XXXIV

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Nicole

-¿Qué te pasa, Nikki? -Paty apretó mi brazo levemente.

-Nada -suspiré -Solo estoy cansada, creo que me faltan vitaminas -solté una risa seca que convenció a mi amiga de que algo estaba mal.

-Eso ya lo sé -sonrió -Pero los últimos días has estado rara.

-No es nada -aseguré. Estaba agradecida de que Paty no estuviera metida en todo eso de Twitter y de seguir a Alonso y sus amigos, o ya lo sabría. Y la verdad era que no tenía ganas de hablar al respecto.

-Esta bien, respetaré que no quieras contarme. Pero si necesitas algo sabes que puedes contar conmigo ¿verdad? -sobó levemente mi brazo y yo asentí.

Me sentía la persona más tonta del mundo.

Tenía muchas cosas por las cuales preocuparme pero lo que ocupaba mi cabeza era Alonso y Blanca. Y el hecho de que él no hubiese dicho algo verdaderamente convincente me estaba volviendo loca.
Pero sabía que eso iba a pasar. Se lo había dicho a todo el mundo: "Alguien como Alonso no puede interesarse en mi". Y ellos lo sabían también: Blanca, Diana, Valeria... Habían tenido razón.

Cuando mis clases terminaron, mientras mamá llegaba por mi, ya que aún no decidían darme un auto, decidí ir al módulo a comprar café.

-¡Nikki!

Hoy no, por favor.

-¿Diana? -me giré lentamente intentando no mostrar una mueca de disgusto.

-¿Cómo estás Nikki? -chilló y se acercó a mi, estoy segura que estuvo a punto de dar saltitos.

Me aclaré la garganta. -¿Bien y tú?

-Muy bien -ahí estaba la sonrisita que significaba que iba a hacer un comentario desdeñoso. -¿Cómo te trata Alonso?

Sonreí. -Pues Misael me trata mejor últimamente.

Soy un asco de persona.... pero al menos la dejé callada.

Parpadeó varias veces antes de continuar. -¿Misael el de la prepa?

-Ajá -señalé el módulo de café -¿Me acompañas?

-Pero ¿Y Alonso?

¿Por qué la insistencia, maldita sea?

-Pues bien -me encogí de hombros.

-¿Misael? -cuestionó de nuevo.

-¿Diana? -reí y ella me miró mal -¿Qué?

-¿Ahora qué te traes con Misael? -frunció el ceño -¿Y cómo sé que no lo estás inventando?

Puse los ojos en blanco. -La verdad es que puedes creer lo que quieras, a mi no me interesa.

-Haces eso siempre -acusó -Me dices que puedo interpretar las cosas como quiera cuando no quieres explicar.

-¿Tú crees? -miré el menú aunque ya me sabía el precio de memoria, y casi nunca pedía algo que no fuera un Americano. -La verdad es que no tengo que darte ninguna explicación.

Además creí que estábamos peleadas, pero bueno.

-Si fuera cierto, ya estarías alardeando -declaró cruzándose de brazos.

-No tengo nada que estar presumiendo. ¿Sabes que ellos son personas, verdad? No accesorios.

-Ay, por favor -bufó.

-Eso es todo lo que es Enrique para ti ¿no? Un accesorio -me giré para mirarla -¿Por qué lo haces? Ya sabes lo que se siente, ya que tú misma no fuiste nada más que el accesorio de Adrián.

Man On A Wire || a.v.Where stories live. Discover now