#lovetopía. El nuevo mundo qu...

By carlosgoga

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En el año 2033, el periodista Rubén González visita de manera oficial #lovetopía, un país dirigido por mujere... More

Bienvenida del autor
Testimonios
Créditos
Prólogo a la 2ª Edición
Prólogo a la 1ª Edición
Dedicatorias
0.- PREFACIO
-. AVISO
01.- LOVETOPÍA: LA PRÓXIMA MISIÓN DE "EL CONFI"
02.- RUBÉN GONZÁLEZ VIAJA A LOVETOPÍA
03.- EL PASO DE LA FRONTERA LOVETOPIANA
04.- VALENCIA, CAPITAL DE LOVETOPÍA
05.- ALIMENTACIÓN, RESIDUOS Y EQUILIBRIO
06.- LA PROHIBICIÓN DE LOS COCHES
07.- LOS DEPORTES
08.- LA TELEVISIÓN Y SU USO SOCIAL
09.- LA ECONOMÍA: EL FRUTO DE LA CRISIS
10.- LA VIDA FORESTAL
11.- POBLACIÓN Y FAMILIA
12.- LA CARA OSCURA DE LOVETOPÍA
13.- SUS PRODUCTOS Y LOS NUESTROS
14.- LAS MUJERES EN EL PODER: POLÍTICOS Y LEYES
15.- MÁS SOBRE LA ECONOMÍA: TRABAJADORES, IMPUESTOS Y EMPLEO
16.- LA JUSTICIA, LA DELINCUENCIA Y LOS CENTROS PENITENCIARIOS
17.- ENERGÍA SOLAR Y MARÍTIMA
18.- LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: PRENSA, TELEVISIÓN Y EDITORIALES.
19.- LA EDUCACIÓN Y SUS SORPRESAS
20.- UNA VIDA SEGURA Y DIGNA
21.- UNIVERSIDAD E INVESTIGACIÓN
22.- LA MÚSICA, LA DANZA Y EL ARTE
23.- HOSPITALES Y SALUD
24.- LOVETOPÍA: ¿DESAFÍO O ILUSIÓN?
26.- EL PAÍS DONDE LAS PERSONAN AMAN LO QUE HACEN
ANEXO 1. TRANSCRIPCIÓN DE LA ENTREVISTA CON LA PRESIDENTA VERONICA GAREN
ANEXO 2. DISCURSO DE INDEPENDENCIA DE LOVETOPÍA: "EN ESTA TIERRA..."
ANEXO 3. MEMORANDUM DE APROBACIÓN DE "LAS 10 LEYES"
ANEXO 4. TEXTO DE "LOS 7 CUENTOS" PARA LOS ESTUDIANTES DE PRIMARIA
ANEXO 5. LISTA DE PREMIOS BOABDIL
Nota del autor
Agradecimientos
Hazte embajador de Lovetopía

25.- MÍSTICA, EXOTISMO Y SEXUALIDAD

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By carlosgoga

Balneario de Cofrentes, 21 de junio de 2033. Para entender la sociedad de Lovetopía plenamente, hay que acercarse a las nuevas creencias, rituales y costumbres que han adoptado como si de una nueva "religión" se tratase. El culto a la naturaleza, en todas sus formas y puntos de vista, ha adquirido en este país una exaltación colectiva que escandalizará a la mayoría de los españoles. Quizás, el único referente entendible que tenemos en España para encajar la nueva cultura lovetopiana sea la brujería y la herejía que con tanto esfuerzo erradicaron nuestros ancestros.

Las plantas y las flores son objeto de culto. Una primera aproximación permite avistar su devoción por el reino vegetal en sus jardines frutales, sus huertas urbanas y su política forestal. Cuando profundizamos, encontramos esta misma devoción también en su convivencia doméstica con plantas y flores y en sus investigaciones sobre robótica vegetal.

Sin embargo, los lovetopianos han llevado la cultura en torno a las flores a situaciones extremas. Ejemplos los encontramos en multitud de facetas de su estilo de vida. Es frecuente ver restaurantes vegetarianos cuya principal propuesta es una carta de platos cocinados con flores de lo más exóticos y divertidos. Las infusiones y preparados de hierbas son parte de la dieta diaria. La mayoría de los medicamentos habituales en España, algo que horrorizará a las grandes multinacionales farmacéuticas, han sido sustituidos por un amplio catálogo homeopático de recetas que combinan hierbas y flores. Hay invernaderos y parques públicos dedicados casi exclusivamente a las flores, de belleza y extensión equiparable a los famosos Kew Gardens de Londres, en Inglaterra. No hay barrio que no disponga de una floristería bien surtida de orquídeas y rosas, con ejemplares listos para ser regalados ante la más mínima escusa. Los decorados florales son parte integral de la vestimenta de sus mujeres. La bisutería floral también es corriente. Por último, las exposiciones sobre curiosidades botánicas son populares en ferias y festivales. Muchas hacen especial énfasis en la polinización, a la que denominan "la sexualidad de las plantas".

Esta devoción por plantas y flores sólo es superada por el culto lovetopiano por el cuerpo humano y la sexualidad. Sin embargo, su entender se aleja mucho de las costumbres españolas y contradice frontalmente nuestra cultura. Por un lado, critican con dureza nuestra publicidad y el uso frecuente de tecnologías digitales para alcanzar la perfección en el cuerpo femenino. Esta práctica, tan aceptada en España, es calificada negativamente por cualquier ciudadano como una "cosificación de la mujer". Opinan que sólo genera insatisfacción y ansiedad entre las mujeres porque intentan alcanzar una perfección que es ficticia y se aleja de la realidad de sus cuerpos. Por otro lado, han abandonado la tradición de pudor, vergüenza e intimidad sobre el cuerpo humano que abrazamos los españoles. Nuestro pasado judeocristiano y el liderazgo espiritual de la Iglesia Católica son ampliamente cuestionados, cuando no rechazados de plano.

"Conocemos bien nuestros orígenes", afirmó una sexóloga a la que entrevisté. "Recibimos de España una sexualidad oscura y sucia, cargada de culpa, muy genital y rápida. Pero hemos elegido evolucionar y disfrutar de una sexualidad luminosa y limpia, bendecida por lo divino, integradora del cuerpo y generosa en tiempo y gozo".

La sexualidad lovetopiana, abierta e inocente como parece, está repleta de contradicciones. La pornografía, una industria muy desarrollada en España, apenas existe aquí. Sin embargo, son habituales las tiendas de arte erótico que presentan desnudos integrales e incorporan en su oferta todo tipo de pinturas, fotografías y esculturas de penes y vaginas. Incluso vi el folleto de una exposición de "vaginas del mundo" que, con elegancia y hermosura, presentaba las diferentes vaginas según formas y tamaños, con calificativos tan exóticos como tipo zen, tipo cobra, tipo flor o tipo virgen.

Tampoco hay indicios de prostitución, siendo quizás el primer país que haya conseguido acabar con el oficio más antiguo del mundo. Sin embargo, son habituales las propuestas abiertas que, con cierto aire oriental, ofrecen masaje integral o masaje de genitales.

"La sexualidad tradicional confunde desnudo, masaje, sexo y amor", añadió la sexóloga. "Sin embargo, aquí distinguimos claramente entre un desnudo, un masaje, un encuentro sexual y una relación amorosa. Los lovetopianos aceptamos con espontaneidad desnudarnos o dar un masaje a amigos y desconocidos, reservando el acto sexual pleno y las relaciones amorosas de pareja para situaciones más íntimas y estables. Pero cuando no hay estabilidad de pareja, nos gusta disfrutar de encuentros sexuales ocasionales en los que ofrecer nuestra plenitud de ser sin pudor y sin sentir de culpa alguno. Es parte de la voluntad de conocer al otro".

La presencia de sex-shops, curiosamente, es mucho más habitual en Lovetopía que en España. Aunque las tiendas lovetopianas se presentan con nombres variopintos y ofrecen un catálogo de juguetes, disfraces y artilugios sexuales muy diferente. Apenas se ven consoladores y vibradores, pero sin embargo hay una amplia oferta de un tipo de huevo realizado con obsidiana, una piedra de origen volcánico. Según afirman, las mujeres se introducen estos huevos en sus vaginas para restablecer su sensibilidad interior y sanarla de bloqueos y heridas energéticas.

"La cultura de la penetración genital directa", continuó la sexóloga mientras golpeaba repetidas veces su cerrado puño izquierdo con la palma de su mano derecha, "es muy agresiva con el cuerpo y le quita sensibilidad a vaginas y penes. Con el tiempo, acumulan una tensión que bien puede entender como las durezas de piel o los callos que aparecen en otras partes del cuerpo. Recuperar la sensibilidad y sanar los genitales es fundamental para cualquiera que persiga disfrutar de una sexualidad más íntima y plena".

Otro aparato que seguramente desconocerán las mujeres españolas tiene forma de pesas y se utiliza para fortalecer los músculos interiores de la vagina. Además, el catálogo de disfraces y complementos es mucho más variado que en España, quizás debido a la afición por el streap-tease de sus mujeres y sus hombres.

En Lovetopía, la familiaridad con la sexualidad y con los genitales ha alcanzado también a los olores corporales. Muchos lovetopianos y lovetopianas han renegado de los desodorantes. Afirman que los olores corporales desempeñan una función biológica fundamental en la atracción entre hombres y mujeres y que la hermosura de un individuo también se expresa a través de su olor. Este rechazo a los desodorantes, sin embargo, no ha llegado a los perfumes. Aunque éstos son utilizados en mucho menor grado que en España. Aquí eligen perfumarse con una u otra fragancia como en España elegimos disfrazarnos con este o aquel disfraz. En lugar de ser un complemento de higiene cotidiano, utilizan el perfume como un elemento de juego para fiestas y encuentros extraordinarios.

Pero si lo anterior ya resultará escandaloso para la mayoría de los españoles, los lovetopianos se han atrevido a ir más lejos elevando los fluidos corporales a objeto de culto. Entre los hombres se practica el culto al semen, mientras que entre las mujeres se practica el culto a la sangre menstrual y a la lactancia materna.

"El semen es el elixir de la vida e incluye lo mejor que un hombre puede ofrecer a una mujer, su esencia vital", comentó mi informadora. "Tanto hombres como mujeres, cuando deciden una eyaculación masculina, recogen el semen respetuosamente y lo saborean. Además, entre las mujeres es habitual que se utilice como hidratante cutáneo de excepcionales cualidades".

Las mujeres lovetopianas, por su parte, abominan de compresas y otro tipo de productos de higiene femenina convencionales como las cremas y los tampones. La mayoría de las féminas en edad menstrual eligen utilizar compresas reciclables, de lava y pon, o copas menstruales que recogen la sangre. En este último caso, utilizan su sangre menstrual como nutriente para plantas e incluso como pintura para dibujos y cuadros.

Pero el culto a la menstruación no acaba aquí. La sociedad lovetopiana acepta la menstruación de sus mujeres con absoluta naturalidad. Muchas organizan su vida profesional, su vida social o su vida sexual en torno a su ciclo menstrual. Todas llevan un control espontáneo y compartido de las fases del ciclo y aceptan con agrado la variabilidad que se produce en sus cuerpos, en su fertilidad y en su emocionalidad.

"El cambio es una constante de vida en la mujer", añadió la sexóloga. "Las diferencias hormonales o fisiológicas que se producen en las mujeres son potenciadoras de sus cualidades de vida. Por ejemplo, las lovetopianas aprovechan los períodos de mayor hipersensibilidad para reunirse entre ellas y acoger su condición de seres divinos portadores de la vida y de la muerte. O alternativamente, aprovechan los períodos de mayor creatividad para dedicarse en cuerpo y alma a sus cometidos profesionales o artísticos. Los hombres, por su parte, respetan la variabilidad de sus mujeres. Algunos incluso lo agradecen afirmando que les permite vivir diferentes facetas de la mujer, como si de un harén se tratase, pero dentro de una única relación".

Las mujeres lovetopianas acostumbran a reunirse en grupos sólo para mujeres bajo la fórmula de "círculos de mujeres" o en torno a establecimientos que se presentan con el nombre de "la tienda roja". En estas reuniones, mujeres de todas las edades comparten sus historias y sus sentimientos con absoluta transparencia. Ríen, lloran, cantan, gritan, bailan o se mueven convulsamente sin causa aparente. Creen que compartir abiertamente cómo piensan y cómo sienten les ayuda a reconciliarse con su condición de mujer y a fortalecer los lazos entre ellas. Afirman que las mujeres de mayor edad pueden y deben ilustrar con sus experiencias de vida a las mujeres más jóvenes. Antiguas tradiciones y rituales de mujeres han sido recuperadas y se exhiben y comparten sin pudor ni vergüenza. Incluso reconocen abiertamente que algunas de estas prácticas están catalogadas como "actos de brujería" por la Iglesia.

"La participación en la tienda roja", me comentó una informadora que contribuyó a los inicios de este movimiento exclusivo de mujeres, "hace que el útero de la mujer recupere su estado natural, durante tanto tiempo contraído, aterido por las circunstancias sociales y el efecto que éstas tenían en nuestros cuerpos. Un útero sano y renovado pulsa como un segundo corazón, en movimientos ondulantes pero diferentes en cada momento del ciclo. Las mujeres jóvenes aprenden, por ejemplo, que no hay que tener miedo al dolor del parto. Escuchan de mujeres experimentadas que las contracciones de un útero sano no son calambres, sino olas intensas que recorren la delgada línea que hay entre el dolor y el placer y que conducen a las más afortunadas a profundos estados de éxtasis. Sepa usted que el dolor menstrual prácticamente ha desaparecido del cuerpo de las lovetopianas".

Estas reuniones suelen celebrarse de noche, a la luz de la velas y con profusión de inciensos y altares. Mujeres de todo tipo, sin distinción de profesión o nivel de estudios, acuden por igual y se presentan como "chamanas", "brujas", "hechiceras" o "curanderas". En alguna ocasión he escuchado que estas reuniones han sido determinantes en la desaparición del consumo de antidepresivos entre la población femenina y que son alentadas por campañas oficiales que nacen del mismísimo gobierno lovetopiano.

"Cuando un grupo de mujeres lovetopianas se reúne, se nutren unas a otras ofreciéndose apoyo, aliento y comprensión", comentó mi interlocutora. "Las mujeres cultivan el amor y se entregan a su condición de seres de amor, aceptando toda la intensidad que sólo una mujer es capaz de sentir y vivenciar. Los hombres, por su parte, han asumido su rol de protectores del amor y eligen quedarse al margen de estas actividades".

En lo que a planificación familiar se refiere, a diferencia de la tradición española de enfocarlo desde la contracepción, en Lovetopía piensan en términos de concepción. La creación de la vida se considera algo merecedor del máximo de los cuidados. Por eso, cuando una mujer elige concebir un hijo, tenga pareja o no, tiene la posibilidad de instalarse en las llamadas "casas de nacimientos" y asistir a "programas de renacimiento".

"Las mujeres llegaban a la maternidad casi de forma automática, sin haber tenido contacto cercano con otras mujeres que estuvieran gestando y criando", comentó mi informadora con manifiesto sentir de frustración. "En muchos casos, decidían tener un hijo para llenar un vacío o por una cuestión curricular. La España de la que venimos nos empujaba en una carrera hacia la felicidad perdida que llegaría después, cuando consiguiésemos tener "eso" que nos faltaba. Aún me destroza el corazón recordar algunas escenas que acontecían en la maternidad de los hospitales españoles. El miedo al parto acompañaba durante toda la gestación, los médicos intervenían los alumbramientos con su frialdad, la depresión posparto se normalizó... ¡Qué barbaridad!".

"Se trataba a las mujeres como incapaces de parir. Se las sometía a hormonas sintéticas, se las inmovilizaba y en muchos casos se rajaban sus genitales innecesariamente", añadió mi informadora con lágrimas en los ojos. "Los fórceps y la cesárea se impusieron como salvadores de la vida recién nacida, cuando ni si quiera le habían dado la oportunidad de nacer. La violencia que contaminaba toda la sociedad se manifestaba en las salas de partos de manera tan cotidiana que se hizo invisible. Afortunadamente, todo esto ha cambiado".

En Lovetopía, las tasas de intervención en el parto han descendido brutalmente, aunque siguen contando con toda la tecnología y los conocimientos médicos y quirúrgicos cuando es necesario. Quizás lo más sorprendente sea que el principal cambio introducido ha sido regresar a los procesos naturales de la vida. Las lovetopianas afirman que las hormonas presentes en la gestación y crianza de los bebés actúan como reguladores del organismo y les predisponen al cuidado mutuo y al mantenimiento de la armonía, la calma y la alegría.

"La libertad de movimiento durante el parto, y que sean las propias hormonas de la mujer las que guíen el proceso", apuntilló mi interlocutora, "ha devuelto una dimensión olvidada de la vida sexual de la mujer: el rito iniciático del parto. Las hormonas que están presentes en el momento del parto son las mismas que en cualquier otro acontecimiento sexual y amoroso de la mujer. El parto permite que la mujer alcance un estado de consciencia ampliada muy difícil de explicar con palabras fuera del ambiente de la tienda roja. E imposible de explicar si quien escucha, como es su caso, es un hombre".

Las lovetopianas afirman que el estrés y el miedo han desaparecido de la situación de parto y que, como mujeres, pueden vivir plenamente la maternidad, un acontecimiento clave en sus vidas. El bebé no es separado del cuerpo de la madre en ningún momento. Dicen que nunca cortan un cordón umbilical que aún está latiendo (es decir, mientras transfiere la sangre del circuito de la placenta) y, sobre todo, buscan evitar que la primera respiración del bebé sea con dolor. Todo parece indicar que han llevado a extremos la máxima hospitalaria de que las primeras experiencias vitales son un asunto de máxima importancia y delicadeza.

Después de lo anterior, es entendible que las lovetopianas hayan regresado a la lactancia materna y que rechacen los sucedáneos industriales de las grandes multinacionales. La leche materna es uno de los fluidos corporales que han elevado a la condición de objeto de culto. Esto, según afirman, ha permitido alcanzar unos índices de salud infantil impecables.

Los hombres lovetopianos, por su lado, se muestran respetuosos ante las confusas decisiones de sus compañeras y han buscado un nuevo lugar desde el que vivir la experiencia del parto. Ya no cumplen un papel periférico, sino que acompañan a la mujer en su camino. Dicen que, desde el conocimiento indirecto, son capaces de complementar su experiencia para que sea aún más plena y placentera.

Algo que sorprenderá incluso a los más liberales es la afirmación lovetopiana de que el parto es una fase adicional de la sexualidad de la pareja. Esta afirmación, ridícula como es, sólo se puede aceptar reconociendo que ambos, hombre y mujer, viven una intimidad profunda y salen de la experiencia con un vínculo muy fortalecido.

"El hombre sostiene a la mujer, quien a su vez sostiene al bebé", comentó mi interlocutora, "y juntos forman la matriz en la que crecerá el ser recién nacido como una manifestación del amor y de la vida en todo su esplendor".

La laxitud y la libertad sexual de los lovetopianos contrastan con su compromiso firme con la monogamia. La moda de los divorcios exprés, tan bien recogida en la legislación española y que tan alegremente disfrutan los españoles, no ha cuajado en Lovetopía. Aunque hay que alertar a los españoles más conservadores que su monogamia nada tiene que ver con el matrimonio español, sino con la apuesta lovetopiana por "parejas estables". Los lovetopianos afirman que las relaciones de pareja son un camino de crecimiento para las personas y que las crisis y los conflictos son simples señales que identifican áreas de descubrimiento mutuo. Además, insisten en que la intensidad del amor es tan grande y la profundidad de las personas tan inmensa que resulta realmente difícil amar íntegramente a dos parejas al mismo tiempo.

"No es lo mismo nadar 5000 metros en una piscina, haciendo 100 largos de 50 metros cada uno", comentó efusivamente un hombre antropólogo de mediana edad, "que nadar 5000 metros en mar abierto entre las islas de Ibiza y Formentera, con cambios de clima, diferentes corrientes y animales marinos a tu alrededor. Quizás la distancia sea la misma, pero bien puede uno imaginarse que la experiencia de vida y el aprendizaje son totalmente diferentes".

Los lovetopianos defienden que la plenitud sexual se produce cuando el sincronismo en la pareja permite que ambos disfruten del momento presente con absoluta plenitud, sin distracciones que provengan de miedos íntimos o de fantasías no vividas. Este sincronismo, que exóticamente llaman "éxtasis" o "maithuna", acontece en los planos energético, físico, emocional y mental del individuo. Para alcanzar este "éxtasis", aseguran que la pareja debe haber vivido en profunda intimidad y haber practicado sexualmente durante años. Sin embargo, ellos mismos se contradicen con afirmaciones encontradas.

"Hay hombres y mujeres que pueden alcanzar la situación de éxtasis en un primer encuentro", afirmó mi interlocutor. "Eso sí, siempre y cuando se den dos condiciones. Por un lado, que la mujer así lo decida ya que es la única capaz de mantener el equilibrio en la energía sexual del hombre. Por otro, que ambos gestionen su ser para estar anclados en el momento presente".

Una de las prácticas más increíbles a oídos de cualquier español es el control de la eyaculación que los lovetopianos dicen practicar. Afirman que orgasmo y eyaculación son procesos fisiológicos diferentes y que un hombre los puede separar y gestionar a su antojo.

"De niños aprendemos a controlar el pis y de adultos aprendemos a controlar la eyaculación", comentó mi interlocutor. "Los ejercicios son bien conocidos por los lovetopianos. Entiendo su escepticismo como hombre español pero, créame, es una realidad que disfrutamos los hombres de Lovetopía. Separando eyaculación y orgasmo se adquiere la condición de multiorgásmico, algo que viene de serie con todos los varones de la especie humana. Además, sólo cuando un hombre es multiorgásmico puede acompañar a la mujer en el pleno disfrute de su cuerpo, ese umbral de serenidad y amor que tanto anhelan en la intimidad".

Existe un debate sobre la mejor manera de separar eyaculación y orgasmo. Algunos afirman que es cuestión de autoridad y determinación, un ejercicio de tensión y autocontrol sobre el propio cuerpo masculino. Otros, sin embargo, dicen que es cuestión de apertura y relajación, una práctica sólo alcanzable confiando en la mujer y en las dinámicas naturales del cuerpo. Como español, este debate me resulta tan surrealista como incomprensible.

La mística lovetopiana alcanza otros aspectos de la hombría. Por un lado, resulta curiosa la permanente referencia a "la conquista del dragón". Los lovetopianos creen que los hombres deben enfrentarse a su propia mente para entrar en un espacio de silencio en el que no existen miedos ni fantasías. A este ejercicio mental lo denominan "conquistar o domar el dragón". Cuando lo consiguen, dice la creencia popular, el hombre alcanza una comunión con la mujer y con lo femenino de una pureza y fortaleza inigualables. Esta creencia bien podría tener su origen en los cuentos tradicionales de Occidente en los que se habla de príncipes, dragones, castillos y princesas.

Otro aspecto menos infantil es su relación con la ira. Esta sociedad acepta la ira como algo natural. Entre ellos, se ha asentado la creencia de que los hombres deben entrar en contacto con su ira y que éste y no otro es el camino para no temerla y poder gestionarla a su favor. Los juegos de guerra rituales, salvajes como pueden parecer, persiguen este ingenuo objetivo. Pero hay rituales menos sangrientos pero igual de llamativos. Es frecuente encontrar hombres enfurecidos en supuestos ejercicios de vaciado de ira. La escena habitual son dos hombres, uno frente al otro gritándose a la cara, mirándose fijamente a los ojos y golpeándose el pecho con violencia hasta acabar agotados y afónicos.

"La frustración es algo habitual en nuestras vidas", afirmó el antropólogo que se declaró antiguo psiquiatra de una reputada clínica española. "Donde existe un plan, una expectativa o una suposición, acto seguido aparece la realidad y, lo que es natural, la frustración entendida como la diferencia entre la expectativa y la realidad. Los hombres, o la energía masculina, manifiestan esa frustración en forma de ira. Las mujeres, o la energía femenina, acostumbran a manifestar esa frustración en forma de tristeza. Aunque muchas veces, detrás de la ira se esconde la tristeza, y viceversa. Evacuar la frustración es recomendable tanto para favorecer la salud mental y emocional de los individuos como para alcanzar la harmonía social. De ahí que en Lovetopía se alienten los arrebatos violentos, en tanto que evacuación de la ira, o los llantos, en tanto que evacuación de la tristeza. Ambos son mecanismos naturales que restablecen el equilibrio de las energías de hombres y mujeres".

Esta peculiar manera de entender la vida también ha alcanzado la muerte. Los lovetopianos tienen una relación con la muerte ausente de miedos y fantasías. Creen que todo individuo tiene la capacidad para entrar en contacto con el "estado de muerte" ya que lo asemejan al "estado previo al nacimiento". En un episodio que trasciende este artículo, escuché decir que lo importante no es pensar sobre la muerte, sino sentirla desde la experiencia "silenciosa y fresca" que todos asociamos al vacío de recuerdo previo a nuestros primeros recuerdos como niños.

Por otro lado, Lovetopía ha abandonado la costumbre española de enterrar a los muertos. La preferencia social se ha decantado por los crematorios. En algunos casos, las cenizas se lanzan al viento o al agua en hermosos parajes buscando un regreso del difunto a la naturaleza. En otros casos, se colocan en unos pequeños recipientes biodegradables que asemejan macetas y en los que hay semillas y nutrientes varios. Estos recipientes, una vez enterrados en el campo, verán crecer un árbol o una planta de las cenizas del difunto. Esta exótica tradición se ha llevado a límites y se ha recogido en la legislación lovetopiana. Además, son centenares las especies de árboles y plantas disponibles para que, en vida, el futuro difunto pueda elegir aquélla que mejor responde a sus preferencias.

Como curiosidad, hay aspectos de la cultura de Lovetopía que eliminan los misterios de la vida. Los niños aquí crecen sin la magia del ratoncito Pérez, los Reyes Magos y Papa Noel. Según los lovetopianos, estas tradiciones tan arraigadas en España sólo sirven para institucionalizar la mentira colectiva entre los niños y, con posterioridad, justificarla en otros ámbitos de la sociedad. En mis viajes por Lovetopía, he llegado a escuchar algunas barbaridades que resultarán ofensivas entre los españoles. En una de estas situaciones escuché cómo padres y madres defendían que el niño Jesús, el burro, la vaca, la madre virgen y otras muchas realidades históricas de la religión Católica eran mentiras que pertenecían al mismo ámbito que el ratoncito Pérez. He de añadir que, como español, me santigüé varias veces ante la sorpresa de los presentes.

Aun así, los lovetopianos procesan una admiración y una fe inquebrantable por algunos elementos del cristianismo. Por un lado, reconocen a Jesucristo y a algunos personajes del Nuevo Testamento y les confieren atributos amorosos y divinos tanto individualmente como en las relaciones que mantienen. Tal es el caso de María Magdalena. Por otro lado, han incorporado a su catálogo de Santos a las grandes figuras de la Iglesia Católica que han practicado o pregonado el amor pasional o carnal, como son San Francisco, San Agustín, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.

Sin embargo, la santería lovetopiana está salpicada por nuevos Santos que serán del desagrado de los españoles. Estos nuevos Santos responden a procesos de "canonización" populares, totalmente ajenos a los estrictos procedimientos de la iglesia romana. Sus ciudadanos se refieren a San Google Maps y le otorgan el milagro de conocer todos los lugares, todas las distancias y todos los caminos. Sin duda, una referencia directa a aquel servicio de Internet de principios de siglo. Otro Santo que sorprenderá a los españoles es San Steve Jobs, el que da sentido a todos los acontecimientos de la vida una vez han ocurrido. Un tercer santo que no goza de las bendiciones oficiales es San Gandalf. Este personaje novelesco es invocado en multitud de situaciones por los lovetopianos.

"No somos quién para elegir los tiempos que nos toca vivir, pero sólo de nosotros depende elegir cómo los vivimos", dice la oración que atribuyen a este pintoresco Santo lovetopiano.

Por último, resulta llamativa la consideración de San Miguel como Santo y Patrono de Lovetopía. Pero el San Miguel lovetopiano nada tiene que ver con el católico ni, como algún impío pueda atreverse a insinuar, con la tradicional marca de cerveza. Su San Miguel viene de un antiguo profesor mexicano llamado Miguel Ruiz. Su libro "Los 4 Acuerdos" es ampliamente adorado en este país. Muchos, en un ejercicio de fe que sería la envidia de nuestros sacerdotes, se encomiendan a San Miguel con la máxima espontaneidad. Como curiosidad, los lovetopianos acompañan cualquier referencia a San Miguel con un beso o con un abrazo.

"Don Miguel Ruiz nos regaló la fórmula para acallar la voz interior", me explicó el prestigioso antropólogo con el que me entrevisté. "Son cuatro los principios que nos legó. Mantener la impecabilidad de la palabra. No tomarse nada personalmente. No vivir en la expectativa ni en la suposición. Y hacer siempre y ofrecer siempre lo mejor que hay en ti. Estos cuatro principios son parte fundamental de la educación lovetopiana y permiten a cualquier individuo entablar una relación de amistad con su voz interior. Cuando el individuo alcanza la maestría, esta relación ofrece largos silencios repletos de paz, asemejándose a la mejor relación posible entre amantes".

Quizás esta devoción a San Miguel y sus enseñanzas esté detrás de la obsesión lovetopiana por el no-juicio y el no-imperativo. Unos de los objetivos vitales de todo individuo es alcanzar una capacidad de relación espontánea con los demás que esté ausente de juicio y que no incluya el imperativo o mandato hacia el otro. "Acepta lo que es y no juzgues", "Agradece lo que se te dé y no ansíes lo que no tienes", "Te pido", "Te ofrezco" o expresiones similares son frecuentes en sus conversaciones e ilustran el empeño con el que los lovetopianos se entregan a este objetivo.

Sin embargo, el exotismo alcanza áreas sorprendentes. Un buen ejemplo son las nuevas tecnologías digitales. En mi visita a la Universidad de Granada, un reconocido profesor explicaba cómo emprender con éxito utilizando estas tecnologías. Durante su exposición hizo referencias permanentes a extraños objetos que tenía encima de la mesa: una pecera, una pirámide, un triángulo musical, una pajarita y una cometa. También había un libro con el título de "#lovetopía", sin duda, un tratado en papel sobre algún antiguo lenguaje de programación informática.

Lovetopía ha elegido un camino que se aleja sobremanera de la cultura española más tradicional y castiza. Si algún día se restablecen las relaciones con España, nuestros antropólogos, psiquiatras, psicólogos, teólogos, filósofos e historiadores encontrarán abundante caldo de cultivo para desarrollar investigaciones y ensayos verdaderamente descabellados y excéntricos.

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