33° Capítulo:

356 53 10
                                    

Mi propio cansancio no se me hizo evidente hasta pasado un largo rato, el rítmico caminar del caballo, el calmado silencio de la noche y el sonido de las pisadas de mis acompañantes en la nieve relajaban mi cuerpo. Había tenido que luchar conmigo misma para no caer dormida mientras montaba, quería evitar hacer el ridículo cayendo del caballo a causa del sueño. Y por más que trataba de mantener mi mente activa, más de una vez me había encontrado cabeceando.

En cierto punto del camino Hans había notado esto, y para ayudarme a mantenerme despierta comenzó una conversación conmigo. Bergljot caminaba delante, sin apenas dedicarnos mirada y evitando inmiscuirse en nuestra charla. Casi parecía moverse por instinto, de manera automática.

Probablemente era solamente a causa del cansancio, pero se sentía como si el recorrido hubiera durado unas largas y duras horas. Sin embargo, la lejana visión del brillo del castillo había sido más que suficiente para despertar cada fibra de mi cuerpo. La emoción y ansiedad por la visión crecía estrepitosamente con cada metro que nos acercábamos, hasta llegar el punto en que necesitaba pararme a observarlo. La visión me era casi irreal, así que necesitaba ese momento para poder asimilarlo.

-Hans, –dije para llamar su atención- detente un momento, por favor –así lo hizo, volteando a observarme con curiosidad- ¿me harías el favor de ayudarme a bajar? 

Sin agregar palabra terminó por accionar ante mi pedido sin dudarlo un momento, mientras que Bergljot se frenaba y volteaba a observarnos por primera vez desde que habíamos comenzado el camino. Una vez que mis pies volvieron a tocar el suelo, me acerqué al borde de ese precipio que amenazaba con ser una caída mortal. Y me quedé un corto pero especial momento absorbiendo la monumentalidad que era mi antigua creación, no sabía cuánto había extrañado ver la creación que representaba el primer paso hacia mi propia libertad. No había sido consciente de eso hasta que volví a tenerla frente a mí, mientras que unas inevitables lágrimas cargadas de emoción y felicidad bajaban por mis mejillas.

No fue hasta un momento más tarde que sentí la mano de Hans apoyándose sobre mi hombro, apretándolo ligeramente en señal de confortamiento, dejándome claro que él estaba ahí para mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No fue hasta un momento más tarde que sentí la mano de Hans apoyándose sobre mi hombro, apretándolo ligeramente en señal de confortamiento, dejándome claro que él estaba ahí para mí. Y se lo agradecía como no se hacía idea.

-El resto del camino tendrá que ser completamente a pie –agregó nuestra guía, rompiendo el hechizo del momento.

---------- 

Creía que no podría emocionarme más luego de lo que había experimentado viendo mi castillo en la lejanía, pero oh que equivocada estaba. El momento justo después de subir la escalera, esa que guiaba hacia las puertas principales, fue aún más intenso. Y no necesariamente por el ver mi creación, nuevamente, desde la cercanía. Si no, más bien, por todas las criaturas, tanto hombres como mujeres, similares a Bergljot que nos esperaban allí.

Eran casi un centenar de estos, con extrañas sonrisas en sus rostros, que nos recibían con una abrumadora emoción. A medida que nos acercábamos al acceso principal del castillo nos dedicaban palabras de aliento, asegurándonos que esperaban mi llegada desde hacía tiempo y exclamando su felicidad por ver el regreso de su reina. Mi corazón se sentía abrumado ante el inmenso y reconfortante recibimiento de todas estas criaturas que nunca antes había visto, pero que sentía tan familiares.

Frozen & BurnedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora