"Actúa normal, actúa normal" Se repitió Morgan así misma mientras se alejaba rápidamente de la oficina de Camila. Pasó por los casilleros y dio un fuerte golpe a uno haciendo que se torciera y sus nudillos enrojecieran.
Se dirigió hasta el baño, abrió cada uno de los cubículos para asegurarse que no estuviera nadie y después se dirigió al lavabo. Se miró al espejo, se cubrió la boca con ambas manos y soltó un gran grito.
Estaba enojada, estaba triste, estaba destrozada. Amaba a Camila con todo su ser y ella se eligió por Lauren sin pensarlo.
Tenía que hacer algo, tenía que buscar una manera para retenerla a su lado. Decir que estaba embarazada era inútil. Primero, porque nunca habían tenido relaciones, y segundo, porque los dedos no embarazan.
Comenzó a crear una lista en su mente de posibles ideas para tener a Camila consigo.
1. Deshacerse de su madre. Ella no es asesina, ni en sus más remotos pensamientos se le cruzo por la cabeza matar a alguien. Pero siempre hay una primera vez ¿no?
2. Secuestrar a Camila. La citaría en un lugar o probablemente iría a su casa. Le pondría algo a su bebida para que pueda quedar profundamente dormida, entonces aprovecharía para meterla en el auto y manejar lo más lejos posible con ella.
3. Matar a Camila y después matarse a sí misma. Tal vez solo de esa manera podrían estar las dos juntas.
Esas ideas eran extremadamente locas. Pero había otra, la cual comenzó a agregar justo en el momento en que recordó a Lucy.
4. Hacer caso a las palabras de la carta de Lucy.
Todo era tan difícil para ella.
Se miró de nuevo en el espejo y dio un fuerte golpe en este, rompiéndolo en grandes pedazos, haciendo que de su mano salieran hilos de sangre.
Abrió el lavabo y se limpió la sangre, colocando un poco de papel para detener el sangrado.
Salió del baño, y para su mala suerte choco con Camila.
—Hey... — Dijo Camila un poco nerviosa.
—Hola Camz.
Ambas chicas se quedaron viendo sin decir nada durante un par de segundos, hasta que Morgan decidió hablar.
— ¿Estarás ocupada le día de hoy?
Camila pensó un poco en su respuesta.
—Creo que no.
— ¿Puedo ir a tu casa?
—Morgan yo...
—Por mi cumpleaños. — Dijo rápidamente. — Sé que no sabías que era mi cumpleaños y por eso no me deseaste un feliz cumpleaños, pero quiero una cena contigo ¿podríamos?
Camila lo dudo, pero finalmente accedió. No podía negarse a eso. Además, podría aprovechar esa cena para hablarle con la verdad, para decirle que era con Lauren con quien quería estar.
— ¿Entonces a las ocho? — Pregunto Morgan.
—A las ocho. — Respondió Camila.
Morgan sonrió, pero no era una sonrisa de felicidad, era otro tipo de sonrisa.
Tal vez, podría poner en pie uno de sus planes.
.............
Al terminar el instituto, Camila y Lauren habían quedado en el departamento de esta última. Ambas chicas se encontraban felices, tal vez finalmente podrían estar juntas.
Camila estaba en la cocina preparando algo para las dos. Busco en la alacena y encontró una pasta, no sabía cuánto tiempo llevaba la pasta en ese lugar, pero esperaba que no llevara quince años y que Lauren la haya comprado tan solo hace poco.
Coloco la pasta en una olla previamente calentada con agua y después comenzó a cortar verduras. Lauren se acercó a ella y la abrazo de espaldas recargando la cabeza en su hombro.
— ¿Sabes que es la primera vez que me cocinas? — Dijo suavemente dejando un tierno beso en su mejilla.
—Creo que nunca tuvimos el suficiente tiempo para nosotras.
—Ahora lo tendremos, no pienso dejarte ir ¿sabes lo horrible que me siento por haberte hablado de esa forma?
Camila dejo el cuchillo en la mesa y se giró para tener a Lauren de frente. Rodeo los brazos en su cintura y la apego más a ella.
—Lo que importa es que ahora estas aquí.
—Estaba dolida, Camz. — Dijo torciendo la boca y bajando un poco la mirada. — Aun lo estoy... — Le confeso.
—Yo no quise que esto fuera de esa forma, me sentía muy sola...
—Está bien, solo ya no sigas.
—Lo siento. — Dijo Camila.
Lauren no respondió nada al respecto, simplemente abrazo a la menor y dejo un tierno beso en su cabeza. Permanecieron así un momento reconfortándose la una a la otra.
—Hoy se lo diré.
—Creí que se lo diríamos juntas. — Respondió Lauren apartándose un poco de Camila para poder mirarla a los ojos.
—Me topé con ella en el instituto, tendremos una cena en mi casa.
— ¿Una cena? — Pregunto arqueando una ceja. Definitivamente estaba comenzando a sentir celos.
—Por su cumpleaños, ahí le diré todo. —Llevo una mano hasta el rostro de Lauren y comenzó a acariciar su mejilla.
— ¿No quieres que vaya?
—Creo que es mejor que esto lo haga sola, he encontrado la oportunidad para hablar con ella.
— ¿Después estaremos juntas? —Pregunto con preocupación, tantas veces habían intentado estar juntas, pero siempre había algo que las separaba.
—Lo estaremos. — Le aseguro. Lauren se acercó a sus labios y el beso con ternura.
Se separaron cuando un olor extraño comenzó a llegar a ellas.
— ¿Qué es ese olor? — Pregunto Lauren.
— ¿Cuándo fue la última vez que compraste pasta?
Lauren se quedó pensando durante un momento, entrecerrando un poco los ojos.
—Cuando Morgan quería que le hiciera unos pulpos con pasta.
—Creo que ya sabemos que es lo que huele mal.
Lauren soltó una risita y nuevamente beso a Camila. Amaba a la castaña, la amaba tanto que aun sentía mariposas en el estómago al besarla. Se sentía completa al estar junto a ella.
—Si sucede algo me llamas ¿de acuerdo?
—No sucederá nada Lern, todo estará bien.
—Es solo que ya no conozco a Morgan. —Soltó un suspiro. — No sé cómo pueda llegar a reaccionar.
—Ella es buena, tanto como tú.
—Ella y yo somos diferentes, recuerda que la crio alguien más.
—Todo estará bien. —Le dijo de una manera tan segura, sin dudar en algún momento de Morgan. ¿Cómo dudar de ella? Alguien que te quiere no te hace daño.
..............
Camila preparaba la mesa, quería que todo resultara perfecto, por eso mismo, en lugar de preparar la cena decidió pedir comida de un restaurante italiano.
Eran apenas las ocho en punto y el timbre comenzó a sonar. Se sorprendió por la puntualidad de Morgan.
Se dirigió a la puerta y la abrió encontrándose con Morgan, quien de inmediato se lanzó hacia ella para besarla. Camila la aparto de inmediato.
—Morgan... —Tomo de sus hombros para separarla.
— ¿Qué sucede? ¿No puedo besar a mi novia? — Pregunto de mala gana.
— ¿Novia? Me habías alejado que no sabía si aún seguíamos siéndolo.
—Nunca terminamos.
—Tienes razón. —Dijo Camila. — ¿Pasas?
Morgan asintió y entro a la casa seguido de Camila. La menor dejo su bolsa negra sobre el sofá. Ella no era de las chicas que solían cargar con bolsa, pero esta vez llevaba una.
—Haz arreglado lindo la mesa.
—Gracias... — Le dijo sin mirarla, nunca había sentido tanta tensión con ella. — He pedido comida italiana, espero que te guste.
—Me gusta. — Le dijo.
Ambas tomaron asiento en la mesa, se encontraban cerca, a menos del metro de distancia.
Todo estaba realmente silencioso.
Se escuchaba como los utensilios chocaban con los platos.
— ¿Cómo has llevado lo de Lucy? — Pregunto Camila. Morgan frunció el ceño y apretó sus puños ocultándolos debajo de la mesa. Odiaba que hablaran de ella, y más si Camila lo hacía, pues le hacía recordar que Lucy tenía razón y no le creyó.
—Bien. —Dijo casi a la fuerza con una sonrisa fingida. — Ella se acordó de mi cumpleaños aun estando muerta.
—No entiendo. ¿A qué te refieres? — Pregunto un tanto confundida.
—A que afuera de la puerta había una caja que venía de parte de ella.
—Lucy te quería.
—Lo sé. — Respondió con una sonrisa falsa.
— ¿Qué es lo que había en la caja?
—Un peluche... y una carta.
— ¿Qué es lo que decía la carta? — Le pregunto sabiendo que tal vez no respondería.
—No la gran cosa. — Le mintió. — Decía que esperaba que fuera el mejor cumpleaños, quería llevarme a la feria, pero creo que por obvias razones no pudo hacerlo. — Dijo con una pequeña risita.
Camila trago saliva, no podía creer la forma en la que Morgan estaba hablando, nunca la había visto de esa manera, era como si ya no sintiera dolor.
Morgan tiro "accidentalmente" la copa de vino en la mesa.
— ¡Demonios, que tonta soy! — Exclamo al levantarse. —Iré por un trapo a limpiar esto.
—Está bien, puedes dejarlo así, no te preocupes.
—Es mejor que vaya antes de que esto se ponga peor. — Dijo haciendo caso omiso a Camila y se dirigió a la cocina.
Camila permaneció ahí, pensando en la forma en la que le diría que la relación que algún día tuvieron debía terminar.
Se lo diría en cuanto regresara.
Morgan entro a la cocina y comenzó a abrir los cajones, no tan rápido para que Camila no escuchara. Los abría y cerraba sin tener éxito en encontrar lo que quería, hasta que finalmente lo encontró y sonrió con una sonrisa malévola.
Tenía en sus manos un cuchillo para cortar carne. Miro su reflejo en él, pudo ver el brillo extraordinario que tenían sus ojos.
Salió de la cocina y comenzó a caminar lentamente hacia Camila. Vio a la menor de espaldas quien probablemente se encontraba pensando.
Levanto el cuchillo a la altura de su cabeza y se acercó más y más a Camila.
Estaba decidida, no tenía razón en esos momentos. Lo iba hacer, la iba a matar.
Y es que el amor a veces llega a convertirse en locura y la locura no siempre es buena.
Estaba tan cerca de ella. Morgan incluso podía escuchar el latir de su corazón.
Camila comenzó a sentir la presencia de alguien por lo que volteo hacia atrás, abrió ampliamente los ojos al ver a Morgan de esa manera y después todo se volvió negro.