira no le provocaba dolor alguno.

‹‹Porque no hay heridas que no cure el tiempo››.

Ella notó que le sonreía. Y, al hacerlo, no pudo evitar que su corazón se emocionara, que su pecho se le hinchara, que su alma volara hacia un cielo que en ese momento se mostraba esplendoroso, transparente, como dándole la bienvenida a una nueva vida de sincronías y armonías que se moría por tener.

‹‹Porque cada vida es un comienzo nuevo.

Porque esta es la hora y el mejor momento››.

Aira sintió que una lágrima caía de su mejilla izquierda.

Porque no estás solo, porque yo te quierodijo la chica del Quinto A, dándole término a su declamación.

La gente se levantó de sus asientos y la llenó de elogios. La estudiante se inclinó ante el público y se despidió. El anfiteatro ardió de aplausos y vitoreos, pidiéndole que declamara de nuevo, a excepción de una joven vestida para bailar marinera, quien a lo lejos trataba de limpiarse la lágrima para que no malograra su maquillaje, aunque su alma se hallaba de nuevo maquillada por un aura de positivismo y de dicha.

Aira tuvo ganas de plantarse en el lugar de su compañera que había declamado, para decir con firmeza y alta voz lo que ahora su corazón de manera muda gritaba con mucha emoción: ‹‹Te quiero, Rodri››.

El susodicho, aunque no la escuchaba por la distancia física que los separaba, menos podía oírla con nitidez lo que le dedicaba, no era necesario que lo hiciera. Se limitó a sonreírle al tiempo que, después de mucho tiempo, se dio cuenta de que podía contemplar a aquella jovencita sin sentir la espinilla del resentimiento sobre su corazón.

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Anotaciones finales:

Les dejo dos imágenes sobre lo que les indicaba en la Nota de autora. 

Créditos de la imagen a AuraLuna


Y abajo les dejo lo que les indiqué sobre Charles Bukowski, un grande de la literatura.

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