Man On A Wire || a.v.

By -eunwoos

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¿Crees que hay alguien que está destinado para ti a pesar de todo? ¿Sabes cuándo has encontrado a la persona... More

Sinopsis
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXVIII
XXXIX
XL
XLI
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
XLVIII
XLIX
L
Epílogo
Final Alternativo
Agradecimientos
-

XXIV

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By -eunwoos

Alonso

Era domingo y por fin parecía una mañana de acuerdo a la primavera. No había nubes en el cielo y hacía un calor soportable. Me dirigía a casa de Nikki para recogerla, la había invitado a nuestra primera cita oficial. Aunque las demás habían contado, o eso suponía yo; finalmente me había atrevido a decir "cita" al invitarla a salir.

Su madre abrió la puerta unos momentos después de que toqué el timbre.

-Buenos días señora -saludé con una sonrisa nerviosa. -¿Cómo está?

-Hola Alonso ¿Cómo te va? -miró hacia dentro -En un momento le llamo a Nikki.

-Gracias -le sonreí nuevamente y le entregué uno de los dos pequeños ramos que llevaba en las manos: Gerberas para ella y rosas para Nikki.

Rió. -Muchas gracias, Alonso. Pasa, por favor.

Me quedé sentado en el comedor mientras ella le llamaba a Nikki y buscaba donde poner las flores.

-¡Ya voy! -gritó su hija en respuesta y luego escuché una puerta cerrarse. -¡Mamá! ¿Has visto mi...? -su voz se fue apagando conforme entró en el comedor. -Hola -murmuró con una sonrisa nerviosa.

-Hola Nikki -me levanté y caminé hacia ella. -¿Cómo estás?

-Bien -señaló hacia atrás, por donde había venido. -Déjame encontrar mi sue... -la interrumpí dandole un abrazo. -Mi suéter -terminó cuando la solté.

Recuperé las flores de encima de la mesa y se las entregué. -Para ti -sonreí.

-Gracias -me regresó la sonrisa y entró en la cocina, dejándome solo otra vez.

Unos minutos después de que hubiese ido con su madre adentro de la casa, volvió con su bolso y un suéter negro de rayas verticales.

-Lo encontré -anunció sacudiéndolo ligeramente.

-Qué bueno.

-¿Nos vamos?

-Vamos.

-¿A dónde me vas a llevar? -preguntó sonriendo, después de haberse abrochado el cinturón.

-Ya verás -le regresé la sonrisa y arranqué el coche.


-Oh no -musitó cuando llegamos.

-Ya sé que odias patinar -indiqué -Pero es porque nunca lo has hecho conmigo.

-Y no lo haré -contestó -Soy pésima y no pienso hacer el ridículo.

-Ay, vamos Nikki -sonreí -No puede ser tan malo.

-Lo será.

-No lo será -tomé su mano -Vamos.

Me alegré de que no hubiera mucha gente en la pista y después de pagar y ponernos los patines, entramos.

-No me vayas a soltar -advirtió.

-Jamás -le sonreí y ella me miró mal.

-Solo buscabas un pretexto para que te agarrara, ¿Verdad? -cuestionó entrecerrando los ojos.

Miré hacia arriba. -Tal vez.

-Te odio.

-No lo haces -besé su frente. -Además, ¿Por qué odias patinar? Es genial.

-Porque lo hago mal, por eso.

-No es tan difícil.

Después de unos cuantos intentos, logró avanzar sin perder el equilibrio. En realidad, yo me caí y ella no lo hizo hasta después.

-Soy buenísima ¿viste? -se rió mientras me ayudaba a levantarme, quedamos frente a frente y ella siguió sonriendo mientras miraba hacia arriba. -Ojalá te hubieras quedado pelirrojo, me gustabas mucho así -pasó su mano por mi cabello.

-¿Y así no te gusto? -cuestioné, mis manos en su cintura.

-Pues...

-Pues... -sonreí -Yo creo que sí.

-¿Ah sí? -enarcó las cejas -¿Cómo estás tan seguro?

-Porque me vas a regresar el beso.

-¿De qué...? -no la dejé terminar y junté nuestros labios, sonreí al probar que tenía razón y ella me devolvió el beso.

-¿Ves? Te lo dije.

-Eso no vale -bufó.

Entrecerré los ojos. -Entonces este sí vale -volví a besarla.

-Eres un tramposo.

-No lo soy.

-Sí eres -volvió a tocar mi cabello.

-Eres tú ¿ves? Solo me haces querer besarte.

-Alonso -se quejó, sus mejillas encendiéndose automáticamente.

-Nicole -la imité.

-¿Ya, no?

-Hm... No -negué con la cabeza.

-En serio extraño tu cabello pelirrojo.

-En serio me haces querer besarte.

-A veces quiero golpearte -separó un poco una de sus manos y me dio un zape.

-Qué romántica eres -me reí.

-Ya, vamos.

-Está bien -toqué sus mejillas una última vez y ella arrugó la nariz.

-Ya -repitió. Y en cuanto se dio la vuelta, resbaló, jalándome con ella. -Demonios.

-Es el karma -dije, a pesar de que yo también estaba en el hielo.

-Cállate -se rió.

Me quejé mientras me levantaba y la ayudaba. -Ya estamos a mano... -pausé -No espera, ahora tú tienes que besarme.

-Suerte con eso -se revisó los jeans que ahora tenían una mancha de agua en la pierna.

Sonreí. -O yo puedo hacerlo.

-Ya cállate, Alonso.

-Cállame.

Nicole ladeó la cabeza y abrió la boca, despegando la vista de sus pantalones. -¿Qué dijiste?

Me encogí de hombros. -Lo que escuchaste -me incliné hacia ella hasta que nuestras narices rozaron. -Cállame.

Sus ojos brillaron momentáneamente y terminó por eliminar la distancia entre nosotros. Sonreí cuando sentí sus labios sobre los míos.

-No vuelvas a decir eso -advirtió, sus ojos aún brillantes.

-Ya veremos -tomé su mano para dirigirnos a la salida.


● ● ●

-¿Quieres ir a comer? -pregunté mientras caminábamos.

-Una malteada me vendría bien -replicó llevándose una mano a la barbilla.

-Comida de verdad, Nicole.

-Una malteada es de verdad, Alonso -usó un tono de obviedad.

-No es.

-Sí es.

-¿Por qué solo buscas pelear conmigo?

-Estás loco -pausó y me miró.

Sonreí. -Sí, sí estoy loco por ti.

Nikki puso los ojos en blanco. -Solo vamos por la malteada.

Pasamos otro rato caminando por ahí mientras ella bebía malteada y curioseaba cualquier cosa que le llamara la atención.

Ella de verdad me iba a volver loco.

Me encantaba. Me encantaba verla sonreír, y la forma en la que sus ojos se iluminaban cuando hablaba de algo que le gustaba y cómo apretaba mi mano de vez en cuando para llamar mi atención.


-Tengo algo para ti -anuncié antes de que bajáramos del auto frente a su casa. -Es muy poco romántico dártelo aquí pero... -hice una mueca y ella sonrió. Tuve que estirarme para sacar la cajita del mini maletero interior. -Pero -continué mientras ella arqueaba las cejas y su rostro perdía un poco de color.

-¿Qué es eso?

-Espera -reí -Bien, espero que te guste esto en realidad, es algo pequeño pero... -empezaba a ponerme nervioso, así que abrí la pequeña caja. Era un collar de plata de una luna, con una pequeña piedra azul, en el borde decía "We sleep under the same moon".

-¿Eso es para mi? -preguntó mirando fijamente el collar.

-Am... -me froté el cuello nerviosamente -Para ambos -jalé mi manga para mostrarle el brazalete que llevaba: El mío era dorado, con un pequeño sol y una piedra verde, grabado tenía: "We walk under the same sun".

Nicole me miraba con sorpresa. -¡Son preciosos! -exclamó -¿Por qué?

Me encogí de hombros. -Solo quería que tuvieras algo que te recordara a mi.

-¿Y eso te recuerda a mi?

-Yo no dejo de pensar en ti.

Nikki sonrió ampliamente y me besó. -Gracias -se apartó el cabello y me dejó ponerle el collar. Después bajamos del auto y nos dirigimos a su puerta.

-Gracias por todo, Alon -sonrió.

-Gracias a ti -le di un abrazo y un beso en la frente. -Te quiero... mucho.

-Y yo a ti -me abrazó una última vez antes de entrar a su casa.



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