45° Capítulo:

250 35 10
                                    

No podía decir exactamente que acababa de despertarme de una pesadilla, pero el llamado en mi puerta sí me había despertado de un sueño sumamente extraño. De una situación normal, dentro de lo que cabe para ser el mundo de los sueños, había pasado a una visión algo perturbadora.

Simplemente estaba observando mi reflejo, mientras me arreglaba el cabello para la fiesta que se daría esta noche, cuando repentinamente me encontré encerrada del otro lado del espejo. No entendía muy bien lo que había "experimentado" ni cómo sabía en cuál de los dos lados del espejo me encontraba, pero sí sabía con certeza que mi imagen había pasado a ser el reflejo de Hulda. ¿O tal vez era justamente lo contrario?

No podía decirlo con seguridad, ese cambio de protagonismos tan rápido y constante me había dejado algo mareada. Pero era algo así, parte de mí se había quedado encerrada del otro lado del espejo, a la vez que otra parte de mí flotaba como una espectadora ajena a lo que sucedía. Observando a Hulda parada frente al espejo, curiosa de verme del otro lado más no sorprendida. Y a último momento, justo antes de despertar por los golpes que venían de fuera de mi dormitorio, Hulda dejó de mirar a aquella Elsa encerrada del otro lado del cristal para enfocar sus ojos directamente en mi presencia como tercera persona...


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Si es que eso tiene alguna lógica, tal vez estaba dándole demasiadas vueltas a aquello, cuando los sueños raras veces tenían algún tipo de sentido. Sin importar de qué se tratase, su mirada había tenido cierto efecto en mí porque ni bien despierta pude sentir un intenso escalofrío subiendo desde la punta de mis pies hasta el último de los cabellos que caían despeinados sobre mi frente. 

Los nuevos golpes en mi puerta me recordaron que alguien, más que probablemente Bergljot, me esperaba fuera. Así que me alejé de mis pensamientos y de aquella cómoda cama, para arreglarme rápidamente antes de salir.

Para mi sorpresa, o quizás no tanto, al salir solo me encontré con Bergljot. Había supuesto que iría acompañada de Hans pero ella, como si hubiera leído la pregunta en mi rostro, enseguida explicó que él había tomado el desayuno más temprano y salido para ayudar a Birger con algunas tareas.

Para mi suerte mi relación con Bergljot había crecido enormemente el último tiempo, así que podía estar tranquila de que no me aburriría y tampoco carecería de una buena conversación matutina. Y tal cual como lo esperaba, el recorrido hacia el comedor se vio envuelto de una vigorosa conversación que, esporádicamente, se veía interrumpida por los saludos de aquellos a quienes nos cruzábamos. Todos se veían de un, si es posible, aún mayor buen humor, seguramente la novedad del festejo aumentaba el ánimo de todos.

Sin embargo, como era usual, en la sala comedor no nos encontramos con ningún otro. Lo que, de cierta manera, me relajaba, ya que podría tener una conversación sin interrupciones con Bergljot. Quien, poco a poco, comenzaba a considerar una amiga.

Frozen & BurnedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora