Prólogo a la 2ª Edición

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"He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz"

Aullido de Allen Ginsberg

Yo también las he visto, las hemos visto todos. Mentes inquietas, estresadas, atontadas como mosquitos contra un cristal, que apenas entendían ni entienden nada.


En los últimos años hemos asistido a la muerte de los Dioses. Creímos que un Ferrari era motivo suficiente para rompernos los cuernos contra los escaparates, atravesar los impúdicos límites de nuestro ego, dejar nuestras vidas en los aeropuertos o en empresas tóxicas que nos querían cambiar un pedazo de vida por turrón y una felicidad artificial y decadente.

De repente, nos convertimos en esclavos, cosas, que no individuos, que conformaban una masa que recoge algodón para mayor gloria de un club de alterne al que pertenecíamos sin saberlo. Una masa viscosa que trabajaba para pagar su libertad en forma de letra de hipoteca de una casa que no es hogar, de un coche que no conduces, de un alma que no se puede mirar al espejo si no se toma un Lexatín.

Y así estamos, firmamos por 30 años y hasta entonces nuestra cadena estará ahí, recordándonos cada día que nos tomaron por tontos, que somos esclavos y que vivir es sobrevivir, que la dignidad nos la robaron a oscuras y que encima nos lo merecemos por memos.

Se oyen aullidos en los patios interiores de las viviendas de protección oficial, en los co-workings del extra radio, en la casas de putas del centro. Se oyen aullidos, pero solo eso.

Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu...

- Manolo, ¿pero qué haces, rey?

- Aullar

- ¿Para qué?

- No sé, me ha salido solo, ha llegado la cuenta del gas y me ha dado por ahí.

- Ah, vale.

Aullamos demasiado y nos quedamos ahí. Nos desquitamos en Twitter como si a alguien le importara, colgamos nuestro aullido en Instagram y cuando nos cansamos nos hacemos un selfie y a dormirla. Mañana será otro día, seguiremos recogiendo algodón para los bancos, alimentando el currículo de políticos ridículos, colaborando con un sistema del que no nos atrevemos a salir porque la incertidumbre nos da miedo; sobreviviendo gracias a las drogas, habitando el desamor, soñando con paraísos deseados que no tenemos el valor de conquistar.

(Pausa: estoy utilizando el primero del plural todo el rato por aquello de empatizar contigo. Realmente tú eres el esclavo y el memo, yo no: yo soy dios)

Decía que murieron los Dioses en mayúsculas, pero entre tanto, asistimos al nacimiento de los dioses en minúsculas.

Esas personas que no son parte de la masa y que reivindican su unicidad por encima del delirio colectivo. Esas personas que se han despojado de todas las capas de cebolla, han encontrado el sentido de su vida en el interior de ellos mismos y han roto las cadenas del miedo. Esas personas que han decidido pasar a construir la nueva realidad al margen de la establecida, y que se descojonan del éxito tóxico frente a un éxito consciente, basado en valores, digno y coherente con la vida y muerte que quieren tener. Esas personas que han decidido dejar de aullar y pasar a la acción desde el amor a sí mismos y al resto de la humanidad. Sin concesiones, sin ceder espacio a la incertidumbre, construyendo paraísos sobre las cenizas de los castillos que se derrumban.

Carlos Goga es uno de esos dioses. Un dios con biblia que es su libro, donde describe un paraíso alineado con su alma y lo comparte con todos con valentía y amor, dejando que lo hagas tuyo, dándote pistas desde la utilidad y concretando alternativas utópicas (?) en un mundo donde la utopía está más cerca de la realidad porque la realidad ha quedado demostrado que es puro humo.

Carlos es además un dios valiente porque se implica, recorre en su libro todas las áreas de actuación para la consecución de un nuevo paradigma sin formular preguntas, solo aportando respuestas. Afronta las virtudes y miserias del ser humano sin establecer distancias, lo hace a la cara, desnudándose en medio del patio interior de la sociedad para decir: "este soy yo, ésta es la alternativa que propongo desde mi corazón, y aquí me tenéis desnudo porque es lo que hay".

Puedes estar o no en su misma frecuencia, compartir su diseño de la alternativa lovetopiana o no; incluso puedes pensar que está totalmente equivocado (él no obliga, propone una frecuencia), pero la cuestión es que da lo mismo, porque es honesto.

Sin duda, si todos trabajáramos y nos implicáramos desde su misma honestidad en la construcción de un nuevo y necesario sistema de forma transversal, generaríamos una energía imparable, fertilizante, capaz de salvarnos a todos. Un mundo lleno de dioses en minúsculas es viable, lo creo. Lo siento desde la conciencia de que la suma de todo el talento y bondad acumulada puede generar un verdadero y único Dios en mayúsculas, que dé continuidad y respuesta a nuestra existencia.

"Lovetopía" es para mí una energía que me une a Carlos y a ti, si dejas de ser un memo (es posible que ya no lo seas, mejor) y siempre que dejes de dar el coñazo por las noches aullando y desvelando el sueño de los que queremos intentar cambiar el mundo cada mañana.

Pamplona, diciembre de 2014

Ecequiel Barricart

Autor de TÚ ERES DIOS

Editorial Alienta - Grupo Planeta)

http://www.ecequielbarricart.com

#lovetopía. El nuevo mundo que llevamos en nuestro corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora